Si el presidente ha tomado una decisión en firme sobre la vigente ley del aborto, aún no se la ha comunicado al ministro a quién encomendó que la reformara. La sensación generalizada dentro del PP es que el proyecto quedará definitivamente guardado en el cajón y que la situación en la que queda Alberto Ruiz Gallardón es francamente delicada. Nadie ha salido en su defensa desde que el sábado saltara la noticia por temor a quemarse. Este lunes, no hubo rueda de prensa en Génova13.
El ministro está tocado. Asumió el mandato de Rajoy y se ha visto muy sólo en un partido en el que empezó a militar a los 18 años, en Alianza Popular. Las últimas horas están siendo demoledoras. La vicepresidenta no despejó dudas en un encuentro con periodistas en el Vaticano: "no hay ninguna novedad respecto a lo que el Gobierno viene manifestando", dijo de forma lacónica tras verse con el cardenal Pietro Parolin.
La dirección nacional del PP suplicaba por un posicionamiento claro del Ejecutivo. María Dolores de Cospedal reunió este lunes a la cúpula consciente de la crisis política en ciernes. Pero, según un componente del despacho, el asunto se abordó de pasada, sin fijar una postura clara. Al término, se optó por no comparecer, lo que generó todo tipo de comentarios de políticos y periodistas. Las miradas se posaron inmediatamente en Soraya Sáenz de Santamaría, de visita oficial en el Vaticano, pero ella tampoco quiso mojarse.
Dos miembros de la dirección reconocieron, en conversación informal con este diario, que Gallardón "lo tiene difícil". En síntesis, coinciden en que el ministro tiene dos opciones: o resistir y "tragar", o "enfadarse e irse". Son varias fuentes consultadas que apuntan a que el ministro de Justicia no cierra la puerta a dejar el gabinete, aunque recalcan que no es el momento. A partir de este viernes, una vez la Generalidad apruebe la ley de consultas, el Gobierno presentará sus recursos para evitar el referéndum ilegal. Y el ministro es un actor clave en este proceso, como prácticamente todo el mundo le reconoce.
De hecho, este viernes se da por descontado que Cataluña centrará el Consejo de Ministros y no habrá cabida para la reforma del aborto. Es la última reunión del gabinete antes de que termine el verano; plazo que se dio el propio Gallardón antes de las vacaciones. Tras la tormenta catalana y si el proyecto no ve la luz -como así prevé una mayoría de ministros y altos cargos del PP-, Gallardón no descarta irse. La Sexta citó a "fuentes" del partido para apuntar también en esta dirección.
El titular de Justicia no parece tener la decisión cerrada, pese a que es plenamente consciente de las críticas que está recibiendo por parte de un sector del PP. El sábado, el ministerio rechazaba que tuviera comunicación oficial de que la ley se fuera archivar, pero Moncloa evitó aclarar su postura. Tampoco se confirma un posible encuentro entre Gallardón y Rajoy en fechas próximas: se verán el miércoles, en el Congreso, para participar en la sesión de control.
Debate interno en el PP
Algunos, como Borja Sémper -del PP vasco-, incluso se alegraron públicamente de la posible marcha atrás: "un buen Gobierno es aquel que sabe rectificar", destacó ante jóvenes de la formación el domingo. En su opinión, la reforma no generaba "unanimidad ni mucha ilusión", y de ahí que aplaudiera la decisión. Barones autonómicos aducían a esa falta de consenso para insistir en la misma tesis: "cuanto antes se diga claramente que no, antes resolveremos el problema".
La brecha parece, en todo caso, lejos de cerrarse. En Madrid, bastión electoral del PP, Esperanza Aguirre o Ignacio González se han postulado claramente en contra del aborto. En Twitter, red social muy utilizada por los populares, se han visto posiciones encontradas de cargos de estructuras medias. "En el PP no necesitamos oráculos sociólogos que nos iluminen sino ser fieles a nuestros valores y compromisos. No al aborto, sí a la vida", escribía David Pérez, alcalde de Alcorcón. Entre los componentes de la familia católica del PP se han multiplicado las críticas hacia Pedro Arriola, el asesor de cabecera del presidente. Arriola entiende que seguir adelante con la reforma dará munición a la izquierda y quitará votos al partido en los comicios de 2015.
La cosa podría ir a más. Dirigentes con peso aseguran que guardan silencio hasta saber "realmente" qué hará Rajoy. Pero, en voz de un histórico del PP, "quién es católico no puede estar a favor de mantener la ley de Zapatero". Hazte Oír ya denunció que la retirada de la reforma se hace por "cálculo electoral" y avisó de que tendría consecuencias. De momento, Rajoy observa la tormenta política y mediática, pero sin decir su última palabra. Gallardón también espera, y tampoco descarta nada sobre su futuro político. Y el PP, en su mayoría, da por descontado el nuevo incumplimiento electoral.