Mariano Rajoy se implicó directamente en las negociaciones con el PNV. Fueron contactos discretos, como él siempre ha defendido si "se quieren hacer las cosas bien", tras un trabajo de campo previo. Mantuvo varias conversaciones con Andoni Ortuzar, con quien firmó el pacto sin cámaras delante este mismo miércoles en el Congreso, mientras Soraya Sáenz de Santamaría, clave en el acercamiento desde el inicio de la legislatura, hizo lo propio con Aitor Esteban o Josu Erkoreka. "Voy a trabajar, como lo he hecho en las últimas fechas y lo han hecho otros colaboradores míos, para llegar a un entendimiento", reconoció el pasado sábado, con Cristóbal Montoro enfrascado ya en el tira y afloja por el cupo vasco.
El acuerdo no fue fácil aunque, según la Moncloa, había interés por ambas partes de que "la cosa saliera adelante". Una operación deshielo que empezó hace meses y que le costó el puesto de delegado del Gobierno a Carlos Urquijo. Después vinieron la retirada de algunos recursos por parte del Gobierno ante el Tribunal Constitucional y las reuniones en los ministerios. Utilizando como percha el supuesto desarme de ETA, Rajoy y Urkullu despacharon en secreto en marzo. El pacto "es el resultado de un proceso de meses", admitió Alfonso Alonso, el líder de los populares vascos, al que le ha costado tener un papel relevante en el proceso.
En el sprint final, y con el PP noqueado por los escándalos, el PNV apretó al Ejecutivo para sacar todavía más provecho a los contactos. Además de las partidas presupuestarias -importantes en página de infraestructuras- y del cupo, los nacionalistas vascos han logrado un "acuerdo político" cuyos detalles aún no se conocen con exactitud, por ejemplo en materia de seguridad. Cabe recordar que un sector del partido en el Gobierno se revolvió cuando surgieron las primeras informaciones sobre un hipotético cambio en la política penitenciaria con respecto a la banda terrorista ETA mientras Juan Ignacio Zoido se reunía durante más de dos horas con Estefanía Beltrán Heredia, consejera de Seguridad del Ejecutivo vasco.
Las cuentas de 2018
Sea como fuere, el acuerdo con el PNV permitió a Rajoy sacar pecho tras dos semanas muy duras por culpa de la corrupción. "Creo que es un buen presupuesto", declaró en los pasillos del Congreso, poco después de que Montoro defendiera las cuentas en el hemiciclo. "Estamos yendo por el buen camino", proclamó, en relación a las previsiones de creación de empleo. Mientras, Esteban, el portavoz nacionalista, entraba a toda prisa en la zona de Gobierno de palacio para cerrar los últimos flecos del pacto.
Con el Gobierno dando por descontado que las cuentas del presente año saldrán adelante, Rajoy ya apuntó a las de 2018, que tendrán que empezar a negociarse este mismo verano. Si bien, el PNV se mostró cauto, avisó de que el acuerdo se circunscribe únicamente a este ejercicio y rehusó escenificar una sintonía total ocultando la fotografía de Ortuzar y Rajoy firmando juntos el documento en un momento en el que, según Esteban, la corrupción ha complicado las negociaciones.
Unas reservas diluidas en privado, según las fuentes consultadas. "El PNV es un partido serio, de los de siempre, que no da bandazos dependiendo de lo que digan en una tertulia política", afirmaron desde el equipo directo de Rajoy, en una crítica velada a Ciudadanos. De hecho, en la Cámara Baja se dio por descontado que el presidente tiene más feeling con Ortuzar y Urkullu que con Albert Rivera. "Las relaciones son mucho mejores de lo que se puede presuponer públicamente", corroboraron desde la Moncloa.