Alberto Núñez Feijóo volverá a ser candidato a la Xunta de Galicia, y todos en el PP respiraron tranquilos. Lo contrario hubiera supuesto un auténtico mazazo para la formación, y en especial para Mariano Rajoy. "El golpe habría sido durísimo", admiten en su entorno. Tanto a nivel regional como nacional, se extendió la tesis de que "sólo con Alberto" existe alguna posibilidad de mantener el Gobierno, y el barón por referencia acabó aceptando las súplicas de los suyos.
Sin Feijóo como cabeza de cartel, todo se veía muy negro. Oscurísimo. El presidente gallego, que relevó a Manuel Fraga al frente del PP regional en enero de 2006, llevaba ya tiempo dando síntomas de cansancio. Primero, se sugirió que sus intenciones eran dar por fin el salto a Madrid y pugnar por el liderazgo de la formación. Después, se deslizaron cuestiones personales y se habló de que acabaría yéndose a la actividad privada. Y saltaron todas las alarmas. "Las encuestas son demoledoras, sin Alberto, el panorama es desolador", se transmitió a la dirección nacional por parte de la estructura autonómica.
Rajoy siempre quiso que Feijóo resistiera, pese a que en 2015 le tanteó por si quería formar parte de su Ejecutivo. Su último recado público fue clarificador. "Espero que tome una buena decisión para él y para su partido", dijo por dos veces el martes, después de conversar con él en varias ocasiones. Entonces, la cúpula se convenció de que todo estaba ya apalabrado y que el líder gallego había dejado atrás sus dudas y se presentaría por tercera vez, como confirmó este sábado con gran emoción. "Una decisión que no ha sido fácil pero tomada definitivamente", contestó a los periodistas, antes de informar formalmente a la Junta Directiva, el máximo órgano entre congreso.
En Galicia, el partido vivía atemorizado ante la posibilidad de que Feijóo abandonara la política, a pesar del peso cada vez mayor de Alfonso Rueda, su leal número dos y sucesor natural. Las encuestas fueron definitivas para que los principales cargos del PP regional le imploraran que no se fuera. Ahora, la estructura celebrará un congreso los días 7 y 8 de mayo en Orense, y se da por descontado que nadie intentará rivalizar con Feijóo, convertido desde ya en una especie de héroe para los suyos.
La tarea electoral no será fácil, ni sumando los votos de Ciudadanos, que no acaba de cuajar en la región con unas Mareas cada vez más fuertes. "Pero el único que lo puede conseguir es Alberto", repitieron sin cesar en Galicia y Madrid. "Nos baila un escaño", según la dirección nacional, que desveló que la mayoría absoluta no está atada. Si logra mantenerse en la Xunta, no habrá quién le rechiste y su poder en el partido a nivel nacional será inmenso. "Estará en disposición de plantear cualquier batalla interna que quiera", incluso la de disputar la presidencia del PP, corroboran las fuentes consultadas.
En todo caso, a partir de ahora, Feijóo se centrará en Galicia, y tendrá a todo el partido para ayudarle. "El mensaje que ha lanzado es el mejor: en los momentos malos, se queda en el barco", se expuso desde el equipo de Rajoy. "Cuando Rajoy pide algo, se hace", añadieron, sobre las presiones que se han vivido. Mientras, desde Santiago de Compostela, el candidato ya arengaba a los suyos: "Nadie puede negar la complejidad de la meta que tenemos por delante, pero es posible alcanzar la meta. El listón está más alto y nuestro rendimiento debe ser más alto", afirmó.
Sin contestación interna de ningún tipo, el líder gallego entró de lleno en la larga precampaña, paralela a la que se vive en España. Hay, incluso, quienes no descartan que decida hacer coincidir los comicios. "Merecemos continuar", aseveró Feijóo, pese a recalcar que concibe la política como un servicio temporal en el que se está de paso. Dicho esto, "Galicia merece la pena siempre, y mucho más que cualquier otra cosa", enfatizó. "Para bien o para mal, soy yo y no lo puedo remediar".