Giro en el discurso de Mariano Rajoy en el ecuador de la campaña. El anuncio de Albert Rivera de que no facilitará su investidura en ningún caso, sumado a su dureza en el debate a cuatro, sirvió al PP para volver a ponerle en el centro de la diana. La orden a los portavoces del partido ya la avanzó este diario: "Hay que darle caña", se les dijo, aunque Pablo Casado siga evitando el cuerpo a cuerpo. Ya no solo se vincula a Ciudadanos con el PSOE, sino también con Podemos.
Públicamente, Rajoy deslizó que Ciudadanos se podría convertir en el facilitador del caos que, a sus ojos, supondría la llegada de Pablo Iglesias al poder. "La única alternativa al PP es una coalición PSOE, Podemos y Ciudadanos, a ver si son capaces de hacerlo", afirmó el jueves por la noche en Pontevedra. Ya entonces, a los dirigentes de la formación Jorge Moragas les había enviado un argumentario interno durísimo sobre Rivera. "Nos está haciendo la campaña con su veto. Se pone del lado de Sánchez", explicaron fuentes del comité de campaña.
Con la consigna aprendida, y repetida en medios de comunicación y actos públicos por toda la geografía nacional, Rajoy llegó este viernes a Guadalajara. Y allí dejó a un lado la campaña propositiva, para reafirmarse en el contraataque. "Gobernar es muy difícil y en tiempos complejos lo es mucho más. Para esto no basta con insultar", espetó a Rivera. Después, en una entrevista en Canal Sur, le volvió a unir con Iglesias: "Si Ciudadanos no le da su apoyo al PP, se lo tendrá que dar a Podemos", avisó a navegantes. "Los vetos no tienen ningún sentido", remató.
Además, el presidente en funciones encontró en Castilla-La Mancha el ejemplo perfecto para seguir atizando a Ciudadanos, y reafirmarse como único voto útil. El equipo de María Dolores de Cospedal suele recordar con pesar que se quedaron sin la mayoría absoluta por un "puñado de votos" y que Ciudadanos, que le pegó un buen mordisco, no consiguió escaño alguno. "Los votos que algunos dieron a Ciudadanos sirvieron para que otros ganaran escaños y ellos ninguno", simplificó Rajoy, con Cospedal a su lado. "Lección para el futuro", resumió el candidato, que siempre estuvo seguro de que mantendrían dicho territorio.
Los ataques a Albert Rivera aún fueron a más. Si cada vez que acude a un pequeño municipio reivindica la vigencia de las Diputaciones Provinciales –esta misma semana, en Tudela o en la localidad asturiana de San Martín de Podes-, en Guadalajara fue un paso más allá, al acusar al partido naranja de pedir su desaparición porque "nunca" han dejado de "pisar moqueta" y no saben, por tanto, la labor que realizan dichos organismos. "Voy a defender el campo y el mundo rural", no se está cansando de repetir durante esta campaña.
Tan duro fue en sus críticas a Rivera, que pasaron prácticamente desapercibidos sus golpes políticos a Podemos, y en especial contra las alcaldesas de Madrid y Barcelona. Y lo mismo le pasó a sus portavoces. Incluso Soraya Sáenz de Santamaría, al término del Consejo de Ministros, le mandó un mensaje a Rivera. "Los ciudadanos son los que deciden", le advirtió, y ligó su futuro político al del presidente. "Al séptimo día de campaña, la cabra ha tirado al monte", afirmó Xabier García Albiol, mucho más duro. El líder del PP catalán llegó a comparar a Rivera con Anna Gabriel, de la CUP. Se explicó: "Su única obsesión era vetar a Mas" y ahora "Rivera se ha quitado la careta y está haciendo lo mismo que ella".
Cabe recordar que Moragas se puso como meta recuperar medio millón de votos que el 20 de diciembre se fueron a Ciudadanos y que, en al menos diez provincias, provocó que el PP perdiera un escaño pero no que el partido naranja lo consiguiera. Ponen, de hecho, varios ejemplos en los que el beneficiario acabó siendo Podemos. En este sentido, fuentes de la dirección nacional precisaron que, según los últimos trackings, Rajoy sigue subiendo "lento pero seguro". No así Ciudadanos, que estaría cayendo. El plan pasa porque Rivera no se recupere en la última semana de campaña, y menos aún tras su clarísimo veto al presidente en funciones.