Censura previa. Todo estaba preparado para que la Casa Elizalde del Ayuntamiento de Barcelona acogiera un acto del Centro Libre de Arte y Cultura (CLAC), entidad muy connotada por sus exposiciones, cursos y conferencias de carácter no nacionalista. Los responsables de este organismo habían reservado y pagado una de las salas de dicha casa para el próximo martes. El dramaturgo Pau Guix, el periodista Ramón de España y el portavoz de Tabarnia y líder del Balcón de la Resistencia, Jaume Vives, eran los nombres anunciados en el cartel del CLAC para una cita bajo el título Help Tabarnia.
Todo iba según lo planeado hasta que la entidad promotora del evento comenzó a darle publicidad a través de las redes sociales. El título y los antecedentes "unionistas" de los participantes pusieron sobre alerta a los responsables de la gestión del centro cívico, quienes tras evacuar consultas con el equipo de gobierno de la alcaldesa Ada Colau, cancelaron el contrato con el CLAC sin dar más explicación que la de que un "error humano" era la causa de que el espacio ya no estuviera disponible.
Ese día y a esa hora alguien sin identificar tenía un derecho adquirido sin especificar que hacía imposible el uso de la sala por parte de semejantes disidentes. Además, los gestores del edificio municipal advirtieron al CLAC que tal estancia y todas las demás están sometidas a una demanda tan alta y previa que es imposible encontrar un hueco de una hora en los próximos meses.
'Help Tabarnia'
Hacía cuatro semanas que se había reservado y pagado el recinto y a pocos días de la celebración del acto, los responsables del CLAC recibieron un escueto correo electrónico en el que se les comunicaba la súbita indisponibilidad de la sala y se les solicitaba un número de cuenta para devolver el importe del alquiler.
Puestos al habla con la responsable operativa de la Casa Elizalde, los organizadores de la subversiva sesión Help Tabarnia pudieron constatar que las instrucciones municipales eran concisas y estrictas. Tabarnia no existe y, si existe, está prohibido hablar, debatir o informar de ella entre las cuatro paredes de cualquier edificio de la administración barcelonesa. Y mucho menos en la céntrica y señorial Casa Elizalde, un "centro cultural" con una programación que incluye no sólo conferencias y espectáculos de formato reducido sino también cursos de yoga, tai-chi, chi-kung, talleres de baile estilo Bollywood, de "baletonic" (mezcla de pilates y danza clásica) y clases de historia de la Unión Soviética.
En la Casa de Madrid
Casa Elizalde es también uno de los espacios que quiere utilizar la Assemblea Nacional Catalana (ANC) para llevar a cabo su "ayuno público colectivo" por la libertad de presos y fugados.
Los censurados de Colau afirman que no cejan en su empeño de hablar sobre Tabarnia con Jaume Vives y se acogen a la hospitalidad de la Casa de Madrid en Barcelona, en la que si no hay contratiempos, se celebrará el acto Help Tabarnia el mismo martes 27 a las siete y media de la tarde.
La censura contra el CLAC por parte del Ayuntamiento de Barcelona no es precisamente un episodio inédito bajo el mandato de Colau, en el que se han prohibido carteles con un retrato artístico de Morante de la Puebla o la instalación de pantallas gigantes para seguir a la selección española de fútbol, entre otros episodios.
El Grup de Periodistes Pi i Margall, otra entidad connotada por no ser nacionalista, ha emitido una nota en la que "se solidariza con el Centro Libre Arte y Cultura (CLAC), que ha sido censurado por el Centro Cívico Casa Elizalde en su acto "Bar de CLAC: Help Tabarnia" que organiza para el próximo martes 27 de febrero".
Miedo a represalias
El comunicado del Grup alude también a las dificultades de las asociaciones no nacionalistas para garantizar sus derechos en materia de libertades de reunión y expresión en Cataluña y recuerdan que no es la primera vez que les ocurre algo parecido: "Para este mismo acto se contactó también con el Centro Cívico de Sagrada Familia que, pese a hacer acuso de recibo de la solicitud, no ofrecieron fechas ni informaron de su disponibilidad, cosa que ya ha pasado en otras ocasiones con otros centros", aseguran.
Para CLAC y otras agrupaciones constitucionalistas también es difícil encontrar un centro privado en Barcelona en el que realizar sus actos: "La implicación política que tienen algunos de sus eventos provoca que, por miedo a represalias, dichas salas prefieran no albergarlos".