Nuevo ataque de Colau contra la Sagrada Familia y otras chapuzas urbanísticas
La alcaldesa exige al patronato del templo la licencia de obras y la CUP pretende que los turistas paguen por las colas en las puertas del templo.
A los principales dirigentes y estetas de la izquierda barcelonesa no les gusta la Sagrada Familia, el templo expiatorio concebido por Antoni Gaudí. Una basílica en un céntrico barrio no responde al modelo de ciudad de los bancos expropiados, el top manta o las plazas duras. Hace unos pocos días, el concejal responsable de arquitectura y urbanismo, el socialista Daniel Mòdol -cuyo partido, el PSC, forma parte del gobierno de Barcelona en virtud de un pacto con En Comú Podem, la plataforma de Ada Colau-, calificó la edificación de Mona de Pascua.
El Ayuntamiento no quiere que las obras continúen, entre otras razones porque implicarían la desaparición de una manzana de casas que debe dejar paso a una gran escalinata de acceso a la fachada principal de la iglesia, que da a la calle Mallorca. La expropiación ya estaba prevista en el plan general metropolitano que trazaron en 1976 los entonces abogados Narcís Serra y Miquel Roca y las viviendas, muchas de ellas de la constructora de Núñez y Navarro, se vendieron en su día a menor precio y con un límite temporal de ocupación de cuarenta años.
Así, el Ayuntamiento ha decidido litigar con el patronato responsable de las obras, dependiente del arzobispado pero en el que también figura el consistorio, y exigirle el permiso de obras después de cien años de trabajos. Según los responsables administrativos, con el mayor reclamo turístico de la ciudad no se puede hacer una excepción. Todo lo contrario. Sin licencia de obras, la Sagrada Familia no podrá continuar su construcción.
A esta ofensiva de Colau se ha sumado la CUP, que tras pedir la eliminación de la estatua de Colón, pretende ahora que los turistas que visitan la Sagrada Familia paguen un impuesto por formar colas en las puertas de acceso al templo e invadir las aceras aledañas.
El túnel de Mòdol, el crítico de Gaudí
Sin embargo, la de la Sagrada Familia no es la única polémica urbanística de la ciudad. El túnel de la plaza de las Glorias, el eje de entrada y salida entre Barcelona, Badalona, Mataró y las poblaciones de la comarca del Maresme sufrirá un retraso de más de un año y medio. Los trazados que debían unirse en el centro de la plaza de las Glorias están a diferente altura, una chapuza que el concejal que quiere acabar con la Sagrada Familia atribuye al complicado subsuelo barcelonés.
Lo singular del caso es que Daniel Mòdol fue el arquitecto responsable de esos túneles entre 2003 y 2014, fecha en la que se desvinculó de las obras tras fuertes discrepancias con los responsables del ayuntamiento que entonces dirigía el convergente Xavier Trias. Ahora, Mòdol prefiere hablar de la estética de la Sagrada Familia que del proyecto y los planos del túnel del eje de Glorias, cuyo trayecto en un sentido está a diferente altura que el que se comenzó por el contrario.
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