Mariano Rajoy instó a "esperar con serenidad" después de conocerse el grave estado de salud de Adolfo Suárez. El Gobierno hará lo que su familia así estime oportuno, y de ahí que el jefe del Ejecutivo no quisiera avanzar el protocolo de actuación en caso de que fallezca. Un "inminente desenlace" que le pilló en plenas negociaciones en el marco del Consejo Europeo, si bien estuvo “muy pendiente” de la evolución médica del expresidente a través de sus asesores.
Una vez concluida la cumbre, Rajoy se declaró a disposición de la familia, a la que tenía previsto llamar antes de tomar el avión de regreso a Madrid. "Ojalá pueda superar la situación", destacó, si bien quiso ensalzar el papel de Suárez y dejar constancia de que "la inmensa mayoría del pueblo español" está con sus allegados.
"Poco más puedo aportar", dijo ya en el turno de preguntas. No quiso pillarse los dedos sobre qué va a pasar en caso de fallecimiento. "He hablado con su hijo y me ha hecho partícipe de lo que contó a todos los españoles". Esto es, “que no está bien” y que “hay que esperar”. Y aún añadió: “Si nos está escuchando, estamos con él”.
En este sentido, fuentes del Ejecutivo reconocieron que todo queda en el aire y que lo "habitual" en estos casos es un funeral de Estado. Así ocurrió con Leopoldo Calvo Sotelo en 2008 cuando gobernaba José Luis Rodríguez Zapatero. De celebrarse a primeros de la próxima semana podría afectar al viaje que Rajoy tiene previsto a La Haya para participa en la cumbre de seguridad nuclear.