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Las claves que determinarán los pactos de Ciudadanos con PP o PSOE

Rivera obliga a los suyos a leer No pienses en un elefante para escapar del marco mental del "partido bisagra" y exige que salgan "a ganar" el 20-D.

Rivera obliga a los suyos a leer No pienses en un elefante para escapar del marco mental del "partido bisagra" y exige que salgan "a ganar" el 20-D.
Albert Rivera | EFE

Ciudadanos conoce bien lo que es romper un marco político-mental. No otra cosa es lo que hicieron sus fundadores en 2005, al abogar por un partido explícitamente no nacionalista en una comunidad donde esa idea se antojaba imprescindible para la praxis política. Pero ahora Albert Rivera es consciente de que hay que romper toda clase de marcos creados para salir "a ganar el 20 de diciembre" una idea que junto al madrileño Ignacio Aguado -ambos haciendo gala de su condición de deportistas- repite machaconamente en todas las reuniones de la Ejecutiva.

La mentalidad que quiere inculcar implica deshacerse de la etiqueta de partido bisagra. Para reafirmar esta actitud, Rivera les ha puesto deberes urgentes a su más próximos, a los dirigentes que integran el Grupo de Estrategia. Para la próxima reunión todos deberán tener leído y seguramente subrayado el célebre libro No pienses en un elefante escrito hace una década por George Lakoff. "Pasaré lista" advirtió el líder naranja en la última reunión, de la que varios dirigentes salieron directamente a la librería más cercana para encargar su ejemplar del ensayo, auténtica biblia para los demócratas que no lograron, sin embargo, evitar en 2004 su segunda derrota frente a George W. Bush.

La idea principal de Lakoff versa sobre la supuesta ventaja de los republicanos al ofrecer valores frente a los demócratas, que ofrecerían políticas y estarían presos del marco moral creado por sus rivales. Lakoff trataba de explicarlo a sus alumnos con un curioso ejercicio que está en el origen del título. Les pedía, literalmente, que tratasen de no pensar en un elefante, un animal muy conocido y con atributos, como la trompa, claramente identificables.

Rivera trata de liberar a los suyos del marco que obliga a pensar en los términos de la gran pregunta que se hace ahora todo el mundo, constatado que Ciudadanos será decisivo después del 20-D, es decir: de si se unirán al PP o al PSOE. Una realidad a la que parece difícil sustraerse. Eso sí, incluso aunque los líderes naranjas lo consigan, todo el mundo está pensando en el elefante y en qué factores determinarán la elección del 21-D. Aquí hay algunas claves que podrían ser decisivas.

La alianza 'natural'

El escenario a cuatro que se abrirá en la política española el próximo 20 de diciembre cambiará radicalmente el juego de las mayorías. Entre otras cosas porque, como repite incansablemente Albert Rivera, "Rajoy va a ser, por mucho tiempo, el último presidente con mayoría absoluta".

Sin embargo, un escenario con cuatro actores principales no es tampoco inédito. En 1993, Felipe González afrontaba su último mandato tras una victoria electoral contra pronóstico, aunque por primera vez con la necesidad de apuntalar su mayoría con el apoyo de algún grupo de la cámara baja. El líder socialista tenía dos opciones: IU y CIU. Al margen de otras consideraciones, se decantó por los nacionalistas catalanes conservadores porque así alejaba el fantasma de una alternativa natural a su Gobierno (PP+CiU). Con su pacto con Pujol, la oposición quedaba liderada por una entente contra natura, la de los comunistas con el PP.

Llevada al escenario actual, la suma de PSOE y Ciudadanos, preferida por una mayoría de españoles según las encuestas, sería la única capaz de alejar el espectro de una alternativa, en este caso la que sólo podrían formar los antagónicos PP y Podemos. De hecho, la lógica de González es la que siguió a rajatabla Susana Díaz, escorada desde el principio a buscar el apoyo de Juan Marín frente al que le podía ofrecer la líder andaluza de Podemos, Teresa Rodríguez.

