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Vidal-Quadras: "Estaremos en el Grupo Popular Europeo"

Asegura que hubiese sido "una cobardía" no concurrir a los comicios y que la decisión de abanadonar el PP ha sido "de las más doloras" de su vida

Asegura que hubiese sido "una cobardía" no concurrir a los comicios y que la decisión de abanadonar el PP ha sido "de las más doloras" de su vida

En la luminosa sede madrileña de VOX, donde el verde corporativo se estampa hasta en las macetas de la ventana, Alejo Vidal-Quadras tira de veteranía para relatarnos unas jugosas anécdotas de campañas electorales que casi serían dignas de un libro: "hay un clima eléctrico que te insufla energía, pero créame que es una de las cosas más agotadoras que quepa imaginar". Ahora este físico catalán afronta otra más, pero con una siglas distintas a las del PP "abandonar la militancia ha sido una de las decisiones más difíciles y dolorosas de mi vida, imagínese si no lo habrá sido también para Santiago Abascal, para José Antonio Ortega Lara o para centenares de militantes del PP que ahora están con nosotros".

Su situación es curiosa, porque aspira a entrar en un sitio que no es nuevo para usted, la Eurocámara, pero con un grupo minoritario que seguramente estaría entre los no inscritos. ¿Eso demuestra que no le mueve la ambición personal en esta aventura?

En el Parlamento Europeo nos vamos a integrar en el Grupo Parlamentario Popular, lo que nos corresponde por ideología, ya lo tengo hablado con los principales dirigentes y jefes de delegación de otros países. Teníamos que presentarnos tras haber nacido en enero como partido. Llegamos a la conclusión de que no podíamos esperar a las generales, ya que la situación en España es muy grave. Además no somos unos desconocidos, yo llevo muchos años en política, José Antonio Ortega Lara también es alguien muy conocido, como Santiago Abascal. Corremos un riesgo enorme por enfrentarnos a la maquinaria de los grandes partidos, engordada con dinero público y con dinero subterráneo, como estamos descubriendo con los casos Gürtel o Cuadrifolio. Pero también pensamos que tenemos que testar cuanto antes el apoyo con el que contamos en la sociedad española, no presentarnos hubiese sido interpretado como un acto de cierta cobardía o pusilanimidad.

Hay diferencias muy claras entre VOX y el PP en materia nacional, pero mucha gente se pregunta si ese perfil se distingue tanto en asuntos comunitarios. ¿En qué votaría distinto el eurodiputado Alejo Vidal Quadras del eurodiputado Esteban González Pons, por ponerle un ejemplo?

Dentro del grupo popular hay una línea de grupo, que corresponde a una derecha liberal-conservadora europea, que cree en el fomento de la competitividad; el impulso a la creación de valor añadido; el reforzamiento de la unidad europea; tomar todas las medidas necesarias para que el euro sea sólido; la unión bancaria o la coordinación de las políticas económicas de los estados miembros en el marco del pacto reformado de estabilidad y crecimiento; una Europa solidaria con los que padecen más las consecuencias de la crisis y que en el mundo hable con una sola voz. Todo esto lo compartimos, y en la defensa de los intereses de España estamos unidos todos, incluso los socialistas, cuando se habla de los fondos de cohesión o estructurales para ciertas regiones españolas, o de la pesca, o del plátano de Canarias, o del acuerdo con Marruecos para la importación de hortalizas y verduras. Tiene usted razón, VOX estará integrado en la familia popular y ahí no habrá muchas diferencias. La gran diferencia está en España, porque el PP ha abandonado a los votantes que le dieron hace dos años la mayoría absoluta incumpliendo su programa: ha mantenido el gasto improductivo del Estado y en cambio ha subido los impuestos de manera brutal; se ha repartido el poder judicial con el PSOE por cuotas de partido; sigue la línea continuista de Zapatero de negociación más o menos subterránea con ETA, ahí está la liberación de Bolinaga o la pasividad ante Estrasburgo por la anulación de la doctrina Parot; es muy débil frente a la separatismo catalán, etc. En eso somos radicalmente distintos.

Volviendo a la materia europea, su compañero en la Eurocámara y rival Francisco Sosa Wagner, candidato de UPyD, propugna la eliminación del Consejo Europeo por considerar que los jefes de estado y de gobierno tienen demasiado poder.

