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De Junts pel Sí a la guerra entre ERC y Convergencia

El grupo parlamentario está fracturado, el ejecutivo de coalición no se coordina y la Asamblea Nacional Catalana se declara en crisis.

El grupo parlamentario está fracturado, el ejecutivo de coalición no se coordina y la Asamblea Nacional Catalana se declara en crisis.
Puigdemont, junqueras y Neus Munté | EFE

Las relaciones en el seno de Junts pel Sí son cada vez más tensas. Germà Bel, exsocialista y uno de los teóricos independientes de la candidatura, ya ha amagado con dimitir por lo que calificó de "injerencias de miembros de CDC y ERC que ni siquiera son diputados". El grupo parlamentario ha mostrado sus discrepancias en varias ocasiones, la última con ocasión de la propuesta de Catalunya Sí que es Pot (facción de Podemos ajena a Colau) sobre las subvenciones a los centros escolares que separan a los niños y niñas. ERC es partidaria de eliminar esos conciertos mientras que en CDC están a favor de sufragar tales escuelas, aunque ese tipo de cuestiones ya no sean prioritarias en su "agenda". Al final, Junts pel Sí adoptó la tradicional postura de la vieja CiU, lo que le llevó a coincidir con el PP y mantener los acuerdos con esos centros educativos, mientras la CUP y los podemitas arremetían contra ERC.

En cada paso parlamentario afloran las contradicciones y pugnas entre republicanos y convergentes mientras en el Govern de la Generalitat las consejerías republicanas ignoran a las convergentes y las convergentes desprecian a las republicanas. No hay coordinación ni consta que Puigdemont y sus tres vicepresidentes, Romeva (Exteriores), Munté (Bienestar Social) y Oriol Junqueras (Economía) se hayan reunido para abordar plazos, políticas o estrategias, tal como estaba anunciado.

El líder de ERC, Junqueras, ejerce de presidente de facto, se reúne con el ministro de Economía, Luis de Guindos, y está en contacto casi permanente con el de Hacienda, Cristóbal Montoro, para sostener el día a día financiero de la Generalidad de la desconexión y el Parlament constituyente. Raül Romeva, el "ministro" de Exteriores, también va a su aire, a pesar de que sus competencias están en el limbo, y Munté (procedente de la UGT y avalada por Artur Mas) se mantiene fiel a Puigdemont y ejerce las funciones de portavoz gubernamental de CDC.

Por su parte, el presidente autonómico, Carles Puigdemont, recibe al líder del PSOE, Pedro Sánchez, y avala la teoría del "deshielo". Cualquier cosa antes que una repetición de las elecciones generales que llevarían al partido de Mas a una situación parecida a la Unió, entre lo anecdótico y lo extraparlamentario. Las perspectivas de ERC, en cambio, son algo mejores.

Todas estas tensiones y discrepancias tienen su reflejo en la Asamblea Nacional Catalana (ANC). El sustituto de Carme Forcadell, Jordi Sànchez, está en la picota. Le acusan de ser una marioneta de Mas, de haber "politizado" la Asamblea a favor de Convergencia y de provocar la desmoralización de las bases. El papel de la ANC fue puesto en tela de juicio durante la penosa negociación entre Mas y la CUP. No sólo la formación antisistema, sino también ERC se quejaron de que la Asamblea se movía y manifestaba a las órdenes del ya expresidente. Dado que los tres partidos tienen un peso casi similar en la organización "independiente", las próximas reuniones serán claves para redistribuir equilibrios y pasar facturas.

En el caso de que se repitan las elecciones generales, Sànchez ya se ha manifestado en nombre de la ANC a favor de la reedición de Junts pel Sí, pero en ERC no quieren saber nada de esa posibilidad. Si Unió está a punto de quiebra, Convergencia sólo está un escalón por encima, consideran.

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