Mariano Rajoy se ve hoy más fuerte políticamente que ayer. Y todo gracias a Pablo Iglesias y su fracasada moción de censura, que sólo apoyaron EH Bildu y ERC. "La vida sigue", declaró al término de la votación. "Estoy contento y animado para continuar", proclamó, con todo el PP arropándole. "Sale muy reforzado, la estrategia ha funcionado", zanjaron desde la Moncloa, tras semanas muy complicadas con ministros en la picota y el partido noqueado por la batería de presuntas corruptelas. Si bien, el temor en las filas populares es que todo sea un espejismo y que, dentro de unos días, los problemas regresen.
Ministros y altos cargos aprovecharon la segunda jornada del debate parlamentario para felicitarse por "la victoria" del presidente. "Desmontó a Iglesias y lo que quiere hacer con este país. Puso los puntos sobre las íes a los populismos", resumió Soraya Sáenz de Santamaría. Para el PP, fue un indudable acierto que Rajoy entrara desde el primer momento en el cuerpo a cuerpo asumiendo todo el protagonismo. Finalmente, no intervino ni un miembro del Gobierno, tampoco la vicepresidenta, que ayudó a confeccionar la línea a seguir. "Hemos logrado evitar las filtraciones y despistar al adversario", sacaron pecho los asesores del presidente.
Rajoy se vio tan sobrado, tan seguro de ser el vencedor, que optó por dejar su escaño vacío durante buena parte de la última parte del debate y no volvió a tomar la palabra dentro del hemiciclo. No escuchó a su socio de investidura, Albert Rivera, ni tampoco al socialista José Luis Ábalos, que se estrenaba en la tribuna de oradores. El argumento esgrimido por su equipo para justificar su ausencia fue que se tenía que encargar de los intereses de los españoles y hacer "llamadas internacionales" que no aclararon. "Está trabajando pero con un ojo puesto en el Congreso", expusieron en Moncloa, aunque no sin cansarse de repetir que "sólo hay que leer la prensa" o atender "a las tertulias" para darse cuenta del ganador de la moción. "Habrá estado haciendo deporte, andando rápido", bromearon desde la cúpula.
Las vallas del Congreso se abrieron para Rajoy más tres horas y media después de que diera inicio el debate, apenas unos minutos antes de que Rafael Hernando interviniera. El presidente avaló su tono duro y bronco, se mantuvo inexpresivo ante el tenso rifirrafe de su portavoz con Iglesias y saludó a los suyos cuando la votación confirmó que seguirá en el palacio de la Moncloa.
"Estoy satisfecho. La moción ha sido rechazada por la inmensa mayoría y eso quiere decir que seguiremos trabajando", contestó instantes después en una breve declaración ante la prensa en los pasillos. Un portazo, razonó, "a los radicales, extremistas y personas con comportamientos bastante poco saludables para la época que estamos viviendo". "Hemos estado aquí dos días pero la vida continúa", añadió, y recuperó su discurso económico cargado de datos positivos. "El objetivo sigue siendo que haya 20 millones de personas trabajando en 2020", subrayó, dejando claro que se siente con ganas de rematar su tarea.
Larga comida con Hernando
Cumplido el trámite, el presidente se fue a comer a un restaurante cercano a la Cámara Baja con Hernando y el resto de la dirección del grupo popular. Los asuntos de Estado que le tuvieron ocupado por la mañana y le impidieron participar en la moción desaparecieron por la tarde, toda vez el encuentro con los suyos terminó pasadas las siete. "Está contento y muy tranquilo", aseguró uno de los comensales. "Su liderazgo es hoy indiscutible, el PP es Mariano Rajoy", transmitieron al más alto nivel. El presidente, por su parte, elogió en las redes sociales "la unidad" de su formación.
Durante toda la jornada, en Moncloa y en Génova no escondieron su satisfacción ante el desarrollo de la moción, incluida la controvertida intervención final de Hernando, aunque varios parlamentarios consultados por este diario auguraron que la alegría podría durar poco. "Hasta que salga otra filtración, otro caso de corrupción", lamentó un vicesecretario general. "Disfrutemos del momento porque ya llegarán los nubarrones", apuntó, sonriente, un alto cargo de Génova. Pocos minutos después saltaba la noticia de que Francisco Granados, hoy defenestrado por el PP, salía de prisión.
Cabe destacar que el PP se sigue enfrentando un escenario político a cara de perro. El PSOE anunció este mismo martes que buscará la reprobación de Cristóbal Montoro, que se mostró muy vehemente en un corrillo con periodistas a la hora de rechazar que vaya a dimitir, siguiendo así los pasos de Rafael Catalá. El partido también se enfrenta al "circo" de la comisión de investigación sobre su financiación y a la declaración del presidente en la Audiencia Nacional.
En este contexto, la sintonía demostrada entre Podemos y el nuevo PSOE hizo saltar las alarmas. "El discurso de Ábalos es sospechoso", apuntaron desde el entorno de Rajoy, aunque el Gobierno se quiso quedar formalmente con el hecho de que "los socialistas, junto a Ciudadanos, siguen estando al lado de Rajoy en la defensa de la unidad nacional, y eso hoy por hoy es más importante". Ante los rumores de una nueva moción antes de que concluya el año, desde el Ejecutivo quisieron mostrarse prudentes: "Dadnos un respiro".