Más allá de la vergüenza pública, de que en las portadas vuelvan a aparecer los sobres con dinero ilícito y la presunta financiación ilegal, la primera lectura que se hizo desde la dirección nacional sobre la declaración de Francisco Correa es que no les pasará factura, tampoco de cara a la investidura. "No nos afecta", zanjaron al más alto nivel, con Mariano Rajoy guardando un calculado silencio sobre todo lo que se refiere al caso Gürtel.
En Génova, donde siguieron con expectación las palabras de Correa, incluso encontraron una argumento para deslizar que nada de lo escuchado tiene que ver con Rajoy. "Ha dicho claramente que dejó de trabajar para el PP en el 2004", explicaron. Esto es, cuando el hoy presidente en funciones se hizo con las riendas de la formación. Así lo pusieron de manifiesto varios vicesecretarios generales en conversación informal con este diario. "La relación se cortó en 2004", insistieron, aunque Correa empezó entonces a mantener lazos con la estructura que entonces dirigía Francisco Camps.
"Hoy -por este jueves- se están juzgando acontecimientos que ocurrieron hace muchos años", declaró María Dolores de Cospedal, acostumbrada a tener que dar la cara por esta peliaguda cuestión. "Los militantes del PP queremos que se diriman, de una vez por todas, las responsabilidades penales que puedan derivarse", apostilló en Almendralejo, donde participó en una reunión interparlamentaria de la formación.