Alberto Núñez Feijóo es único en el PP. El primer líder regional que ha logrado revalidar su mayoría absoluta cuando todos los demás cayeron y solo algunos, con el respaldo de Ciudadanos, lograron mantenerse en el poder. Él mismo se encargó de recordar en campaña que ningún homólogo de su partido había logrado esa gesta en los comicios de 2015. Y, una vez más, Mariano Rajoy se encargó de hacer suya la victoria del barón gallego, con la vista puesta en otras generales en diciembre. En cuanto a lo ocurrido en el País Vasco, pese a la debacle, "hemos salvado los muebles", destacaron al más alto nivel.
A Feijóo le costó asumir el reto de volver a presentarse por tercera vez a las elecciones, le tembló la voz a la hora de anunciarlo, pero en el PP tuvieron claro desde el principio que sin él iba a ser imposible. Así lo entendió también Rajoy, que le prefería en Galicia. Ahora, pese a que el líder regional ya ha dicho que aguantará los próximos cuatro años en la Xunta, las fuentes consultadas reconocieron que, con sus resultados en la mano, tendrá margen para plantear cualquier batalla que considere. Incluso, llegado el caso, intentar asumir el liderazgo de la formación a nivel nacional.
Fue una noche electoral sin emoción en la sede nacional. Rajoy, que se pateó Galicia durante toda la campaña, estaba convencido de que superarían la barrera de los 40 escaños. Y, durante el domingo, no sonaron las alarmas en ningún momento. "Parece que va bien", deslizó Ana Pastor, que estuvo a caballo entre Pontevedra y Santiago. Las encuestas internas siempre apuntaron a que el diputado número 38 –que da la mayoría absoluta– estaba asegurado, pero a Feijóo le atemorizaban "los restos" y no se cansó de lanzar mensajes al posible al posible votante de Ciudadanos hasta el último minuto.
Atados los 41 escaños, con más votos que hace cuatro años, Feijóo compareció pletórico. "No soy el futuro del PP, soy el presente de Galicia", afirmó tras despachar telefónicamente con Rajoy. "Estaremos aquí hasta finales de 2020", quiso cerrar el debate. Mientras, en Génova no dudaron en destacar la "buena campaña" del líder nacional para vincularle con el triunfo.
Nada más terminar Feijóo, María Dolores de Cospedal –que no Pablo Casado, que fue el encargado de dar la cara en los malos momentos– salió en rueda de prensa para felicitarle y para rechazar malestar alguno por el hecho de que haya escondido las siglas del partido durante los últimos 15 días. "Creo que no hay nadie en Galicia que no sepa que Feijóo era el candidato del PP", sentenció. Además, confirmó que se hará la foto con Rajoy este lunes, en el Comité Ejecutivo convocado a las cinco de la tarde.
Conversación con Urkullu
Rajoy tampoco tardó en descolgar el teléfono y llamar a Íñigo Urkullu. También hizo lo propio con su candidato en el País Vasco, que sonriente no dudó en situarse en el tablero de juego pese a los malos resultados. "Con este apoyo y esta base, vamos a hacer grandes cosas aquí. Utilizaremos nuestros votos con inteligencia para que haya estabilidad", proclamó Alfonso Alonso. En la cúpula del PP no cerraron la puerta a un posible entendimiento con el PNV también a nivel nacional, aunque las terceras elecciones siguen estando en boca de todos. "Quiero destacar el talante negociador y abierto que tiene mi partido", repitió en varias ocasiones la número dos de la formación.
En todo caso, a ojos de Rajoy, el titular principal es que "se ha castigado en las urnas el bloqueo institucional" del PSOE. De hecho, durante toda la noche, en la cúpula nacional prestaron mucha atención a los números del Partido Socialista, con la vista puesta en el Comité Federal del día 1 y la posible caída de Pedro Sánchez. "Es una evidencia que el PSOE ha cosechado los peores resultados de su historia" y ello "merece una reflexión", dijo públicamente la secretaria general del PP. "A Sánchez le espera una semana muy interesante", en palabras de un colaborador muy próximo al presidente en funciones, que marcará este lunes su hoja de ruta de cara a los próximos días.