No había terminado el primer bloque del debate, y el PP ya se lanzó a dar por ganador a su candidato. "Presidencial, solvente, con palabras de un gobernante" frente a "quieren arreglar España en un minuto de intervención", afirmaron varios de sus portavoces. Mariano Rajoy se había preparado para un todos contra él, y acudió al lance televisivo cargado de datos. Según los suyos, no tuvo rival en materia económica. "Hablar está muy bien, pero dar trigo es más complicado", espetó a sus interlocutores. Más problemas tuvo en página de corrupción.
Rajoy apenas devolvió la mirada a sus rivales. Ante las críticas constantes de Pedro Sánchez, él se dedicó a ojear sus papales y no interrumpió prácticamente en ningún momento. En los primeros compases, se refirió al empleo, las pensiones, las políticas sociales... "Hay que perseverar" o "volveremos al disparate", destacó en varias ocasiones. Y no se cansó de repetir que, en la próxima legislatura, se podrán crear dos millones de puestos de trabajo.
En paralelo, el PP no paró de enviar a lo periodistas cifras para reforzar el discurso económico de Rajoy. "La mayor destrucción del estado de bienestar la hizo el PSOE destruyendo 3,5 millones de empleos", se podía leer en uno de ellos. "Conviene venir estudiado, aquí no se viene a hacer prácticas al Gobierno se viene aprendido", acusó el presidente en funciones a todos sus rivales sin excepción. "Estos señores están todo el rato hablando de mí", llegó a afirmar en otro momento, ante la batería de quejas recibidas. Tal y como le recomendaron Jorge Moragas y Pedro Arriola, dio un paso atrás cuando la contienda no le afectaba.
La corrupción
Como se preveía, el momento más complicado para Rajoy llegó con el tema de la corrupción. "Señor Sánchez, no sé qué quiere que le diga", replicó al líder del PSOE, después de que éste le pidiera que se fuera. El presidente en funciones le echó entonces en cara el caso de los ERE y le recordó que él tampoco había asumido responsabilidades políticas, y el moderador tuvo que acallar a Sánchez. "En España se persigue la corrupción sin aspavientos, con leyes y castigos", prometió Rajoy.
También se enzarzó con Albert Rivera en este capítulo. Se vivieron momentos muy tensos. "No me interrumpa que yo no le interrumpí", exigió Rajoy ante las protestas del líder del partido naranja. En hasta tres ocasiones, le acusó de tener "una mentalidad inquisidora", por ejemplo cuando abogó por la independencia del poder judicial o le sacó los SMS de Luis Bárcenas, el extesorero del PP. "Modestia y humildad", le solicitó a renglón seguido. "Setenta medidas contra la corrupción frente a aspavientos", vendió en paralelo el PP, aunque algunas fuentes de la dirección reconocieron que fue el punto más delicado para su líder.
El segundo descanso -de diez minutos- permitió a Rajoy pasar página, y volvió a controlar la situación. En política exterior o sobre la lucha antiterrorista, no aportó novedades a su discurso. Tampoco sobre el pulso separatista. A Sánchez le auguró que quedará tercero el 26J, como apuntan las encuestas, aunque volvió a ofrecer una gran coalición de formaciones "moderadas". No entró en el cuerpo a cuerpo con Pablo Iglesias. "Tenemos un gran porvenir por delante, tenemos una buena base, somos una gran nación", se despidió de la audiencia.
Para el PP, no hubo dudas. "Rajoy ha debatido sobre los problemas de los españoles, los demás han debatido sobre Rajoy", zanjaron. "Sólo hay un candidato a presidente: Rajoy", se reafirmaron al más alto nivel. "Vence y convence", trasladaron a los medios de comunicación, reunidos en la sede nacional de Madrid. Este martes, el candidato retoma su agenda de campaña: acude a Almería y Granada en busca de "los restos".