Mariano Rajoy detesta el "ruido" sobre su liderazgo, y en Génova temen que se instale el debate en los medios sobre si ha de dar un paso atrás tras la segunda votación de investidura, que todo el PP da por descontado que será fallida. Así las cosas, solo horas después del previsible portazo del Congreso, se ha convocado un Comité Ejecutivo con una consigna clara: "Cerrar filas" alrededor del presidente en funciones. Inmediatamente después, ya con los deberes hechos, cogerá un avión para participar en el G-20, que se celebrará en la ciudad china de Hangzhou.
La foto se llevará a cabo el sábado a las once y media de la mañana en Génova13. Y en la dirección nacional no disimulan que el principal objeto de la cita es arropar a Rajoy y dejar claro a la opinión pública que no existen brechas internas, como sí se pudieron observar -aunque mínimas- tras los comicios de diciembre. "No hay ninguna duda sobre la continuidad" del líder del PP, se encargaron de enfatizar al más alto nivel.
El pasado domingo, tras sellar el pacto de investidura con Ciudadanos, un periodista le preguntó a Rajoy en una charla informal -sin cámaras delante- si no había barajado la posibilidad de ceder la batuta en aras del entendimiento. "Me han elegido los ciudadanos", vino a responderle, dejando entrever su intención de resistir. "El liderazgo de Rajoy viene ratificado por una gran victoria electoral en diciembre que fue reforzada en junio. Si el liderazgo de Rajoy sale tocado después de haber ganado el debate de investidura, imagínense cómo queda el de los demás", señaló Rafael Hernando este mismo jueves.
El papel de Herrera
Según la cúpula, el debate puede venir de fuera, pero en ningún caso está instalado con fuerza de puertas para adentro. "No lo vamos a alimentar nosotros". De hecho, en Génova siempre señalan a los mismos díscolos, y recuerdan que ahora están callados y su influencia "no es mucha". A saber, José María Aznar, que tras el 20-D reclamó un Congreso Nacional aún postergado, o Esperanza Aguirre, ahora más centrada en la política municipal madrileña. Por su parte, "a Juan Vicente Herrera le habrán dado un toque", en voz de un miembro del Comité Ejecutivo, que escuchó del barón de Castilla y León la petición de más democracia interna y que el cónclave popular se celebre lo antes posible en la última reunión del órgano.
Son voces importantes, pero en Moncloa aseguran que no hacen daño a Rajoy. El control del presidente en funciones del Comité Ejecutivo -al que asisten, principalmente, los líderes autonómicos y la plana mayor de la formación- es prácticamente total. De hecho, cuando los asistentes hacen uso del turno de réplica suele ser para elogiar al líder. Ocurrió en la última cita, salvo por la excepción de Herrera, que apenas se deja caer por Madrid. Todos aclamaron al presidente en funciones, pese a que nada habló de las condiciones de Albert Rivera para el pacto, como así había prometido.
Así las cosas, en el PP tienen hoy asumido que será "el propio Rajoy" el que decida sobre su futuro cuando él así lo estime lo oportuno. "Daré la batalla", avisó mirando a su bancada el miércoles, pocos minutos antes de que fracasara en la primera votación de investidura. "Si no es posible ahora, la obligación es perseverar en el intento", declaró recientemente, augurando que se volverá presentar.
Mientras, el mensaje oficial seguirá siendo que el PSOE es el único culpable del bloqueo, como repitieron sin cesar todos los portavoces del PP que este jueves salieron a la palestra. Aún más: que es Pedro Sánchez el que debería de marcharse para dar solución a la crisis política. "La llave la tiene Sánchez, es evidente, y o la tira al fondo del mar, como parece que quiere, con lo que nos vamos a terceras elecciones, porque cree que tendrá más diputados y mejorará sus resultados del 26 de junio, o usa esa llave para ser útil", en palabras de Hernando.