Presumiendo de haber sido detenida durante el franquismo, rememorando la matanza de Atocha en la que incluso parece lamentar no haber muerto y, como hace casi siempre, presentándose como víctima de los medios de comunicación –“esa crítica hacia mí que los medios elaboran con tanto celo y éxito lingüístico yo no la veo en la calle”-, Manuela Carmena es entrevistada este sábado en la contraportada de El Mundo para volver a lanzar algunas afirmaciones cuanto menos sorprendentes.
Una, por ejemplo, respecto al partido que la ha llevado a la alcaldía –con permiso del PSOE, eso sí-, Podemos: "No soy de ese partido ni lo conozco mucho. En mi gobierno hay gente de Podemos, pero como concejales de una candidatura de muchos grupos unidos por unos principios". El hecho de que Pablo Iglesias le ofreciese personalmente encabezar esa candidatura debió ser una extraña casualidad ya convenientemente olvidada.
A la Carmena que se equivoca en sus discursos, que olvida el nombre los más altos directivos de España o que lanza ocurrencias como la de los niños recogiendo colillas le parece que la política en España no es muy allá: "Veo la torpeza de buscar objetivos partidarios y simplones, tópicos constantes. Veo enorme estulticia. Poca calidad. A veces los discursos de los partidos son tan infantiles que dan vergüenza".
Lo más sorprendente, sin embargo, es su afirmación sobre una de las banderas de su campaña y del partido con el que no tiene nada que ver pero que la ha puesto de alcaldesa: "Desahucios los va a haber siempre", asegura, para matizar lo que se supone que debe hacerse desde el Ayuntamiento: "Lo que hacemos nosotros es evitar que las personas se queden sin casa. La ejecución hipotecaria en una barbaridad", explica.