Pase lo que pase en menos un mes, cuando se celebren las elecciones locales y autonómicas, Mariano Rajoy mostró su determinación de ser el cabeza de cartel del PP a las elecciones generales, que convocará previsiblemente a finales de año. "Yo quiero ser el candidato y confíen en mi, les irá bien", contestó entre tajante y socarrón, en lo que se convirtió en todo un aviso a navegantes. El auditorio contestó con una gran carcajada.
La pretensión del presidente es dejar todo como está tras el 24 de mayo, aunque las encuestas se confirmen y el PP pierda gran parte del poder institucional que ahora ostenta. No convocará un congreso nacional, pese a que tocaría celebrarse este año, ni tampoco hará modificaciones en la cúpula de Génova. No habrá giros, más allá de intentar mejorar la comunicación y mostrarse más cercano -como hizo en su reciente paseo por el centro Benidorm-.
"No tengo intención de provocar ningún cambio en el PP... aunque si lo tuviera, tampoco se lo diría", destacó en su primer desayuno informativo de toda la legislatura, en más de tres años, que organizó Europa Press. El moderador apuntó hasta nueve preguntas de los periodistas sobre el futuro político de Rajoy, que desde el estallido del caso Rato ha sido puesto en cuarentena por cargos de su propio partido.
"Estamos en un punto de no retorno", mostraba su frustración un ministro en una reciente conversación informal. Un veterano diputado añadía que Rajoy tiene tres posibles salidas: "Irse como Suárez, aguantar como Zapatero pero poniendo un sucesor o enrocarse". Y, a tenor de sus palabras, en el PP ha quedado claro que quiere resistir.
Para reforzar la imagen de un partido unido alrededor de su líder, prácticamente no faltó nadie a la cita, subrayada en rojo en el calendario. El Consejo de Ministros casi en pleno -encabezado por Soraya Sáenz de Santamaría-, la dirección nacional –con María Dolores de Cospedal al frente- y varios barones acudieron a arroparle tras una semana negra. "Se crece en las dificultades", en palabras de un declarado marianista.
Rajoy quiso transmitir una tranquilidad que los candidatos locales y autonómicos no encuentran. Se mostró seguro de que los resultados electorales no serán tan malos como algunos apuntan -de hecho, cree que ganarán y serán primera fuerza en España- y no cambió un ápice su discurso, centrado en exclusiva en la evolución económica.
Fue en el turno de preguntas cuando se tuvo que enfrentar a asuntos espinosos, como el de Rato. Había mucha expectación por escuchar sus palabras, toda vez ventiló la cuestión hace unos días en apenas dos minutos en una calculada declaración ante la prensa en Murcia. No se expandió tampoco en esta ocasión: "Sobre este asunto ya he dicho todo lo que tenía que decir. Rato ha sido compañero mío e hizo una gran gestión en su día, pero las cosas son como son", destacó.
Lo más que le concedió al exvicepresidente es que se pueda "defender con absoluta tranquilidad" al tiempo que insistió en que "el Gobierno ha hecho todo lo que tenía que hacer", que es respetar la independencia de los organismos internados. Se le repreguntó intentando sacarle algo más sobre la gestión del caso, pero Rajoy se cerró en banda.
Ni una palabra sobre un hipotético pacto con Ciudadanos porque "el aliado natural del PP son los electores y es a lo que aspiramos", y aunque no cerró la puerta a tener que entenderse con Albert Rivera, lo situó como un enemigo más de la recuperación. "Ahora tenemos ante nosotros la oportunidad real de entrar en largo periodo de crecimiento y bienestar para los españoles", dijo. Otro riesgo para alcanzar lo que ya denomina "velocidad de crucero" es la Ejecutivo de Grecia. "Sería una pésima noticia que haya un acontecimiento no deseable en ese país", recalcó, haciendo un llamamiento formal a que cumpla sus compromisos.
En su primera intervención, previa a las preguntas, todo fue economía. Y dio una buena noticia: el crecimiento de la economía española será del 2,9% en 2015, cuando estaba previsto que fuera del 2% al principio, aunque luego se mejoró al 2,4%. Así se remitirá este jueves a las instituciones de Bruselas, tras ser aprobado el Plan Nacional de Reformas por el Consejo de Ministros, que se celebra esa misma tarde -el viernes es festivo-. "Se crea más empleo y la mayoría de esos nuevos contratos son indefinidos", aseveró en otro momento.
Si bien, tanto los periodistas como los propios cargos de partido lo que querían era palpar su ánimo tras tantos fallos y malas noticias. "El PP está bien", destacó, tratando de elevar la moral. "Cada uno tiene su forma de ser, su carácter, pero el partido ha acreditado mucha solidaridad, entereza y aguante en los momentos difíciles. Yo he pasado momentos difíciles. Pero somos una fuerza política segura y estable", sacó pecho, dando síntomas de parsimonia.
En primera fila, Santamaría y Cospedal, que llegaron y se fueron por su lado y cuya enemistad se lee internamente en clave postmarianista. Algunos también quieren ver a Esperanza Aguirre en esa contienda; otro actor clave, el gallego Alberto Núñez Feijóo, se ausentó del evento. Aunque, en privado y más aún tras el desayuno, no pocos cargos del PP recalcan que sería "muy raro" que alguien pretenda mover a Rajoy antes de los comicios nacionales salvo "cataclismo".