El miércoles 13 de enero se constituyen las Cortes Generales que abrirán la XI Legislatura desde la aprobación de la Constitución de 1978.
El inicio de esta legislatura se produce en unas circunstancias extraordinarias, en una situación de verdadera emergencia nacional. España se enfrenta uno de los más graves desafíos al orden constitucional desde la instauración de nuestra democracia. La gran mayoría de la sociedad española espera que los partidos constitucionalistas, en los que confiaron su voto, estén a la altura de sus responsabilidades. Porque sólo un gobierno fuerte, estable y con un sólido programa estará en condiciones de hacer frente al revolucionario proceso secesionista que se impulsa en Cataluña, preservar el orden constitucional y fortalecer, con las mejoras que haya que abordar, nuestro sistema de convivencia.
Nuestra Constitución es clara, el candidato propuesto por el Rey se somete a una votación de investidura y su éxito depende de los votos de la mayoría parlamentaria, de su capacidad para reunir su confianza. Esas son las reglas del juego en las actuales circunstancias, como lo eran antes de las elecciones y desde los inicios de nuestro régimen democrático. Obviar las reglas es hacerse trampas en el solitario, exige un esfuerzo inútil que conduce a la melancolía y pone de manifiesto que no se han entendido bien los mensajes de los españoles.
La ciudadanía se ha pronunciado y ahora hay que conformar una mayoría capaz de garantizar la estabilidad, afianzar la recuperación económica, emprender las reformas necesarias y salvaguardar las instituciones.
El Partido Popular es el partido más votado, y como tal tiene la oportunidad de ser el primero en buscar los apoyos necesarios para investir presidente del Gobierno a su candidato. Ésa es su responsabilidad tras ser la formación política más votada. Pero no debemos olvidar que un Gobierno es el resultado de la conformación de una mayoría parlamentaria.
Es evidente que la situación ha cambiado radicalmente en relación con la anterior legislatura, que los españoles han castigado con dureza tanto al Partido Popular como al socialista por las políticas seguidas. Una nueva mayoría sólo puede ser el resultado de que ambas fuerzas reconozcan y asuman el castigo recibido. No es sólo tiempo de diálogo, lo debe ser también de rectificación.
Es el momento de buscar un gran acuerdo general entre los partidos constitucionalistas (PP, PSOE y Ciudadanos), no una agregación de acuerdos, que permita conformar una coalición que responda a un programa claro de Gobierno.
En nuestra opinión, las bases para un gran acuerdo deben contemplar, como mínimo, los siguientes puntos.
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Unidad de España: una respuesta política, clara, rotunda y continua en el tiempo al desafío secesionista catalán y al nacionalismo en Navarra y País Vasco.
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Sociedad de Bienestar: un programa de reformas económicas y fiscales destinado a fortalecer la clase media, pilar de toda democracia. Estas medidas no pueden dejar de lado las grandes reformas pendientes, como la relativa al sistema de pensiones, entre otras, así como seguir reduciendo el déficit público.
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Modelo de Estado: crear una comisión para el estudio de una reforma constitucional que permita dar continuidad a nuestra Constitución a través de los cambios precisos y necesarios para fortalecerla.
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Lucha contra el terrorismo: un programa integral de lucha contra el terrorismo islamista tanto dentro como fuera de Europa.
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Unión Europea: una posición común sobre el papel de España en la Unión Europea que tenga como objetivo impulsar la integración europea sobre la base de sus valores fundacionales.
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Política exterior: una estrategia de política exterior que identifique los intereses generales de España y las líneas para su consecución.
Para alcanzar ese gran acuerdo, los personalismos, propios o de terceros, no pueden ser un obstáculo. Este gran acuerdo no debe girar en torno a ningún nombre propio; todos los protagonistas (desde el presidente del Gobierno en funciones como su Consejo de Ministros, el líder del PSOE, etc.) han recibido, de uno u otro modo, un evidente reproche de la ciudadanía en general y de sus electores -potenciales o pasados- en particular. No se trata de alcanzar un acuerdo para mantenerse en el poder o para alcanzarlo. El PP, C's y PSOE pueden constituir una mayoría y acordar un programa de mínimos que dé paso a un Gobierno con representantes de las tres formaciones. Ese Gobierno respondería al sentir del electorado y facilitaría la necesaria, si no urgente, reforma interna de los dos grandes partidos nacionales. Si lo primero es España, la prioridad en este momento es remover los obstáculos que puedan entorpecer los cauces para un gran pacto nacional.
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