Como cada verano desde hace ya unos cuantos, el matrimonio Aznar se desplazó a Marbella para pasar el verano. Se les vio como siempre, incluso disfrutando distendidos de un concierto. Entonces, Ana Botella ya había tomado la decisión de dar un paso atrás, pero fue en el descanso estival cuando se ataron todos los cabos del anuncio. Tras las vacaciones, la alcaldesa descolgó el teléfono e informó a Mariano Rajoy.
José María Aznar siempre estuvo a su lado, apoyándola. La familia ha sido "clave" en la decisión, quiso recalcar el entorno de la todavía regidora. El expresidente bendijo su intención de no plantear batalla. "Es injusto", se escuchó a algún cargo afín a Botella, pese a que todo el mundo lo daba por hecho en los círculos populares.
La relación entre Rajoy y Aznar no es la idónea -prácticamente nula-, pero el presidente se lleva bien con Botella. Tanto que la alcaldesa ha tratado de tender puentes una y otra vez. Por su parte, el jefe del Ejecutivo siempre ha valorado positivamente su gestión en el Ayuntamiento y le agradeció, en el despacho mantenido en Moncloa, que se quede hasta el final.
Tras dejar el mando municipal, Botella se centrará en la familia, aunque no se descarta un "regalo" político por parte de la Moncloa. En Génova no esperan que cree problemas en el futuro. Habrá que esperar qué hace Aznar, en un calculado silencio desde hace meses, lo que se interpretó en su día como un apoyo a las aspiraciones de su mujer.