Día negro para el PP. Otro más. Definitivamente, el caso de Cristina Cifuentes arruinó por completo la convención nacional. En los pasillos, únicamente se habló de ella; de las dudas sobre su máster y de su futuro político. Mariano Rajoy improvisó una declaración ante los medios para intentar acabar con el ruido interno. Pidió esperar a la Justicia y manifestó "el apoyo" de su partido a la líder madrileña. No surtió efecto. Barones y altos cargos mostraron su frustración por la situación y apretaron a la que, hasta hace tan solo unas semanas, era un referente indiscutible.
Los cargos consultados constataron el fracaso de un cónclave que tenía por objeto recuperar la iniciativa política y frenar el ascenso de Ciudadanos. "Si Cifuentes no tiene el máster, nos habría mentido", dijo a las claras Alberto Núñez Feijóo, el barón autonómico más importante de la formación. Señaló a la Universidad para esclarecer las "aparentes contradicciones". Se sumó el veterano Juan Vicente Herrera, también en términos muy contundentes. "Como persona y como compañera quiero mucho a Cristina" pero "el conjunto de la sociedad y del PP quiere que se aclare esta situación", expuso el presidente de Castilla y León.
Durante toda la jornada, ministros y altos cargos fueron subiendo al atril para vender su libro. Pero los periodistas estaban en los pasillos, preguntando por Cifuentes. Algunos cargos se quejaron a la organización por la presión mediática y hubo toque de atención a los informadores. En una breve declaración, Soraya Sáenz de Santamaría se pronunció por primera vez sobre el caso. "El PP ha sido muy claro al respecto. La presidenta ha dado explicaciones y ha mostrado su disposición a seguir haciéndolo", afirmó. "Habrá que estar a la espera", añadió, dando a entender que todavía existen dudas. Fuentes de la formación llevan días vinculando su nombre al denominado fuego amigo.
"Hay que esperar a los resultados de la investigación tanto de la Universidad, que es la que otorga ese máster, como de la fiscalía. Vamos a ver qué es lo que dice la investigación", aseveró Íñigo Méndez de Vigo, también muy cauto. Las quejas fueron a más ya a micrófono apagado. "Así no podemos seguir mucho más. Nos estamos jugando mucho, las elecciones están ahí y parecemos un partido a la deriva", razonó un alto cargo del partido, en conversación informal con este diario.
El panorama cambió cuando Cifuentes reapareció en el cónclave, tras comer con Rajoy y el resto de barones autonómicos -que no le preguntaron cara a cara por el máster-. Entonces, sus críticos callaron y recibió una sonora ovación antes de tomar la palabra en una mesa redonda. Muchos se pusieron en pie mientras aplaudían. "Gracias de todo corazón" ya que "están siendo días duros", afirmó la presidenta regional. A su lado en esta travesía, María Dolores de Cospedal, su aliada y amiga. "Sí, por supuesto que siento el apoyo del PP. Si no, no estaría aquí", contestó a los periodistas.
En paralelo, su equipo anunció que el PP en la Asamblea apoyará la creación de una comisión de investigación, como exigió Ciudadanos, alejando así la posibilidad de una moción de censura. "No tenemos miedo a la verdad", enfatizó Ángel Garrido, número dos del Gobierno regional. "Aquí no hay solución a la murciana", se revolvieron. "Tengo absoluta tranquilidad", repitió un día más la protagonista, negando irregularidades.
Cifuentes recibió el apoyo de Rajoy. "La presidenta de la Comunidad ya ha dado sus explicaciones en numerosas ocasiones, ante ustedes y en el Parlamento. Ha dado sus explicaciones, ha iniciado unas actuaciones ante la Justicia y la propia Universidad ha remitido a la fiscalía todas las decisiones, acuerdos y actas", argumentó. A partir de ahí, "no tengo mucho más que decir porque no me corresponde a mí". Esto es, dejó su futuro en manos de la Justicia. Pero remató: "Manifiesto una vez más el apoyo de mi partido a la presidenta".
Durante toda la jornada, el presidente intentó insuflar ánimos a los suyos, también noqueados por el revés del caso Puigdemont. "El PP volverá a ganar" y la oposición "se quedará con un palmo de narices", afirmó en un acto con Nuevas Generaciones. Repartió besos y se subió a una cinta andadora junto a una pantalla gigante en la que se invitaba a seguir "el ritmo de Rajoy". Incluso llegó a bromear sobre su continuidad, avisando de que piensa resistir "mucho tiempo".