Aznar pide una reacción "proporcionada" a la "estrategia de destrucción" de Mas
"El Gobierno debe contar con el apoyo de todos. Un apoyo que quiero afirmar con claridad", destaca Aznar, que denuncia una "llamada al odio".
Dio una de cal y otra de arena. Por un lado, avisó "con claridad" al Gobierno de que tiene su "apoyo" en la lucha contra la secesión pero, por otro, dejó entrever que la respuesta dada no es lo suficientemente robusta dada la gravedad de la crisis. "En lo que -la consulta- tiene de ilegal, el Estado de derecho debe reaccionar con eficacia y de manera proporcionada a la gravedad del desafío, que es mucha", irrumpió José María Aznar este lunes, en el III Seminario Luis Portero de Derechos Humanos, celebrado en Granada.
A pesar de la advertencia a Mariano Rajoy -al que, como siempre, no citó-, el expresidente no fue tan duro como en otras ocasiones, ni mucho menos. Más al contrario, su discurso parecía muy calculado, y el receptor de prácticamente todos sus golpes fue Artur Mas. En su opinión, él y sus socios han articulado toda una "estrategia de destrucción frontal e ilegal" a la que hay que dar la debida respuesta. Un "desafío" como también lo es, aunque de forma "distinta", el terrorismo de ETA.
"Lo hacen apelando a motivos banales, y a fabricaciones históricas vergonzosas; al peor populismo en versión nacionalista, y a la manipulación sentimental", desatacó Aznar. Sin medias tintas, acusó al líder catalán de "sembrar el prejuicio y llamar al odio, a la ruptura".
Una vehemencia que contrasta con la de Rajoy, pero que por otro lado tampoco es nueva. De hecho, salvo el citado toque de atención, Aznar no hizo sangre. "El Gobierno debe contar con el apoyo de todos cuando se enfrenta a esta pretensión disgregadora, antidemocrática e inconstitucional. Un apoyo que quiero afirmar con claridad", destacó sin medias tintas.
En juego está "la integridad de la nación", proclamó en el acto con las víctimas. La tensión territorial va a más, y Aznar no se pone la venda: "La sociedad catalana ya acusa fisuras muy importantes". Pero volvió a defender que "España no se va a romper" y se situó en contra de los que, en otras partes de España que no sea Cataluña, se muestran partidarios de que sí se celebre la consulta: "Se equivocan los que esperan que su separatismo encuentre separadores que lo alimenten. Se equivocan los que creen que su voluntad de romper provocará el desistimiento de los que quieren integrar".
Rajoy busca la moderación
Mientras, en el Gobierno insisten en que es el momento de mantener la cabeza fría y no dejarse llevar por los sentimientos. Para el presidente, su postura está clara: "Garantizo que la consulta no se va a celebrar", prometió, "porque es ilegal e inconstitucional". Si bien, no va a estar repitiéndolo todos los días ni entrando en "hipótesis" que le llevarían a endurecer su discurso. Cuando le preguntan por el artículo 155 de la Carta Magna, él evita responder. Moncloa busca que la situación se relaje al tiempo que lanza el mensaje a los catalanes de que la ayuda económica va a continuar.
Mariano Rajoy apela al poder de una España unida y recuerda la Historia, pero en el PP algunos cargos admiten cierto desasosiego en las bases por la falta de una firmeza mayor, que sí se escucha en formaciones minoritarias como Ciudadanos y UPyD. Una idea que se cuela, por ejemplo, en las cenas de navidad que se repiten estos días: "Muchos nos preguntan si estamos seguros de que Rajoy no nos dejará tirados. Y la duda, ya de por sí, es muy dura", en voz de un líder de distrito de la capital.
Cospedal: "La soberanía no es negociable"
Aunque con discursos distintos, Aznar sí coincide con Rajoy en destacar los logros comunes: "No hay entre nosotros una historia acabada. Tenemos muchas cosas que conseguir juntos". Y, en su opinión, la Constitución es el mejor escenario para conseguirlo. Una tesis a la que se sumó María Dolores de Cospedal, en su última rueda de prensa del año en Génova: "Es el momento de estar todos juntos, ratificar un pasado fructífero en común, un presente que mejorará sustancialmente el próximo año y un futuro".
La número dos del PP, bastante más contundente que los portavoces del Ejecutivo -algo, por otro lado, habitual en el juego político-, expuso con claridad que la soberanía nacional "no es negociable" y que "quienes han puesto al borde del abismo a los catalanes son los que tienen que ofrecer una solución y moderar su mensaje".
Aunque, en la línea de Rajoy y Soraya Sáenz de Santamaría, Cospedal tampoco quiso valorar las posibilidades que da la Constitución para parar los pies a Mas. Nada quiso decir de una posible suspensión de la autonomía o de que se detenga el desvío de dinero a Cataluña. Es más, lo que hizo la secretaria general del PP fue buscar la reconciliación: "Los catalanes tienen el mismo derecho que el resto a que el Gobierno les ayude. De lo contrario, se estaría castigando a los catalanes, no al Gobierno de Cataluña, y el Gobierno no está por la labor de hacer tal cosa".
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