En eso Paco Sosa se equivoca, peca de una visión excesivamente federalista, contraria al espíritu de los padres fundadores. La UE es una unión de estados, lo que se refleja en el Consejo, y de ciudadanos, lo que se refleja en el Parlamento, que se elige por sufragio directo. Son las dos instituciones clave de la Unión y ambos son órganos legislativos democráticos. Creo que Paco Sosa se deja engañar por esa idea de que el Consejo, como se sientan en él jefes de gobierno, es un órgano ejecutivo, pero eso es la Comisión, el Consejo legisla como lo hace la Eurocámara, y la codecisión es el procedimiento legislativo de la UE en virtud del cuál todas las normas son acordadas por ambas entidades. UPyD, como le digo, tiene una visión ultra federalista, como la que tiene el grupo liberal; quieren unos estados unidos de Europa como EEUU, Canadá o Brasil, donde los estados pierdan su soberanía, ese no es el espíritu de Europa. La historia y la complejidad de la Unión obligan a que sea, insisto, de estados y de ciudadanos. Lo otro es un planteamiento muy teórico.

LD | David Alonso Rincón

Pero precisamente si vamos a cuestiones prácticas se habla mucho del elefante europeo, de la lentitud en la toma de decisiones que tienen que refrendar los parlamentos nacionales, algo que en la crisis del euro ha sido particularmente exasperante. ¿No es una losa en ese sentido el Consejo?

En absoluto. La UE somete a quinientos millones de personas y a veintiocho estados, que mañana serán más, a un derecho y unas instituciones comunes, no puede tomar decisiones de manera expeditiva, es imposible. Hay que agilizarlas todo lo posible pero hay que respetar los procedimientos democráticos para preservar, le reitero, lo que es una unión de estados y de ciudadanos. Los primeros no pueden estar ahí de espectadores, insistir en ello es una pérdida de tiempo.

Hay quien piensa que si ustedes fuesen un partido anti euro tendrían más cancha electoral, porque ese flanco no lo cubre nadie en España, ni en la izquierda ni en la derecha.

Es una suerte que en España no tengamos partidos eurófobos. El euro es un gran logro, porque una zona monetaria tan amplia puede dar oportunidades a mucha gente: elimina costes de transacción, agiliza el comercio entre estados, los dota de una moneda de reserva muy fuerte en la escena internacional, aunque tiene un problema: que como todos los estados del euro, ahora dieciocho, están sometidos a una política monetaria común, si las políticas económicas no están coordinadas y algunos se comportan de manera irresponsable, como ha sucedido esta legislatura por desgracia, la moneda común corre peligro y puede colapsar. Para que el euro nos dé todas las ventajas y suprimamos sus inconvenientes tiene que haber una fuerte coordinación, en la línea de las reformas estructurales para hacer más competitivas a las economías nacionales y de cuadrar las cuentas públicas para que no haya déficit ni endeudamientos excesivos por parte de algunos estados que puedan debilitar el euro. Hecho esto tendremos todas las ventajas del euro, que son muchísimas.

El fracaso autonómico

Volvamos a España. Ha enumerado antes los puntos de discrepancia con el Gobierno de Rajoy, pero en la parte más propositiva ustedes defienden una recentralización casi total de España que a muchos, incluidos partidos como UPyD o Ciudadanos, se le antoja quimérica o indeseable y con pocos precedentes en otros países. Sería como federalizar la centralista Francia o acabar con los länder alemanes. Tampoco parece que hubiese un gran consenso social para esa reforma.

Llevamos treinta y cinco años de estado autonómico y es evidente que ha fracasado. Se construyó para pacificar a los nacionalistas y agilizar la administración, que fuera más próxima al ciudadano. Se llevó a cabo una descentralización política, política subrayo, de gran intensidad: diecisiete parlamentos, diecisiete gobiernos autonómicos, reconocimiento de los hechos diferenciales, lingüísticos y culturales, etc España se convirtió en uno de los estados más descentralizados políticamente del planeta Tierra. El resultado de este esfuerzo político, administrativo y financiero está a la vista, porque los costes de ese estado son gigantescos, fíjese que el gasto en sanidad desde que está en manos de las CCAA se ha duplicado, los nacionalistas no se han pacificado, por contra están en una ofensiva separatista que pretende destruir el orden constitucional y a España como nación. Por tanto el primer objetivo fracasó, y el segundo también, porque tenemos una administración que ha deteriorado la unidad de mercado y que ha sido un foco de corrupción escandaloso, que se calcula en 40.000 millones de euros, una corrupción centrada en autonomías y ayuntamientos. Ante esta realidad sería irracional no cambiar el modelo, por muy buena intención que hubiese en el origen. En VOX decimos lo siguiente: Francia, Suecia, Portugal o Dinamarca son países tan democráticos como Alemania o Austria. No hay un modelo territorial más democrático que otro, eso es ridículo.

