Por empezar de algún modo, hay que decir, en honor a la verdad, que el debate lo ganó RTVE sobre Canal Sur TV. Mucho más fresco, mucho más debate, mucho más interesante y ágil. Si en algo falló la presentadora María Casado fue en no poner en su sitio desde el principio a una Susana Díaz pendenciera, indisciplinada que, al menos, en varias ocasiones, le coordinó al candidato popular: "Siga usted" o "Continúe usted", como si la moderadora del debate fuera ella misma, después de interrumpirlo impunemente. Pero, en cualquier caso, mucho más vivo, más real, más propio de una campaña electoral que el muermo de Canal Sur TV. Y luego diré, aun a riesgo de que alguien crea que Juan Manuel Moreno es de mi familia, que el candidato del PP (que tuvo una cámara amiga, eso sí, que le publicitó todos los gestos de desacuerdo con la señora Díaz, algo que no tuvo en Canal Sur porque la tuvo ella ) volvió a ganar y esta vez, con Antonio Maíllo, que brilló en algunos momentos del debate por goleada ante una candidata socialista crispada y airada.
O sea, volvió a perder Susana Díaz, otra vez de rosa y premamá, esta vez por el fondo y por las formas. Destacaremos la nariz torcida que las cámaras mostraron de un rostro agrio y cabreado desde el principio (se dirá que fue la manipulación del PP en RTVE), que fue incapaz de dejar hablar a los demás, Moreno y Maíllo, e incapaz de aceptar las reglas del debate acusando de mentir a los dos oponentes sin dar opciones. Tal vez a los forofos les gustase su barriobajerío poligonero, pero la cosa fue poco soportable. Ver a una presidenta en funciones de la Junta de Andalucía, la quinta parte de España, y candidata cortando, ordenando, tratando de impedir el debate, no fue de recibo. Por fin, en el tercer bloque, hasta María Casado tuvo que llamar la atención, dos veces y más, a una candidata sin control que trataba de envolverse en la bandera andaluza y en su padre fontanero a toda costa.
En el primer bloque, economía y empleo, Susana Díaz llegó a decir que Rajoy estaba castigando a Andalucía (siempre Rajoy en su vocabulario) mientras Juanma Moreno le recordaba que el diferencial de paro de Andalucía con España data desde los tiempos de Escuredo y González. 33 años de gobierno del PSOE. Antonio Maíllo, sudoroso y algo nervioso al principio, empezó a hablar de políticas sostenibles sin darse cuenta de que lo sostenible en Andalucía ha sido el paro. Moreno no supo en este primer tercio responder a las interrupciones de Susana Díaz y Maíllo pecó de profesoral y pedagógico. PP y PSOE coincidieron en bajar la carga fiscal andaluza, de las más altas de España, un alivio. A Maíllo, de IU, la bajada no le gustó mucho.
En el segundo bloque, se entró de lleno en la corrupción de nuevo. Aunque el PP andaluz dice que no le da votos, Moreno Bonilla, al parecer, cree que sí, y volvió a usar la información exclusiva de Libertad Digital sobre los informes de los ocho Interventores provinciales sobre la formación fraudulenta y sus cursos en Andalucía, Segundo silencio sepulcral de Susana Díaz, pero Moreno que no remata la faena, insistiendo. Moreno propone el fin del aforamiento para los diputados andaluces, Maíllo se apunta y dice que la idea fue suya, pero Susana calla como una tumba. Y tampoco remata Moreno, otrora "cuchilla". Eso sí, Susana Díaz tira por elevación al resto de España, Valencia, Madrid, Cataluña. Pero Maíllo, de Izquierda Unida, arruina su intervención acusando directamente a la presidenta en funciones de haber roto el pacto con IU para no investigar la corrupción en los cursos de formación. Y ahí se produjo un "tikitaka" entre PSOE e IU, para los anales de los debates electorales entre dos izquierdas acusándose mutuamente de corrupción.
El último tercio, como en al debate anterior, parecía diseñado para gloria de Susana Díaz, pero Juanma Moreno le arruinó la fiesta. Y además ella misma, se arruinó asimismo con unos modales impropios. Ante el festival de éxitos sociales de la Junta, Juanma Moreno sacó las listas de espera, los recortes salariales a los empleados sanitarios andaluces, a los profesores y logró que se olvidara la cruz de la política de la dependencia. Maíllo en su sitio, profesoral y eficaz para su política de izquierdas demostrando que es mucho mejor votar a IU que a Podemos, porque hay un sentido democrático que al menos, formalmente, se respeta. Y un nivel intelectual y experiencial, oigan.
La gloria del debate fue la alusión de Susana Díaz al "amiguete" extremeño del PP, a José Antonio Monago, al que, además de acusar sin señalarlo de vídeos impresentables contra Andalucía, lanzó el dardo de haber quitado los libros gratuitos en Extremadura y de restar derechos a los extremeños si se les compara con los andaluces. Y desde luego, el ridículo por irriguroso afán de hacer creer que los 33 años anteriores de socialismo andaluz nada tenían que ver con ella. "Yo soy lo nuevo", dijo, tres décadas después. La vez anterior la andanada fue contra Castilla la Mancha, páramo sin derechos ante el paraíso andaluz. Las cosas que hay que oír.
Queda claro tras los dos debates celebrados a tres que, de haber sido a dos, Juanma Moreno se hubiera merendado a una Susana Díaz que sólo parece funcionar cuando su guardia pretoriana le prepara las operaciones de imagen con Botín, con Alierta o con Mohamed VI. Incluso Antonio Maíllo estuvo muy por encima, intelectual y políticamente, de una candidata que pretendía ser identificada con Andalucía, con unos orígenes fontaneros y con un folklorismo socialista desprovisto de razones.