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Relaciones bilaterales Cataluña-España para celebrar el XX aniversario del Pacto del Majestic

La reunión de Soraya Sáenz de Santamaría con Junqueras ha coincidido con la efeméride del acuerdo entre Aznar y Pujol en 1996.

La reunión de Soraya Sáenz de Santamaría con Junqueras ha coincidido con la efeméride del acuerdo entre Aznar y Pujol en 1996.
El famoso apretón de manos entre Pujol y Aznar en los pactos del Majestic | EFE

Hace veinte años, en una noche de domingo, los artífices del acuerdo de gobernabilidad entre José María Aznar y Jordi Pujol posaban para la posteridad en el hotel barcelonés del paseo de Gracia. Habían llegado a un pacto histórico tras un rosario de concesiones del entonces aspirante a la presidencia del Gobierno -cabeza de Vidal-Quadras en bandeja- al incuestionable presidente de la Generalidad, "hombre de Estado" por aquellas calendas y paladín de la estabilidad institucional de España. Ambos certificaban un acuerdo que venía precedido del "Pujol, enano, habla castellano".

Para la foto posaban el propio Aznar, el mismísimo Pujol, así como Rodrigo Rato, Duran Lleida, Macià Alavedra, Joaquim Molins, Sánchez Llibre y Mariano Rajoy, el único superviviente político de esa instantánea. Todos los demás, o están imputados, desaparecidos o cuestionados. El pacto que parecía imposible se consumó. Eran otro PP y, sobre todo, otra CiU, la que discutía y arañaba fondos y competencias del Estado, ya fuera con el PSOE o con los conservadores, mientras que en Cataluña mantenía sus férreos postulados lingüísticos y culturales y preparaba el camino para el fin de la fase autonómica y el comienzo del proceso separatista. Era la política del "doble lenguaje" de Pujol, la mano de seda en Madrid y el guante de hierro en la Barcelona de la inmersión lingüística y el relato del odio a España.

Dos décadas después, Soraya Sáenz de Santamaría y Oriol Junqueras, vicepresidenta del Gobierno y vicepresidente autonómico catalán, sellaban una recomposición de las relaciones entre el nacionalismo y el PP, una fase de "deshielo" promovida por el presidente en funciones, Mariano Rajoy, y el president por accidente y presión de la CUP, Carles Puigdemont, tras su reunión de la pasada semana.

La "diplomacia" nacionalista ha alcanzado uno de sus principales objetivos, la interlocución directa, "de Gobierno a Govern", de Estado a estado propio, unas relaciones bilaterales que exceden el marco autonómico y sitúan a Cataluña un peldaño por encima de las demás autonomías, contribuyan menos o más al conjunto o dependan más que menos del Fondo de Liquidez Autonómica (FLA).

"Cumbre" de presidentes y reunión de vicesecretarios (de vicepresidentes) en ocho días. El PP ha cambiado de registro y el nacionalismo catalán ha aprovechado la oportunidad al vuelo. Bilateralidad conseguida y Moncloa, nada menos que el centro del poder en España, escenario para reivindicar la ruptura de España.

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