El Gobierno y el partido que le sustenta se preparan para los cambios. Esperan que sean inminentes una vez se constituyan los ayuntamientos. Y, frente al escepticismo inicial, los interlocutores de Mariano Rajoy transmiten que podrían ser de alcance. En palabras de José Luis Ayllón, en su encuentro semanal con la prensa este lunes, "las remodelaciones cosméticas no son remodelaciones". Esto es, los ajustes no serán "de chapa y pintura".
Un miembro de la cúpula que despachó recientemente con el presidente corroboró que "poco impulso nos estaríamos dando" si el único cambio visible fuera el ascenso de Pablo Casado en la estructura de Génova, cosa que se da por descontado. "Será uno de nuestros pilares para mejorar la comunicación", deslizan desde la dirección.
Rajoy, por supuesto, no transmite a las claras sus planes. Primero tomará la decisión y después la comunicará, como incide públicamente. Pero, una vez El País publicara este lunes que podría cambiar de manos la portavocía del Gobierno, el PP se convirtió en un hervidero, volviéndose a escuchar comentarios como que "el Gobierno vive en una nube" o "la comunicación entre la Moncloa y Génova es prácticamente inexistente".
El entorno de María Dolores de Cospedal, que sigue sin comparecer en rueda de prensa generando no pocos reproches de puertas para adentro, culpa a Soraya Sáenz de Santamaría de los problemas de comunicación y coordinación. Ya lo publicó hace días este diario: "El problema es ella, no ha protegido como debía a Rajoy", reiteraron este mismo lunes.
Nadie desmintió que Rajoy esté barruntando designar un nuevo portavoz del Gobierno, de perfil más político y que se moje en las cuestiones peliagudas cada viernes, al término del Consejo de Ministros. Si bien, a renglón seguido, los portavoces consultados recalcaron que no lo desmienten porque nada saben con exactitud de los planes del presidente.
"No se puede descartar porque de sus propias palabras se desprende que hay un problema de comunicación y hay que darle solución", según un alto cargo del PP. Y si el elegido fuera Alfonso Alonso, cuyo nombre suena para dar un impulso al Ejecutivo desde el mismo 24M, algunas voces consideran que el trauma para Santamaría sería menor "ya que es de los suyos".
El próximo lunes, inmediatamente después de que empiece a saberse qué ocurrirá en consistorios y gobiernos autonómicos, el ministro de Sanidad protagonizará un desayuno informativo en el Hotel Villa Magna, salón "gran presidencial", patrocinado por Europa Press. Y ello no ha pasado desapercibido en el PP.
Si bien, de momento, lo que se vive es una guerra entre los entornos a la espera de que Rajoy se decida. "Que en vez de dar lecciones, salga y dé la cara de una vez por todos", reprendió un diputado a Cospedal, a la que se le presupone una reciente conversación con Rajoy en la que le dijo a las bravas lo que pensaba de la vicepresidenta. La número dos del PP sigue presidiendo el Comité de Dirección y este martes reúne a los senadores, pero esquiva a los periodistas desde hace cuatro meses.
Así, Carlos Floriano volvió a comparecer una semana más, aunque no ofreció una razón solida sobre por qué Cospedal no baja a la sala de prensa del PP. Hasta tres informadores le preguntaron al respecto.
En cuanto a la remodelación, que también afectará a Génova, el que ha sido director de campaña de las municipales y autonómicas negó nervios o inquietud, "y por mi parte tampoco". Tanto él como Javier Arenas son los que están dirigiendo las negociaciones de cara a posibles pactos, y el sábado 13 harán el seguimiento.
A partir de entonces, se espera la toma de decisiones. En el caso de la dirección, los cambios más que sustituciones se esperan refuerzos, según las fuentes consultadas. En otras palabras, Cospedal -que pretende resistir hasta el congreso de 2016-, Floriano y Arenas seguirían, pero se unirían otros. El papel de Casado "será importante".