No sólo hablaron de economía. A los grandes empresarios les preocupa, y mucho, la amenaza separatista en Cataluña. Y, a diferencia de en reuniones anteriores -en las que la crisis lo ocupó prácticamente todo-, la tensión entre la Moncloa y la Generalidad centró buena parte del encuentro.
Mariano Rajoy transmitió varias ideas a los integrantes del Consejo Empresarial por la Competitividad. La primera, que está dispuesto a dialogar y a negociar, pero siempre dentro de los margenes de la ley. En este sentido estuvo "muy firme", según los asistentes. Para defender su máxima de que "la consulta no se puede celebrar por ilegal" recordó el respaldo tanto del Tribunal Constitucional como de la amplia mayoría de las Cortes Generales. "No estoy dispuesto a hablar sobre nada que tenga que ver con la ruptura de la soberanía nacional", acotó por la mañana en el Congreso de los Diputados.
Dicho esto, el presidente aseguró que seguirá ayudando económicamente a la Generalidad. "Somos el Gobierno de España y, por lo cual, también de Cataluña", suelen argumentar desde el Ejecutivo. Y, ante los empresarios, Rajoy reiteró que mantendrá las vías de financiación para evitar el colapso financiero del Gobierno autonómico.
El diagnóstico ante los empresarios fue crudo. Y vaya por delante que Rajoy reconoció "la pluralidad de la sociedad catalana". La situación es "muy complicada", afirmó sin medias tintas, hasta el punto de que alertó del riesgo que la "inestabilidad política" podría afectar al proceso de recuperación, del que también hablaron largo y tendido.
Mientras degustaban lasaña de verduras y bacalao -la comida duró algo más de hora y media-, Rajoy y los empresarios coincidieron en que la recuperación económica es un hecho, pero que no hay que quedarse parados. "No está todo hecho", les dijo el jefe del Ejecutivo, que sacó pecho de la reforma fiscal en ciernes. Los empresarios no lo dudaron y le entregaron un documento propio sobre impuestos.