Tal vez, Mariano Rajoy pisó este domingo por última vez el castillo de Sotomayor para iniciar el curso político. La Diputación de Pontevedra, ahora en manos del PSOE y el BNG, ya le ha avisado de que no volverá a permitir la tradicional fotografía. Aunque, más allá de esta amenaza que le recuerda el golpe de las municipales, el jefe del Gobierno es consciente de que todo puede cambiar en unos pocos meses. Las elecciones generales serán el 13 o el 20 de diciembre, según deslizan desde la Moncloa. Y Rajoy entró en campaña con vehemencia.
Su ataque, durísimo, tuvo como destinatario al principal partido de la oposición. "El único problema que se atisba en el horizonte es la deriva del Partido Socialista hacia la radicalización y el extremismo,", zanjó el jefe del PP. A su juicio, Pedro Sánchez -al que no citó expresamente- lo puede desestabilizar todo a consecuencia de su "desconcierto" en Cataluña y su política de pactos. "Ésa es la única amenaza", repitió el mensaje central de su intervención.
La atención ahora la vuelve a copar el PSOE en exclusiva, que rivaliza con un PP al alza en las encuestas. Ni rastro de referencias sobre Ciudadanos. El presidente utilizó varios ejemplos para tratar de desgastar al líder de la oposición. Empezó con su posición ante el desafío separatista, que considera endeble frente a su "firmeza". "Nuestra postura es muy clara: defendemos la unidad de España", destacó de cara a los comicios autonómicos del 27S, para añadir que "si alguien cree que no somos un gran país que se documente y viaje un poco".
"No vamos a dejar que nadie convierta a españoles en extranjeros", resumió ante la intentona separatista de Artur Mas y sus aliados. A sus ojos, "algunos están juntos para romper, pero somos muchos más los que estamos juntos para unir", y de ahí que reiterara una vez más sus máximas respecto a Cataluña no sin acusar al líder regional de "engañar a la sociedad y generar frustración en el futuro". Remató: "No aceptaré un ultimátum de sí o no ni imposiciones para que los catalanes renuncien a España o a Europa".
Con un marco tan complejo, al presidente no le sirve el plan del PSOE –nada dijo de una hipotética reforma de la Constitución de la que ya no quiere ni hablar- frente al "virus de la desunión", aunque su principal crítica vino a raíz de los acuerdos que los socialistas han alcanzado con Podemos para desalojar al PP de alcaldías y gobiernos autonómicos. "¿Qué puede decir el PSOE a los españoles? ¿Cuáles son los cambios a mejor?". Para Rajoy, los aliados de Sánchez son "radicales" que ahora sufren la "impotencia" de no poder cumplir lo prometido.
"Los nuevos gestores ya podrían venir estudiados", atizó elevando el tono, para enfatizar a renglón seguido que lo peor aún puede estar a llegar. Hasta las generales, que aún no ha convocado formalmente, Rajoy alertará de que un posible pacto entre el PSOE y Podemos dará al traste con la recuperación pudiendo regresar los días de angustia nacional. Y, en Sotomayor, alertó de que se está gestando un pacto. "Lo peor que le puede ocurrir a España es esa coalición que algunos ya están preparando", dijo sin medias tintas.
El presidente opina que Sánchez, con quién apenas tiene interlocución, no dudará en ir de la mano de Pablo Iglesias para alcanzar el palacio de la Moncloa. Aunque no sea la fuerza más votada, como así se desprende de los últimos sondeos. "En nuestras manos está evitarlo, y lo vamos a evitar", destacó ante los suyos, no sin lanzar la idea de que las negociaciones entre Podemos y el PSOE ya están en marcha.
Feijóo compara a Rajoy con Suárez
Para evitar dicho escenario, Rajoy se envolvió en la bandera de la recuperación. Su estrategia electoral parece clara: frente a la incertidumbre de una coalición entre el PSOE y Podemos, él ofrece estabilidad y una hoja de servicios que incluye el anuncio de 20 millones de españoles trabajando. "Podemos decirlo con orgullo", arguyó, "hemos dejado atrás la desesperanza, el miedo al futuro, la oscuridad y los túneles sin final".
Si sigue en la Moncloa, asegura que no habrá escollo dentro o fuera de España que dé al traste con la mejora económica. "Aquí no hay tiempo de descuento, solo hay tiempo de juego, y vamos a marcar unos cuantos goles", afirmó sobre lo que le resta de legislatura. El Consejo de Ministros seguirá tomando decisiones y prueba de ello, según apuntó, son los Presupuestos Generales del Estado. "Vamos a decirles –a los ciudadanos- que se puede hacer. Lo que hay que hacer es actuar con seriedad, con sentido común, sin demagogias y sin engañar a la gente. No hay razones económicas que vayan a interrumpir la recuperación", expuso tratando de disipar posibles dudas.
El líder del PP nada aclaró sobre posibles aliados -la mayoría absoluta se presenta imposible- y en ningún caso se pronunció sobre los casos de corrupción que este verano han vuelto a dañar la imagen del partido. Y es que su equipo insiste en que el mensaje del miedo está calando, como también se nota cada vez más en la calle la recuperación, que es lo que más ansían. "Este verano ha sido espectacular en datos de consumo" y "la senda se mantendrá en otoño e invierno".
Así, Rajoy presagió que "el año 2016 estaré aquí y las cosas estarán mejor que en 2015". Esto es, volverá a ser inquilino de la Moncloa. Alberto Núñez Feijóo se sumó a al pronóstico, y añadió sin titubeos: "Suárez y Rajoy son los dos presidentes que más han hecho por España y menos por sí mismos".