El Partido Popular dio sensación de movimiento sólo horas después de los nombramientos de Mariano Rajoy. En las tertulias matutinas de radio y televisión, los nuevos vicesecretarios generales se estrenaron asegurando que "hemos captado el mensaje de la gente" y prometiendo un discurso "más inteligible, llano y transparente". Si bien, entre los barones, reina al escepticismo. "Estamos en manos de Mariano, para bien y para mal, y no estoy seguro de que él tenga la solución al problema", resumía un líder regional ya en retirada.
Si algo les quedó claro a los integrantes del Comité Ejecutivo es que el presidente ha decidido tomar las riendas del PP cerca de cuatro años después, en el último compás de la legislatura. Presidirá el Comité de Dirección -la primera foto de ese despacho se producirá el próximo martes o miércoles- y se encargará de que queden reconstruidos los puentes entre la Moncloa y Génova. Jorge Moragas le ayudará en esa coordinación, reforzando su papel de actor clave.
Hasta ahí, prácticamente todo el mundo coincide. "Rajoy y más Rajoy" hasta las urnas, como resumió un veterano al término de la reunión. Pablo Casado lo admitió a micrófono abierto: "Va a tomar las riendas" mientras que, hasta la fecha, lo aprobado por el Consejo de Ministros "no pasaba de la rueda de prensa de los viernes". Si bien, partiendo de esta base, existen serias dudas entre no pocos dirigentes sobre si basta con el ajuste aprobado para tomar el impulso requerido.
Rajoy refuerza su papel como líder, pero cabe recordar que algunas voces -sólo Cayetana Álvarez de Toledo lo dijo públicamente- pedían un congreso extraordinario antes de las elecciones generales. Mediante el sistema de elección "un militante, un voto", se llegó a sugerir. Pero, a ojos de varios barones consultados por este diario, lo que ha hecho el presidente es avisar de que "sólo él es la solución" y "cuidado con el que diga lo contrario". De hecho, prohibió expresamente que se celebren cónclaves regionales, en los que previsiblemente se pediría opinión a la militancia.
Frente a quienes se muestran incrédulos, Casado avanzó una presencia masiva de populares en radios y televisiones a fin de que el relato de la recuperación "con humildad" empiece a instalarse en los hogares españoles. A él sigue agarrándose Rajoy, que también ha dado orden de alertar sobre el eje anti-PP que ve en los acuerdos municipales de PSOE y Podemos. Fernando Martínez Maillo, el nuevo número tres, reclamará a las estructuras regionales y locales que no pierdan de vista lo que hacen los representantes de la "izquierda radical", y hagan de altavoces.
Sin noticias de Moncloa
Mientras, el Consejo de Ministros se mantuvo intacto y desde el entorno del presidente se insistió en que la remodelación será nimia. "No habrá una crisis de Gobierno porque el rumbo del Gobierno se va a mantener: las cosas se están haciendo bien", se defendió. Sólo se sabe, porque él lo ha sugerido en no pocos escenarios, que José Ignacio Wert quiere dejar la cartera de Educación por cuestiones personales. "Hemos estado todos pendientes del teléfono, pero nada", tiraba de ironía el esta semana un miembro del Ejecutivo.
Un viernes más, a Soraya Sáenz de Santamaría le preguntaron por la espinosa cuestión en la comparecencia posterior a la reunión del Gobierno. "Los demás pueden opinar y, como no deciden, pueden acertar o equivocarse. Yo solo de las que prefieren que hable el presidente", esquivó sobre las intenciones de Rajoy. En todo caso, y reconociendo que los cambios en el PP han sido para mejorar la coordinación, contestó que los miembros del Ejecutivo -"militantes o simpatizantes del PP"- estarán "a la máxima disposición del partido para trabajar, como siempre, pero ahora con más intensidad porque hay unas elecciones generales".
La vicepresidenta no dio síntomas de que fuera a perder la portavocía del Gobierno, aunque se da por descontado que Rajoy querrá estar más atento de todo y ser la voz de las buenas noticias. Pero todo seguirá prácticamente como está en la Moncloa, según interlocutores del Ejecutivo. "Desmontar una nave" en este momento "no tiene ningún sentido", ayudó desde Galicia Alberto Núñez Feijóo, que volvió a rechazar que vaya a ser ministro.
"Yo soy marianista leninista y el presidente ha demostrado que sabe muy bien lo que quiere y que domina muy bien los tiempos", expuso José Manuel García-Margallo desde Sao Paulo, donde está de viaje oficial, "No seré yo quien le de consejos a Rajoy ni quien presuma de interpretar su voluntad", añadió el jefe de la diplomacia española, al que se le presupone una relación bastante mejorable con Sáenz de Santamaría.