Casi a la par de que Jordi Pujol alcanzara la presidencia autonómica de Cataluña, en 1981, Els Joglars de Albert Boadella estrenaban Operación Ubú, versión a la catalana del Ubú Rey de Alfred Jarry. Jordi Pujol aparecía retratado como lo que era y confesó que era 33 años después, el 25 de julio de 2014: un fraude, una estafa, un timo, el 3%.
En 1995, Boadella actualizó el texto y alzó el telón de Ubú president. Boadella lo justificaba en la presentación de la obra de esta manera: "El Ubú-Excels penetra diariamente en nuestra intimidad y, amparado por su cargo, reprende, aconseja, amenaza, moraliza y pontifica a todo un pueblo de seny (sensatez). En una palabra; nos explica cómo tenemos que orinar los catalanes". De Banca Catalana a la fortuna oculta en Andorra, Operación Ubú y Ubú president. Boadella, premonitorio y preclaro desnudaba al rey en una autopsia en vida y gloria del finado tan demoledora como definitiva. El vivo retablo del gran corrupto a la cara del gran corrupto.
Els Joglars y Boadella fueron perseguidos por el franquismo y eran el demonio del nacionalismo. Ostracismo, anulación, ninguneo, acoso, rechazo, herejía y anatema. Una vida imposible y el exilio forzoso. El juglar, además, conspiraba para la creación de Ciudadanos, un partido político no nacionalista en Cataluña. El acabose.
Cuando el molt honorable confesó, Boadella lo tenía muy claro, meridiano. "Todos lo sabían, nosotros no hacíamos más que contar la realidad; se lo recomiendo a los jóvenes actores, la ficción no sirve de nada, la realidad es mucho mejor", declaraba a Libertad Digital el dramaturgo el Onze de Setembre posterior a la confesión del patriarca del nacionalismo, el impecable Pujol, sostén de gobiernos en Madrid y gran hombre de Estado. Se sabía, sí, pero se ocultaba por todos los medios.
Esta semana, Libres e Iguales, plataforma encabezada por Cayetana Álvarez de Toledo, Mario Vargas Llosa y Arcadi Espada, reiteró su petición de que Albert Boadella recibiera la Medalla de la Orden del Mérito Constitucional (que recibió Jordi Pujol y de la que no ha sido despojado) y celebró un acto en el Teatro Muñoz Seca de Madrid. Tal "evento" fue acogido con un clamoroso silencio de la prensa catalana, que a los dos días se hacía eco, en cambio, del próximo estreno en un teatro de Barcelona de UBÚadella, dirigida y protagonizada por Víctor Álvaro, un "actor y director" de la "nueva escuela catalana" con un currículo centrado en apariciones esporádicas en TV3, desde el programa infantil El Club Super 3, en 1991, a telecomedias y programas de la fama de Estació d'enllaç (1997) o algunos episodios de La riera, un culebrón de sobremesa de TV3 (2010) en calidad de extra.
Nunca como hasta ahora se había visto tan promocionado. Ha "escrito" UBÚadella, una crítica contra el bufón, un remedo menor en el que Boadella es el rey polaco refugiado en "Iberia" que se resiste a ir al psicólogo para superar el odio hacia sus compatriotas, el presunto anticatalanismo de los no nacionalistas. Nada de tres por ciento, nada de prótesis caducadas, nada de clan Pujol, nada de nada y todo contra un Boadella cuyo crimen es "enseñar el culo", según la crónica que publicó El País en su edición catalana sobre el particular. En Cataluña, Albert Boadella es un ególatra y Pujol, una víctima del proceso. El apellido del juglar en medio de una diana o al lado del término "fascista". El de Jordi Ubú, a salvo. Todo ello patrocinado por la Generalidad y publicitado en sus medios.