El Partido Popular lleva semanas haciendo cábalas sobre las listas electorales. Y las especulaciones y los nervios van a más, aunque el encargado de confeccionarlas -esto es, Mariano Rajoy- sigue sin desvelar quiénes serán sus fichajes. Internamente, se da por descontado que mantendrá a Soraya Sáenz de Santamaría como número dos de la candidatura por Madrid y que apeará de la misma a Cayetana Álvarez de Toledo, por poner un ejemplo. Pero siguen existiendo muchos interrogantes.
Una de las dudas más recurrentes internamente es qué pasará con Alberto Núñez Feijóo. Más aún cuando, por primera vez, planteó en esRadio la posibilidad de dar el salto a la política nacional en caso de un "cataclismo" el próximo 20 de diciembre. "Ante ese cataclismo económico, social y de nación, lógicamente habría muchas cosas que pensar y que reflexionar", le dijo a Federico Jiménez Losantos. Y, de cara al congreso nacional que se celebrará a primeros de 2016, es mejor tener asiento en el Congreso de los Diputados que plantear una batalla desde una autonomía.
En el Foro ABC-Deloitte, rodeado de ministros y altos cargos, al presidente le plantearon la espinosa cuestión y, de su respuesta, se desprende que quiere que Feijóo repita como candidato a las elecciones gallegas, que se celebrarán meses después de las generales. En otras palabras, el líder regional no tendría cabida en ninguna candidatura a las Cortes. Aunque, a renglón seguido, no quiso cerrar esa puerta: "La verdad es que no he hablado con él de esto. Todo el mundo quiere se sea candidato a la Xunta pero lo más importante es escucharle a él", fueron sus palabras.
Los nervios son evidentes porque, según los sondeos, el PP perderá muchos escaños. Y, también, porque se ha instalado el debate en la cúpula sobre la idoneidad de dar cabida a nuevos rostros para intentar combatir por dicho frente también a Ciudadanos. "Si el presidente considera que los reservistas todavía podemos tener algún papel, estaré dispuesto. Pero mis ambiciones personales están cubiertas y ahora probablemente haya llegado el momento de dejar paso a nuevas generaciones", contestó este mismo martes José Manuel García-Margallo, el ministro de Exteriores y muy próximo a Rajoy. Luis de Guindos, el titular de Economía, ya ha avanzado que no será diputado la próxima legislatura. Y hay rumores de que María Dolores de Cospedal podría dejar Castilla-La Mancha para hacerse un hueco en la Cámara Baja.
"No voy a polemizar con Aznar"
José María Aznar, al que ahora Génova quiere invitar a la campaña de las generales, también fue el protagonista del almuerzo organizado por ABC, aunque no estuviera físicamente. Si bien, Rajoy, al que se le vio bastante tenso, evitó contestarle expresamente pese al aluvión de preguntas al respecto. "No voy a polemizar con Aznar, yo a lo que tengo que dedicarme es a convencer a los españoles de que es bueno que el PP continúe en el Gobierno", esquivó en un primer momento, incluso sin que el conductor del coloquio citara al expresidente. Le repreguntó varias veces más: "Son inasequibles al desaliento" pero "yo también", contestó. "Mi respuesta vale para la segunda pregunta, para la tercera y para las siguientes", remató.
Dicho esto, en su discurso inicial, sí que lanzó alguna réplica indirecta a su antecesor, que el entorno del presidente critica sin disimulo. Así, frente al diagnóstico de Aznar, Rajoy sacó pecho de que "los triunfos electorales" en las europeas y las municipales, amén de proclamar que el PP "es el gran partido de las clases medias españolas".
"Me tengo que dedicar a mi partido, que no es un invento de ayer ni ha nacido en las tertulias de televisión" arguyó, con respecto a una posible alianza con Ciudadanos tras el 20D. Si bien, evitó tachar a Albert Rivera de "centro-izquierda" como hizo su partido. "No voy a hacer elucubraciones sobre qué pasará", evitó responder una vez más, aunque enfatizando que sí ve a Pedro Sánchez intentando ser presidente "a cualquier precio".
El presidente se despidió reconociendo, y no lo había hecho antes, que la corrupción -desde Gürtel al caso Rato- está haciendo más daño electoral al PP que la gestión de la crisis económica. Y, para ganar las generales, se recetó "sensatez, seriedad, sentido común, moderación, prudencia y competencia".