Mariano Rajoy cree que la agresividad de Pedro Sánchez le pasará factura en las urnas. "Los debates no suelen cambiar mucho las cosas salvo que se produzcan acontecimientos tan poco habituales como el del lunes", afirmó en una extensa conversación informal con periodistas, subido en su autobús de campaña. A renglón seguido, fue todavía más explícito: "No tengo tan claro" que el PSOE "vaya a seguir segundo por lo que voy viendo". Mientras, los suyos se afanaron en criticar al líder de la oposición por "marrullero" y "macarra".
Para el presidente, Sánchez atravesó una línea roja, llamarle indecente, y terminó de cavar su propia tumba política. "En mi modesta opinión, sería incapaz de ese comportamiento. Hay gente que lo ha rechazado y a la inmensa mayoría de los españoles estas cosas le desagradan profundamente. Llevo en política más de 30 años y nunca había visto un ataque así", argumentó. Tampoco del resto de sus actuales rivales políticos, se encargó de precisar. "He tenido debates con Zapatero y con Rubalcaba y no hay color", dio la puntilla.
En varias ocasiones, Rajoy justificó su contundente réplica. "Me salió del alma, no tengo por qué aguantar una agresión de este tipo", contestó varias veces. Le preguntaron si se vio el ganador del trance televisivo. "El gran vencedor fue la buena educación porque es más valorada por los españoles hoy que ayer", contestó. "Esta broma se ha acabado", dijo en otro momento de su charla, en la que mostró su habitual parsimonia. "Ya está bien", se justificó. "Hay cosas que no valen, que no aportan nada, en política no vale todo", insistió.
El presidente quería "mesura" en el cara a cara, pero dio a entender que iba preparado para el golpe. "No fue un debate duro, fue ruin, mezquino y miserable, que no es lo mismo", recalcó, no sin criticar las constantes interrupciones de su adversario. "Realmente, debate como tal no hubo demasiado". Y desveló lo que le dijo Jorge Moragas, su jefe de campaña, le susurró al oído en el descanso: "Este no para de interrumpir".
A partir de ahí, Rajoy no quiso dar por rotas las relaciones con el PSOE, aunque no aclaró si ve a Sánchez su próximo secretario general. "Hacer quinielas, el ver a dónde podemos llegar o qué puede ocurrir no tiene mucho sentido", replicó, también cuando le preguntaron si augura una victoria del PP por encima del 30% de los votos, aunque dejando claro que la tendencia es positiva desde el inicio de la campaña.
Pacto con Ciudadanos
Vistas las encuestas, el hoy presidente reconoció que tendrá que buscar acuerdos para alcanzar la estabilidad política que desea. "No adelantemos acontecimientos", fue su primera respuesta sobre Ciudadanos. Si bien, por primera vez, contestó que es partidario de un acuerdo de gobernabilidad y no de pactos puntuales, como el de investidura. "Para España es importante, porque si no es muy difícil manejarse, la estabilidad política, que se pueda llevar a cabo un programa de Gobierno (…) tiene que haber algún tipo de acuerdo", fueron sus palabras.
Su tesis es que la confianza internacional hoy recuperada podría perderse si no hay un Ejecutivo fuerte. "Vamos a ver cómo quedan las cosas, pero hay muchas reformas que hacer. Sería muy malo perder esa confianza de fuera", adujo. Y aún afirmó más: "Los presupuestos hay que aprobarlos, no se puede gobernar sin presupuestos y tampoco sin unas cuantas leyes".
El PP se lanza al ataque
Mientras Rajoy se reunía con los periodistas, sin micrófonos encendidos, el PP articuló una dura respuesta para desgastar a Sánchez el día después del debate. "Estuvo marrullero, faltón y a la desesperada", resumieron desde el comité de campaña. "Se suicidó" al imitar a Pablo Iglesias, enfatizaron, en línea con lo dicho por su líder. "Lo que pueda ganar por la izquierda va a perderlo por el centro", resumió Fernando Martínez Maíllo en el programa de Dieter Brandau de esRadio. Según la dirección nacional, "debería de haberse preocupado más de los votos que le quita Ciudadanos".
En síntesis, "Rajoy, al defender su honorabilidad, resistió el ataque y Sánchez quedó insatisfecho y fracasó en su objetivo". Esto es, "las formas importan" y el socialista "se disparó él solito". En términos parecidos se pronunciaron María Dolores de Cospedal, Alfonso Alonso o Alberto Núñez Feijóo. "Hubo un macarra" frente a "un caballero"; "Un Ruiz –en referencia a la equivocación del propio Rajoy- contra un señor de Pontevedra", repitieron cargos próximos al presidente.
A partir de ahora, superado el debate,"tenemos que apretar, es el sprint final, necesitamos el último esfuerzo", arengó Rajoy a los suyos en Santander. Estuvo más vehemente y contundente que nunca en campaña, y ello provocó la euforia de los más de 2.000 congregados. "No hemos venido como otros a insultar, a dividir y a pelear, hemos venido a coger el país hundido que nos dejaron los socialistas y ponerlo de nuevo en pie y funcionando a toda máquina", subrayó. Ante los periodistas, mostró serenidad y confianza: "Ponerse nervioso no sirve para nada". Y deslizó que todavía no ha pensado en su próximo gabinete, ni tan siquiera en su número dos si sigue en Moncloa.