El presidente de la Generalidad, Artur Mas, se reúne con las dirigentes del brazo "cívico" del separatismo, Carme Forcadell y Muriel Casals, para determinar la estrategia a seguir en las próximas horas y días. La Assemblea Nacional Catalana (ANC) y Òmnium Cultural son ahora los socios de referencia de Mas, que trata de encabezar otro frente con todo el separatismo, desde la ANC a los antisistema de las Candidaturas de Unidad Popular (CUP), menos Esquerra Republicana.
Cuanto más se estrecha su margen de actuación, más activo se muestra el líder de Convergència, dispuesto a romper con Duran y suplicando a David Fernàndez el apoyo de las CUP a su nuevo 9-N por los pasillos del parlamento autonómico mientras le ofrece un plan conjunto para que las CUP sean la nueva ERC.
Oriol Junqueras se ha plantado. El apoyo que ha venido prestando hasta ahora a Mas se ha acabado. No se siente engañado, pero en ERC se afirma que el president está jugando sucio, que no tiene ninguna intención de celebrar un segundo 9-N, que carece de tiempo y medios y que está a la espera de que el Gobierno recurra esta "encuesta" para sentarse a negociar a dos bandas, con el PSOE-PSC de Pedro Sánchez y Miquel Iceta para agotar la legislatura y con el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, para discutir el listado de peticiones del gobierno de la Generalidad.
Ambas puertas conducen, según los teóricos de Convergència, hacia una reforma constitucional que otorgaría a Cataluña un "Estatuto de Nación", el concierto económico y competencias exclusivas en cultura, lengua y enseñanza. Y eso, afirman, es compatible con la foto que pretende Mas, la "consulta alternativa" o "proceso participativo" el 9-N. Confían en una carambola a tres bandas: una cierta movilización a cargo de la ANC, que el Gobierno no impugne la mascarada y que ERC se mantenga en sus trece de no aceptar una candidatura unitaria con Mas como mascarón de proa.
A Forcadell y Casals parece que ya las ha convencido de remar en dirección hacia otro improbable 9-N, el acto de comienzo de campaña de unas plebiscitarias. Esa es la condición que ha impuesto la ANC, que las próximas elecciones autonómicas se celebren de aquí en tres meses. Pero ese requisito depende de otro del que no se apea Mas y que apoya la propia ANC, una lista conjunta con Junqueras de segundo y con la participación de la "sociedad civil". Como ERC no quiere, Mas dice que no puede convocar unas "plebiscitarias referendarias" en esas condiciones. Un bucle que sólo demuestra que Junqueras es el único personaje de la trama que no está dispuesto a salvar a Mas, dado que es quien tiene más probabilidades de ser el próximo presidente de la Generalidad.
En el partido del president se juega a todas las bandas posibles. Combinan los S.O.S al Gobierno de Rajoy con la profesión de fe en la República Catalana del 23 de abril (23-A) del próximo año, fecha limite de la ANC y máxima aspirante a suceder al 9-N, pase lo que pase. Mas tiene el comodín de Iceta, que es la opción que cobra más fuerza según pasan los días. Pero no se puede descartar la posibilidad de unas elecciones autonómicas anticipadas. Lo que es más improbable a estas horas es que cuaje la lista conjunta que venden Forcadell y Casals.