Un acto casi fúnebre con el que el equipo de Pedro Sánchez pretendió dar el aldabonazo cultural en su carrera a La Moncloa. Nada más lejos de la realidad, el evento cuyo lema rezaba 'Pedro nos une', unió a pocos y secundarios perfiles del mundo de las artes y la cultura.
Frente a los adeptos 'titiriteros' que se sumaron a la Plataforma de Apoyo a Zapatero (PAZ) de 2008, entre quienes se encontraban Joaquín Sabina, Pilar Bardem, Joan Manuel Serrat, Pedro Almodóvar o Alberto San Juan, el actual líder del PSOE sólo consiguió este martes las firmas de socialistas ya reconocidos como el periodista Xabier Sardá, Forges, los actores Álvaro de Luna y Beatriz Carvajal, y el cantante Paco Clavel.
Un acto deslucido a pesar de la interpretación musical del cantante Alejo Stevel con cuya interpretación de 'Hoy puede ser un gran día' incrementó las dimensiones de la paradoja del evento. El gurú musical en tiempos de Zapatero (que el tiempo no te cambie) y posteriormente de Rubalcaba, cuya plataforma Ojalá supuso un intento similar a la 'zeja' pero de menores dimensiones que el fracaso ayer de Sánchez, no consiguió evitar que, en apenas 30 minutos se liquidara una convocatoria que el candidato del PSOE aprovechó para lanzar algún anuncio en clave cultural.
"Hoy es un gran día y el proximo 20 de diciembre va a ser un dia extraordinario", dijo Sánchez para prometer que "recuperaré el ministerio de Cultura" y alineará el IVA cultural en la media europea del 5%. Pese a no ser "un acto de partido sino de gente de izquierdas" centró su discurso en el eje ideológico para cargar veladamente contra Ciudadanos porque "quien no dice si es de izquierdas o derechas es porque es de derechas".
Alusiones algo más tibias de un candidato que ayer midió sus fuerzas con el mundo de la cultura y comprobó que éstas flaquean. Desde el equipo de Sánchez recuerdan que "no se puede comparar" el apoyo cultural de la 'zeja' al actual momento político en el que "no hay una guerra" que obligue a los artistas a "mojarse" políticamente, aunque son muchos los que le apoyan "en privado". Sea como fuere, el pulso con el sector sirvió ayer para certificar que, a menos de dos meses de las elecciones, Sánchez comienza a desinflarse, no tanto política como anímicamente.