LD | David Alonso Rincón.

Tiene que ver más con la historia de cada país.

Claro, España había sido un estado unitario con descentralización administrativa desde las Cortes de Cádiz hasta 1978, con algunos paréntesis bastante desastrosos, como la primera y la segunda República. Nuestro ideal, de la misma forma que el de Artur Mas es destruir la nación más antigua de Europa, es hacer un estado unitario, con una amplia descentralización administrativa, con el reconocimiento sin duda, respetuoso, de los hechos diferenciales culturales y lingüísticos y un poder local fuerte, aunque con menos municipios. Ese es el modelo sueco, francés o portugués, nos evitaría inmensos gastos y evitaría la división entre españoles que está a punto de liquidar nuestro país. Es una propuesta de máximos pero que, como dice usted, no se puede hacer de hoy a mañana, porque habría que cambiar la Constitución y consolidar para ello una mayoría parlamentaria. Hoy los españoles que prefieren un estado unitario sin autonomías o los que dicen que habría que quitarles competencias son, sumados, el 45%, por tanto no estamos hablando de una minoría. Los que dicen que se quede todo como está son un 30% y el resto, los que quieren aún más competencias autonómicas, sí que son minoritarios. Habría que ir a una primera etapa de recentralización de competencias y de controles estrictos sobre el gasto autonómico, además de recuperar la unidad de mercado, eliminando barreras lingüísticas y administrativas que impiden que las empresas españolas puedan circular libremente por el territorio nacional. También es importante acabar con la desaforada actividad legislativa de los gobiernos regionales, en España hay más de cien mil normativas en vigor, así no hay quien monte una empresa, para dar de alta una se tarda un mes, cuando en otros países se tarda un día.

Un eminente físico que salvó al PPC

Usted llegó a liderar el PPC en 1990 tras una batalla interna contra el hoy ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz.

El PP se refundó con Aznar en el Congreso de Sevilla y en Cataluña AP había experimentado un descenso muy grande, estaba colonizada por CIU y sólo tenía seis diputados de los 135 del Parlamento de Cataluña, e incluso las encuestas le auguraban menos en las siguientes elecciones. Era un partido en extinción. Entonces Aznar quiso cambiar esa situación y me encargó llevar adelante la revitalización del PP en Cataluña. Estuve hasta 1995 y pasamos de esos seis diputados a diecisiete y de 120.000 votos a 420.000, además de aumentar en más del doble el número de concejales, el proyecto iba como un tiro. Aznar cambió de estrategia tras ganar las elecciones en 1996 por su necesidad de pactar con CIU y desde entonces el partido no ha levantado cabeza, cometió un error estratégico enorme. No le guardo rencor pero el expresidente debería haber hecho alguna vez autocrítica sobre ello. En porcentaje de voto emitido nunca se ha alcanzado el resultado de 1995 y las encuestas dicen ahora que el PPC va a retroceder hasta doce diputados.

Le dieron en 1983 el premio Energía nuclear. Usted es físico de profesión, recuerdo un artículo de hace años en el que hablaba de la perplejidad que le producía recordar su vida profesional anterior, absolutamente alejada de la política. Una actividad, por cierto, a la que suele llegar más gente de letras.

Es verdad. Dediqué veinte años de mi vida a la universidad. Cuando me incorporo como número dos de AP en 1988 a las elecciones autonómicas, a petición por cierto de Jorge Fernández, yo tenía casi sesenta trabajos de mi especialidad en revistas internacionales, cuatro tesis doctorales dirigidas, acababa de sacar la cátedra física atómica y nuclear de la Autónoma de Barcelona, había creado mi propio laboratorio, honestamente creo que era una de las personas expertas en España en radioactividad ambiental, en mi campo me había hecho un sitio. Pero me abdujo la política y no he vuelto a la actividad científica.

LD | David Alonso Rincón.

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