Artur Mas ha quemado todos los puentes y todas las naves, ha cruzado los límites y aún no ha chocado con el Estado. Sigue en perfecta forma política y acaba de cumplir su promesa más difícil, su amenaza y su ultimátum a España. Este sábado ha escenificado un pronunciamiento en contra de la convivencia entre los españoles, un golpe de estado institucional plasmado en la convocatoria de un referéndum ilegal con la Assemblea Nacional Catalana (ANC) como coartada y fuerza de choque.
El golpe ha comenzado y no ha sido precisamente por sorpresa. Más bien se ha tratado de la confirmación de lo que estaba planificado y previsto. A las diez y media en el Palacio de la Generalidad. La publicación de la "ley" y la inmediata convocatoria del referéndum al objeto de desplegar cuanto antes el aparato propagandístico bajo una cobertura de legalidad que es un ataque sin precedentes a la soberanía nacional.
Mientras tanto, la ANC envía cartas a los profesores universitarios en las que les invita a "tener una actitud activa en la promoción del derecho a decidir entre los alumnos". Con el paquete reciben unos carteles con la leyenda "9-N. Votar es normal" que deben situar en "lugares bien visibles, ya sea en la fachada, en la entrada o en los lugares más frecuentados por los alumnos", según se puede leer en la misiva, de formato único.
Las cartas, aparecidas en los últimos días, muestran la calidad democrática del proceso que ha activado este sábado Artur Mas. Están firmadas por las "sectoriales" "Universidad por la Independencia", "Educación por la Independencia" e "Investigación por la Independencia" de la ANC.
El presidente de la Generalidad ha llegado a esta encrucijada sin encontrar el más mínimo obstáculo. No ha habido una reacción política, administrativa o judicial que se haya interpuesto en su camino.
En cuatro años ha conducido a la sociedad catalana hacia un punto de no retorno sin la más leve oposición, más allá de la promesa de Rajoy de que no se celebrará el referéndum. Es probable. Y es posible incluso que no pase nada, pero el referéndum ya ha sido convocado, Mas ya ha sentado un precedente y los miles de activistas de la ANC ya están en sus puestos.
De entrada, su líder, Carmen Forcadell, ha aprovechado una conexión en directo de TV3 para convocar la próxima movida "cívico-festiva". El día que el Tribunal Constitucional suspenda el referéndum, concentración a las siete de la tarde frente a todos los ayuntamientos de Cataluña.
La ventaja que Mas explota de forma grosera es que no corre ningún riesgo mientras excita, tensa y calienta a las masas como ningún otro político en los últimos cuarenta años de la historia de España. No es que haya provocado una fractura social entre los nacionalistas y quienes no lo son, sino que hurga en la herida, se entretiene en el castigo y se jacta de una "mayoría social" que reside en la uniformidad callejera de la ANC.
A la desoladora ausencia de España en Cataluña de las últimas décadas se añade el silencio de los últimos años, la contemplación pasiva de los preparativos de la independencia, un comportamiento gubernamental que no ha contribuido a reducir la tensión, sino a dejar el camino libre a la apisonadora nacionalista. Puede que no haya referéndum. Por ahora. Lo que es definitivamente seguro es que ya ha comenzado la campaña "institucional" y que los catalanes han sido convocados a las urnas para decidir el futuro de todos los españoles. Y no ha pasado nada más.