El respaldo al PSOE en Andalucía ha provocado fuertes recelos y fue incluso objeto de reproches por parte de Cristina Cifuentes y su equipo durante la negociación posterior del pacto en la Comunidad de Madrid. Reiteradamente les reprochaban a Aguado y a los suyos estar siendo más duros con ellos que con Susana Díaz. Ante esa situación, en uno de los momentos más delicados de las conversaciones, el vicesecretario general de Ciudadanos, José Manuel Villegas, realizó una intervención providencial. Tras haber estado callado todo el tiempo, le espetó a Cifuentes y sus próximos: "Si queréis nos levantamos ahora de la mesa y hacemos lo que en Andalucía, votar tres veces en contra de la investidura". A partir de ese momento fue mucho más fácil desbloquear la negociación.

176, el número mágico

En la democracia española existe una norma no escrita, que se ha cumplido a rajatabla desde las primeras elecciones de 1977: el inquilino de La Moncloa, ya se apellide Suárez, González, Aznar, Zapatero o Rajoy (Leopoldo Calvo Sotelo fue el único que no llegó al cargo después de unas elecciones) siempre ha sido el candidato más votado.

En las elecciones del 20 de diciembre todo va a cambiar mucho, aunque no se sabe si hasta ese punto. Es más, Albert Rivera, preguntado directamente por la cuestión el pasado uno de septiembre, no descartó romper con esa inercia. En el partido naranja hay quien plantea que una legitimidad alternativa a la del candidato más votado sería que los partidos que lleguen a un acuerdo sumen, al menos, los 176 diputados que otorgan la mayoría absoluta. Algo que, con las encuestas en la mano, tampoco está claro que pudiera lograr la suma PP-Ciudadanos o la de PSOE-Ciudadanos.

Desde este punto de vista, para romper la norma no escrita de que gobierne el más votado, la colación de Gobierno debería sumar (sin apoyos externos) los 176 diputados. No es un imperativo legal, pero en cierto sentido sí político. Eso sí, es complicado pensar en un reparto de los escaños que permita a la segunda y tercera fuerza políticas llegar a la cifra mágica. Podría darse en un escenario muy fragmentado, con los tres primeros partidos rondando los 100 escaños. Difícil, pero no imposible.

El jefe manda

Albert Rivera es el eje alrededor del que gira Ciudadanos. El partido, por su estructura, historia y presencia en los medios, es muy presidencialista. Y en el tema de la política de pactos su postura será clave, por no decir que será decisiva. Tanto en la decisión de si entran o no en el Gobierno, como la elección del socio entre PP o PSOE, el jefe mandará y los demás obedecerán. De hecho, en la Ejecutiva de la formación se asume que así es como tienen que ser las cosas. La cúpula de Ciudadanos acepta de buen grado que un partido político es una organización jerárquica y hay decisiones que tiene que tomar el número 1.

Rivera pedirá opiniones, se apoyará en su círculo cercano e implicará a la Ejecutiva, pero al final la decisión es suya al 95%. También es cierto que ahora nadie quiere hablar de eso. La postura oficial es que salen a ganar. Hay quien se lo cree más (se respira euforia en algunos sectores del partido) y quienes son más cautos (el propio Rivera), pero de cara a la opinión pública no se contempla ningún resultado que no sea la victoria.

En este sentido, la consigna en estos momentos es que no se entrará en ningún gobierno como segunda fuerza, ni aunque les ofrezcan la vicepresidencia para Rivera y algunos ministerios. Es un escenario que no está sobre la mesa. Sólo un reparto de escaños muy raro en el sistema español (con Ciudadanos con 80/­90 escaños y a 15/­20 del partido más votado) abriría la puerta a un Ejecutivo de coalición.

Programa, programa, programa…

El cuarto elemento en las negociaciones quizás debería ser el primero, pero la política es como es. Ciudadanos pondrá (así lo aseguran desde la formación) mucho énfasis en el programa durante todo el proceso de cortejo. No hay líneas rojas, dicen, pero sí prioridades.

