Rajoy pide tiempo para los cambios pero el PP se harta y mira a Pablo Casado
La dirección se agarra a la propuesta de Aguirre para recuperar la iniciativa y niega la celebración de un congreso extraordinario.
Mariano Rajoy trató de recuperar algo de oxígeno superado por la dimensión de la crisis interna. Sólo 48 horas después de solemnizar que todo seguiría como está en Génova y la Moncloa, avanzó que "poco a poco" irá reformulando la estrategia de cara a las elecciones generales, aunque mantendrá su política económica. También acometerá cambios, aunque solicita tiempo. En paralelo, Génova hizo suya la propuesta de Esperanza Aguirre de negociar posibles acuerdos para evitar que Podemos -"la izquierda radical"- pueda hacerse con el poder.
El giro del presidente se produce tras dos días de caos interno y una sensación de desmoronamiento nunca antes vista en la vigente legislatura, y que llega a exceder a la situación vivida en los prolegómenos del congreso de Valencia de 2008. Algunos veteranos dicen ver coincidencias con la etapa final de la UCD. "Los cambios, sean en el partido o en el Gobierno, se anuncian una vez que se han producido, como es perfectamente entendible", intentó reconducir Rajoy la situación, en una declaración en los pasillos del Congreso.
El ambiente, en todo caso, no mejora. Ardían los pasillos de las Cámaras -pese a que Rajoy cosechó los aplausos que el Comité Ejecutivo le negó- y más aún las estructuras locales y regionales. "No se esperaba un resultado tan malo y está completamente sobrepasado", en palabras de un barón en retirada. La fuga de veteranos, alcaldes y presidentes autonómicos, irá a más en las próximas fechas pese a que retrasen el anuncio. En 2016, los pesos pesados del PP ya serán otros, con Cristina Cifuentes (comunidad de Madrid) o Pedro Antonio (Región de Murcia) llevando la voz cantante. En Génova sugieren que el decano Pedro Sanz, el mandatario riojano, tramitará su salida desde el poder, para no hacerle un roto a Rajoy.
Históricos del PP empiezan a marcharse, y en privado claman por un revulsivo. El nivel de hartazgo con el manejo de los tiempos del presidente se otea en prácticamente todas las estructuras. "Hay animadversión al riesgo" cuando las circunstancias "obligan a tomar decisiones", lamentaba, en conversación informal, un alto cargo. Luisa Fernanda Rudi o Esperanza Aguirre ya han señalado uno de los posibles problemas: poca política y mucha economía. "Las leyes ideológicas de Zapatero tenían que haber sido derogadas esta legislatura", dijo recientemente Aguirre en esRadio, citando expresamente la ley de Memoria Histórica o la de Educación para la Ciudadanía. Hay otros, como la falta de coordinación entre el Gobierno y el partido.
El papel de Casado
Cambio en el discurso, y también "gente nueva", rostros que "no generen animadversión". El lunes, en contra de los deseos de varios altos cargos, María Dolores de Cospedal ya avisó de que se ponía a trabajar de cara a las generales al frente de la secretaría general del PP. Pero existe margen de acción, y barones y parlamentarios repiten con insistencia el nombre de Pablo Casado. "Si alguna vez me tiene que renovar alguien, que sea Pablo", afirmó José María Aznar en plena campaña, generando un aluvión de comentarios de puertas para dentro. El martes, también le señaló Juan Vicente Herrera, que a su vez se alejó públicamente de su "amigo" Rajoy.
Se da la circunstancia de que, a día de hoy, Casado ha dejado de tener un puesto de relevancia en Génova, ya que fue elegido portavoz de la campaña de las elecciones autonómicas y locales. No forma parte del Comité de Dirección, que hasta la fecha presidía Cospedal en la sede nacional, y acude en calidad de invitado al Comité Ejecutivo, del que no es miembro. Lo que no ha dejado de hacer es dar la cara ante los medios de comunicación; algo que también se le exige a Rajoy, ministros y altos cargos de manera recurrente.
En las comunidades, los barones también abren paso a la renovación. Pero la dirección nacional rechaza que los congresos se celebren antes de las elecciones generales, como por ejemplo quiere José Ramón Bauzá -que lo anunció para después del verano-. Los estatutos apuntan a que Rajoy ha de dar su aval para la celebración de estos cónclaves, sean ordinarios o extraordinarios. Un aviso también dirigido a Aguirre, que planteó una "refundación" del PP madrileño una vez constituidas las instituciones locales.
El plan Aguirre
Aguirre, por cierto, sirvió de salvavidas a la dirección nacional, que vio en su propuesta de pactar con el PSOE y Ciudadanos una vía para recuperar la iniciativa política. Un anuncio "de alcance" -conocido desde el lunes- que se planteará en otras plazas electorales, aunque en Génova son conscientes del previsible fracaso. "Por lo menos, el PSOE tendrá que retratarse y decidir si quiere pactar con la extrema izquierda o, en cambio, con las formaciones de centro", según las fuentes consultadas, que recuerdan que Manuela Carmena es "en realidad, Podemos". Las negociaciones únicamente se abrirían en caso de que el PP haya conseguido ser la primera fuerza política.
Para Rajoy, es imprescindible esperar a ver cómo queda España tras los pactos para tomar las decisiones definitivas. Se exaspera cuando le reclaman que haga algo pero nadie aporta soluciones. En la Comunidad de Madrid, Murcia y La Rioja, cree que Ciudadanos acabará acercándose al PP pese a la condición de las primarias. Las fuentes consultadas sugieren una implantación del sistema "un militante, un voto" en el partido, pero antes habría que celebrarse el congreso nacional, y el entorno del presidente descarta que esto sea antes de 2016.
En lo que de momento sí hay cierto consenso es en la tesis de que "nada se puede hacer" si Rajoy insiste, amparado por los estatutos del PP, en que va a ser en candidato a La Moncloa. "Y, en todo caso, ¿qué alternativa hay?", se preguntaba un diputado, según el cual Alberto Núñez Feijóo también queda tocado tras el 24M -los resultados en Galicia fueron malos- y el perfil bajo y gestor de Soraya Sáenz de Santamaría escuece a más de un órgano del partido. "Tendría que ser él el que diera un paso atrás. Otro margen no se contempla", según Génova. Algo que no quita para que crezca el sentir interno de que debería convocar un congreso extraordinario y apartarse. "Le ha costado mucho llegar para querer irse", replican quienes bien le conocen.
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