Fue una de las noticias del verano del 2015: el Festival Rototom de Benicasim, una de las grandes citas mundiales de la música reggae, prohibía la actuación del cantante judío Matisyahu por las presiones de organizaciones del movimiento BDS (Boicot Desinversiones Sanciones), una iniciativa de corte antisemita que quiere presionar a Israel a través del rechazo a judíos o a instituciones israelíes en todo el mundo.
Tras fracasar en la presión directa a los organizadores, los responsables de este movimiento organizaron una campaña de acoso e intimidación en redes sociales que, mientras insultaba y denigraba al artista, exigía su expulsión del Festival.
En un principio, la organización cedió y pidió al cantante que denunciara públicamente a Israel. Por supuesto, Matisyahu fue el único de los participantes en el festival al que se requirió que fijara abiertamente su posición política para actuar. A ningún otro invitado se le hizo declarar sobre ningún otro asunto, ni explicar sus opiniones. El cantante judío se negó a ser discriminado y canceló su actuación.
Finalmente, ante el escándalo internacional la organización dio marcha atrás y Matisyahu cantó en el Rototom y, además, ahora los responsables de aquel veto podrían enfrentarse a consecuencias penales, ya que el juzgado de instrucción número 19 de Valencia ha admitido a trámite la querella presentada contra varios líderes del moviendo BDS por abogados defensores de los Derechos Humanos y que persiguen el racismo y el antisemitismo.
Los responsables de estas organizaciones, que recibieron el apoyo explícito de IU y Podemos, se enfrentan a la posibilidad de condenas a penas de cárcel de hasta cuatro años por incitar al odio y la discriminación.