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Rajoy llamará a Rivera, pero todo el PP se lanza al ataque contra Ciudadanos

Sólo Casado se descuelga de la estrategia. Cospedal, Maroto e incluso Arenas le atacan. En esRadio, Levy dice que Iglesias estuvo mejor que Rivera.

Sólo Casado se descuelga de la estrategia. Cospedal, Maroto e incluso Arenas le atacan. En esRadio, Levy dice que Iglesias estuvo mejor que Rivera.
El presidente, con Rivera, en el Congreso. | EFE

Mariano Rajoy ya piensa en nuevas elecciones, e interpreta que Albert Rivera puede salir muy mal parado tras su acuerdo con el Partido Socialista. Según los estrategas del PP, una gran mayoría del votante de Ciudadanos es de centro-derecha, y estos no estarían viendo con buenos ojos el "compadreo" con Pedro Sánchez. En palabras de Javier Maroto, "no le dieron su voto para que acabase en la cesta" del líder socialista. "Rivera ha desnortado a muchos de sus votantes", enfatizó el vicesecretario general.

Así las cosas, en Génova empiezan a hacer cálculos, pese a que, tras el fracaso de Sánchez, Rajoy cumpla con su palabra y llame a sus interlocutores en el PSOE y Ciudadanos para recabar apoyos de cara a una gran coalición liderada por el PP. Una opción que hoy parece inviable, y de ahí que la cúpula se prepare para una larga campaña, en la que uno de los objetivos pasa por recuperar al votante que se fue al partido naranja. "Hay mucha gente de ciudadanos que no comparte esa estrategia tan a la izquierda y de golpe de Rivera", enfatizó Maroto, en declaraciones a Onda Cero.

Un interlocutor directo de Rajoy, y partícipe en el diseño de la estrategia, resumía los pasos que se darán en los próximos días: "Hablaremos con Rivera" pero "vamos a seguir dándole porque, si no tenemos su apoyo, al menos intentaremos tener el de sus votantes". Y ello partiendo de la base de que los simpatizantes del PP están radicalmente en contra del pacto entre PSOE y Ciudadanos. "Según la última encuesta de La Sexta Noche, el 84% de nuestros votantes estaba en contra, y eso fue antes del debate parlamentario", se adujo al más alto nivel.

Hecho el diagnóstico, el PP pasó al ataque, y a él se sumaron prácticamente todos los integrantes de la cúpula nacional, empezando por la secretaria general, últimamente alejada de los medios de comunicación. María Dolores de Cospedal acusó a Rivera de ser "el mejor defensor" del pacto entre PSOE y Ciudadanos, y puso el acento en que "no rechistó ni cambió el sentido de su voto" al observar los ofrecimientos de Sánchez a Podemos y a sus confluencias. "Rivera no pidió ministerios porque no le hacía falta: está ejerciendo ya de portavoz de Sánchez. Lo siento por Antonio Hernando porque se va a quedar sin trabajo", se sumó Maroto.

En esRadio, Andrea Levy consideró que a Rivera le faltó "fuerza y estructuración" el miércoles. "Sin compartirlo ideológicamente, creo que el discurso de Pablo Iglesias tenía más contundencia", llegó a decir a micrófono encendido.

Fernando Martínez-Maíllo, cada vez más próximo al líder del PP, incluso comparó al de Ciudadanos con Rosa Díez. "Y mire cómo acabó", apostilló. "El día que tenga la trayectoria de Rajoy de más de 30 años de servicio público, el día que gane no digo muchas elecciones sino unas elecciones o que contribuya desde un cargo público a salvar a España, ese día podría hablar de igual a igual con él", afirmó en RNE.

Maíllo no fue el único que dio la cara por Rajoy, después de que Rivera pidiera al PP "coraje" para echarle. Y fueron varios los portavoces del PP que utilizaron el argumento de que su líder "ha salvado" al país de la ruina para defenderlo. "Se equivoca Rivera si cree que él va a decidir lo que tiene que hacer el PP. Somos nosotros quienes decidimos quién es nuestro candidato, que se llama Mariano Rajoy", zanjó Cospedal. Desde Moncloa se insistió: "No hay cambios". Esto es, si hay nuevos comicios, Rajoy será el cabeza de lista sin pasar por un congreso. Si bien, tal y como informó este diario, algunos barones opinan que acabará dando un paso atrás en el último momento.

Sea como fuere, públicamente, nadie puso en duda la continuidad de Rajoy, y se centró en la dura réplica a Rivera. Incluso Javier Arenas, centrado en el trabajo de despacho, concedió una entrevista a la agencia EFE. "Algunos deben pensar que cuando no hay anclajes ideológicos se puede pasar de un partido emergente a un partido sumergido", espetó. "Si pedirle al PP -que ganó las elecciones-, que haga presidente a Sánchez -que las perdió- no es romper puentes, que venga Dios y lo vea", le dijo al líder de Ciudadanos.

Un total distanciamiento -que ya se observó en el debate de investidura- que vino acompañado, además, de la tesis de que los 40 diputados del partido naranja no valen absolutamente para nada. Así lo repitieron tanto en tertulias de radio y televisión como en los pasillos del Congreso de los Diputados. "Ciudadanos no es imprescindible", en palabras de Maíllo. "A nosotros, el único pacto que nos vale es con el PSOE, y hoy es muy difícil. Mucho tendrían que cambiar las cosas, y de ahí que las elecciones sean la salida más probable", según el entorno de Rajoy.

En este contexto, el único miembro de la dirección nacional que evitó el choque frontal con Rivera fue Pablo Casado, siempre reacio a dicha estrategia. Ya lo hizo el miércoles, nada más terminar el debate parlamentario, cuando en los corrillos de los cargos del PP sólo se escuchaban reproches. Entonces, él abogó por tender puentes una vez se produzca el segundo 'no' a Sánchez, y evitó las palabras gruesas. "A partir del día cinco, comienza la segunda parte del partido", destacó. Cristina Cifuentes, que se apoya del partido naranja para gobernar, también es de una opinión parecida.

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