Para empezar, la formación naranja defiende que el que quiera su apoyo tendrá que pasar por el aro de la regeneración, al igual que han hecho los gobiernos de Andalucía y Madrid. De hecho, en el partido muestran como aval las concesiones que han tenido que hacer Susana Díaz o Cristina Cifuentes en lo que hace referencia a la limpieza de las instituciones, la lucha contra la corrupción y la rendición de cuentas de todos los organismos públicos.

En temas políticos, hay una segunda clave que será fundamental para Ciudadanos. Rivera y los suyos no se cansan de repetir que quieren terminar con los privilegios territoriales y las concesiones a los nacionalistas. En este sentido, el PSOE lo tiene más complicado. Sus alianzas en toda España con nacionalistas de todo tipo dificultarán la negociación. Desde la formación naranja se han criticado con muchísima dureza algunos de los pactos que los socialistas han realizado tras las elecciones municipales y autonómicas y que han permitido que partidos nacionalistas se hagan con una enorme cuota de poder. El más polémico, sin duda, es el que mantienen con Compromis en la Comunidad Valenciana y el Ayuntamiento de Valencia, pero no es el único.

¿Reformas estructurales?

Y luego está el programa económico. Ciudadanos se ha presentado como el partido de las reformas estructurales de verdad. Luis Garicano y su equipo han puesto sobre la mesa, con un detalle desconocido en el sistema político español, las medidas que aprobarían en caso de ganar las elecciones. Ya han presentado cinco de los seis grandes capítulos en los que han dividido su programa económico (mercado laboral, fiscalidad, legislación empresarial, educación y acceso al empleo, organismos reguladores, competencia y mercados).

En los documentos que Ciudadanos ha presentado hay muchas propuestas, concretas y de fácil aplicación desde un punto de vista legislativo… pero que también son muy polémicas y pisan muchos callos. Contrato único, financiación de las universidades en función de resultados, despolitización absoluta de los organismos reguladores, reforma completa de la administración de justicia en todo lo que tiene que ver con causas económicas, subida del IVA a cambio de rebaja en el IRPF, complemento salarial para sueldos bajos, congelar las partidas dirigidas al AVE para invertir en I+D,…

Muchas de estas ideas han estado, de una u otra forma, en los programas de PP y PSOE, sobre todo de los populares. Desde Podemos han acusado a Ciudadanos a presentar el programa de FAES y en parte tienen razón. En las propuestas que la fundación de José María Aznar ha realizado en los últimos años hay muchas medidas que se parecen a las que llevará Ciudadanos a las elecciones. Pero cuidado, esto no hará más fácil el pacto. No es lo mismo que FAES lleve en un documento el contrato único (por cierto, una propuesta que también han defendido economistas muy cercanos a la órbita del PSOE y a los laboratorios de ideas socialistas) a que lo acepten Rajoy o Sánchez como programa de Gobierno, arriesgándose a un enfrentamiento abierto con los sindicatos.

Aquí, de nuevo, en Ciudadanos aseguran que no quieren hablar de líneas rojas, pero sí de prioridades. Quien quiera su voto tendrá que reformar el mercado laboral y acercarlo a lo que se estila en el norte de Europa (la famosa flexiseguridad danesa de la que tanto se habla). La despolitización de los organismos reguladores y agilizar de la justicia también son muy importantes para C´s, aunque esto parece que podría pactarse sin tantos problemas.

Y queda el tema educativo. Para Rivera y los suyos es clave aprobar en esta legislatura un gran Pacto Nacional por la Educación que siente las bases de un sistema que se mantenga en el tiempo y no se derogue con cada cambio de Gobierno. Eso sí, quizás este tema no sea tan importante en las negociaciones de cara a La Moncloa, porque Ciudadanos quiere tener a PP y PSOE en la misma mesa y firmando el mismo documento. En privado, los de naranja venden que éste será su gran logro, el que durará más tiempo y el que más aportará a la prosperidad del país a medio­-largo plazo. No hay duda de que es un gran reto. En 40 años de democracia, nadie lo ha logrado. No se sabe si por la euforia de las encuestas o por la ingenuidad de los recién llegados a la política, pero en C´s están convencidos de que lo conseguirán.

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