A Mariano Rajoy le afectó ser declarado persona non grata en la ciudad que considera suya, donde estudió, se casó y espera pasar los últimos días de su vida. Le dolió y le entristeció, pero este domingo intentó resarcirse. Primero, pasó un fin de semana de descanso junto a su mujer, Elvira Fernández, y el matrimonio Arenas en Sangenjo y, después, recibió la ovación de los suyos en la clausura del congreso del PP de Pontevedra. Le interrumpió una simpatizante a voz en grito: "Eres un ejemplo a seguir y te queremos", le dijo entre aplausos.
El líder del PP se reconcilió con su tierra y miró al futuro. Cada vez que se le pregunta, él proclama que tiene fuerzas y ganas para volver a ser el candidato en caso de nuevas elecciones. Alberto Núñez Feijóo, presente en el acto, le respaldó una vez más –"Estamos contigo", le dijo-, como ya han hecho ministros, barones y altos cargos en los últimos días. "Vamos a tener más fe en la victoria y vamos a ganar el futuro", arengó Rajoy al PP, como si ya estuviera en plena campaña.
Durante su intervención, en ningún momento se refirió a las llamadas que aseguró que iba a realizar a Pedro Sánchez y Albert Rivera. Tal y como avanzó este diario, sus estrategas creen ahora que hay que "enfriar el tema" ya que "los que tienen prisa son los que salieron derrotados" de la votación en el Congreso de los Diputados. Si bien, una vez más, Rajoy ofreció la gran coalición como solución. "El mejor acuerdo para España es que gobierne el primero con el apoyo del segundo e incorporando a cualquier otra fuerza que tenga ganas e ilusión", destacó. Y precisó: "El Gobierno debe presidirlo quien ganó, como siempre".
Así las cosas, Rajoy se enorgulleció de que su posición está muy clara, se entiende perfectamente y no ha cambiado desde las elecciones del 20 de diciembre. Aunque, hecha la oferta, se centró en pasar al ataque, consciente de que hoy por hoy ese acuerdo es prácticamente imposible. "Esto es lo que hemos planteado a los españoles y, en frente, sólo hay una alternativa: que el PSOE pacte con Podemos, con los de Cataluña, con el PNV y con los independentistas", alertó a la opinión pública.
A sus ojos, los números son los que son, y pesan como una losa en la alianza entre el PSOE y Ciudadanos. En esta ocasión, Rajoy no citó expresamente a Rivera, pero ninguneó su plan de que el PP se sume al documento suscrito con Sánchez. "¿Cómo se le puede pedir a un partido político que vote a quien ha perdido las elecciones y quiere derogar toda su obra? ¿Qué clase de broma es esa? Por respeto a nuestros votantes, vamos a defender nuestras posiciones", arguyó. "Nuestro programa es infinitamente mejor al de los 130 escaños", se reafirmó con vehemencia.
En síntesis, Rajoy dejó claro que el PP no apoyará en ningún caso a otro candidato que no sea él. E hizo hincapié en que "estos tres meses de dimes y diretes" han sido nocivos para los intereses económicos del país. "Quedan muchas cosas por hacer y, si no se hacen las cosas con sensatez y sentido común, podemos volver al punto de partida con las derogaciones que plantea Sánchez", se quejó.
El último recado de Rajoy también fue dedicado a Rivera, aunque de nuevo sin citarle, a diferencia de lo ocurrido en los últimos días. "No podemos olvidar lo que somos, el primer partido de España", sentenció, para advertir a renglón seguido de que nadie tomará ninguna decisión sobre su partido fuera de él. Llamó a la unidad, y los más de 800 simpatizantes le ovacionaron.
En primera fila, además de Feijóo, Ana Pastor o Javier Arenas, muy próximos al líder. "Al final, él tomará una decisión y hará lo que quiera, pero la orden es de cierre de filas y en privado nos ha dicho que seguirá", según un interlocutor directo. Sus últimas palabras fueron sobre Pontevedra, como al inicio: "Aquí estudié, aquí he sido feliz, aquí me he casado y aquí moriré dentro de muchísimos años".