Mariano Rajoy se paró unos instantes ante los periodistas en los pasillos del Congreso para arropar a Felipe González, después del boicot que sufrió en la Universidad Autónoma de Madrid. "Me parece muy mal", zanjó, para lamentar que "a estas alturas tengamos que estar revindicando derechos fundamentales como el de poder hablar y la libertad de expresión". "Mi solidaridad plena" frente a quienes "no le dejan decir lo que estime oportuno y conveniente", remató el presidente en funciones.
A Rajoy le preguntaron si cree que Podemos está detrás de la escalada de violencia, pero rehusó contestar. "Muchas gracias", y se metió en el hemiciclo. Si bien, en los pasillos de la Cámara, ministros y altos cargos del PP vieron claramente la mano de Pablo Iglesias en la "radicalización" de la vida pública. Pablo Casado fue uno de los más claros: "¿Esto es la anunciada vuelta a la calle a dar más caña y miedo?", se preguntó en las redes sociales. María Dolores de Cospedal se fijó en los matices de muchos de los dirigentes del partido morado: quienes disculpan "de alguna manera" el grave incidente "no creen en la democracia", dijo desde Toledo.
"Es muy grave que vivamos en un país donde algunos piensan que solo pueden hablar los que piensen lo mismo que ellos", denunció la número dos del PP. "Es dramático" y "no se puede permitir ni con Felipe González ni con nadie", insistió. "Afortunadamente, en este país todos tenemos derecho a hablar y a opinar, pensemos como pensemos, aunque no pensemos igual que los que boicotean los actos", remató Cospedal.
En paralelo, ministros como José Manuel García Margallo o Jorge Fernández Díaz se sumaron rápidamente a la condena. De "intolerable" lo calificó Cristina Cifuentes, presidenta de la Comunidad de Madrid.