Mariano Rajoy intentó alejarse una vez más del "ruido" y de lo que él mismo ya ha denominado la "teatralización" de la política. Le gustaría abrir un periodo de negociación a la antigua, en el que primero se produce la reunión y después se informa de su resultado. O, al menos, pretende huir una vez más del maremoto político y mediático en el que se convirtió el Congreso de los Diputados tras los anteriores comicios. "Todo el mundo debe tranquilizarse", recomendó a su llegada a Bruselas, donde fue felicitado por sus homólogos comunitarios antes de abordar la crisis provocada por Reino Unido.
Con el PP detrás de él sin rechistar, el presidente en funciones ya tiene una hoja de ruta trazada, y no tiene intención de dar bandazos. Tras regresar a España, iniciará una ronda de contactos -en principio, en Moncloa- con sus interlocutores políticos, de uno en uno. Quiere estar con ellos cara a cara, a solas, y testar si es cierto o no que mantienen sus vetos. El primero con el que se verá es con Pedro Sánchez, a quien le volverá a ofrecer una gran coalición. Su gran prioridad es entenderse con quién no se habla desde hace meses, y del que no tiene una opinión muy positiva.
Si Sánchez no se cerrara en banda, Rajoy estaría dispuesto a negociar prácticamente de todo, según admiten las fuentes consultadas. Desde una reforma de la Constitución -en la que no se tocara que la soberanía nacional reside en el conjunto de los españoles- a la presidencia de las Cortes o la posibilidad de que haya socialistas en el futuro gabinete. "Merece la pena explorar la posibilidad" de un pacto con el PSOE, defendió Soraya Sáenz de Santamaría, ya que "ese modelo ha funcionado bien en otros lugares de Europa". Y añadió: "Hay que dialogar sobre la base de medidas y reformas concretas y ahí es donde podemos encontrarnos".
Tras el líder de la oposición, llegará el momento de Albert Rivera, que sigue manteniendo intacto su "no" a Rajoy, pese a que han comenzado las fricciones internas. Si hubiera opciones de una gran coalición, Ciudadanos será invitado de inmediato, corroboraron las fuentes consultadas. También, por supuesto, si se lograra que el PSOE suscribiera un pacto de Estado con "medidas concretas" aunque no formara parte del gobierno. Si estas fórmulas no salen adelante, Rajoy intentaría sumar los escaños del partido naranja a los suyos, con el PNV como posible invitado.
Precisamente, Rajoy y Rivera coincidieron en Bruselas este miércoles, y el presidente en funciones se negó a valorar el veto de su interlocutor. "Yo no voy a entrar en debates ni en disputas; las conversaciones sobre estas negociaciones se deben llevar sin presión y sin estar constantemente radiándolas en los medios de comunicación", contestó, según recoge EFE. "Los partidos debemos hablar", enfatizó una vez más, no sin repetir que todo debería quedar resuelto antes del mes de agosto.
En este sentido, un sector del PP reconoce que confía más en un acuerdo con Ciudadanos que con el PSOE, pese a calificar de positiva la gran coalición. "Estamos más cerca de sus posiciones", corroboraron hasta dos altos cargos, en conversación informal con este diario. "Le tendríamos que dar prioridad", según un líder territorial, tras poner como ejemplo lo que ocurre en la Comunidad de Madrid y la Región de Murcia. Cabe recordar que Pablo Casado siempre ha abogado por un entendimiento con Rivera, pese a que éste siempre estuviera en el punto de mira de Génova, incluso bastante antes de la campaña.
Tanto a Sánchez como a Rivera, Rajoy les exigió que cedan y se sienten a negociar. "Ir a próximas elecciones como consecuencia de la cerrazón de alguien sería un disparate que no íbamos a olvidar en España en muchísimos años", avisó el líder del PP, que se ve mucho más fuerte que tras el 20D con sus cerca de ocho millones de votos y 137 diputados. "Espero que se imponga el sentido común, impere la razón y que se haga caso a lo que han dicho los españoles", añadió, en declaraciones a los periodistas.
Mientras, en España, sus portavoces hicieron de coro sin saltarse en ningún momento la directriz oficial. Primero, poniendo en valor que se puede hablar de todo, incluso de la reforma laboral, como afirmó Javier Maroto. Y, además, rescatando la posibilidad de que el PP dé su apoyo a los socialistas en aquellas comunidades en las que gobierna con la connivencia de Podemos, en palabras de Pablo Casado. Ambos insistieron en que ha de terminar la situación de "bloqueo".
Ocurra lo que ocurra, Rajoy parece decidido a no cambiar de postura, como ya hizo en los meses anteriores pese a una presión enorme. Está convencido de que, como entonces, le saldrá bien la jugada. "Reivindico mi derecho a gobernar. Me gustaría una coalición fuerte para cuatro años pero, si no quieren, espero que dejen gobernar al que ha ganado", aseveró en Bruselas. La opción de un gobierno en minoría, sin ningún pacto atado para sacar adelante las medidas más importantes -como los Presupuestos-, es la que menos le gusta. "Sería muy difícil y generaría inestabilidad", admitió en una reciente conversación informal. Pero estaría dispuesto a dar el paso si PSOE y Ciudadanos se abstienen, extremo al que hoy también se niegan.