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Aznar, a Rajoy: "No es una virtud del Estado dejarse desafiar"

El expresidente apela a la "gran política nacional" y alerta sobre "el silencio que puede dañar a la verdad tanto como la mentira misma" de Artur Mas.

La tarea más importante en la España de hoy es "construir, ordenar y poner en marcha una gran política nacional basada en los principios constitucionales". Una labor que, escuchado el diagnóstico de José María Aznar, está lejos de la hoja de ruta dictada por Mariano Rajoy desde la Moncloa. El presidente de honor del PP está hondamente preocupado tanto por la amenaza secesionista como por la respuesta a la misma, y lo hace saber.

El tono y, aún más importante, el fondo de su intervención ponen encima de la mesa su alarma ante lo que ocurre en Cataluña. Aznar instó a un "gran proyecto cívico atractivo, capaz de animar a la sociedad a prestarle su apoyo decidido y sostenido". Y en ello las instituciones, el Gobierno, deben tener un papel cardinal. Más que comprensión, respaldo o un aliado, "la sociedad debe de encontrar en las instituciones el liderazgo de quien tiene que abrir camino y tomar la iniciativa. Especialmente donde más falta hace", en palabras del responsable de la Fundación FAES. Escuchándole, históricos del PP vasco, pero no la cúpula; Arantza Quiroga excusó su presencia por motivos de agenda -estuvo en Madrid por la mañana en el Comité Ejecutivo-.

La duda que plantea es si el Ejecutivo está a la altura de las circunstancias. En ningún momento cita expresamente a Rajoy, pero de su análisis de situación se desprende un examen a sus políticas y, a renglón seguido, una enmienda a la totalidad. "No hay moderación en aceptar la ilegalidad; no hay prudencia en consentir que un poder se ejerza por quien no debe y para lo que no debe; o en que no se ejerza por quien debe y para lo que debe. No hay tolerancia en admitir la ausencia o el vacío del Estado de derecho. No es una virtud del Estado dejarse desafiar cuando se funda en el derecho y sirve a la libertad", argumentó de un tirón. Y aún añadió: "Eso solo produce el desamparo de los demócratas y el júbilo de los que no lo son".

Para Aznar, si algo no se puede ni se debe discutir es España. "No es, no puede ser, una mera idea ni una opinión entre otras. No lo es, no puede serlo, porque hay en vigor una Constitución aprobada en un referéndum que expresa la palabra de la nación española", justificó ante un auditorio abarrotado. Y no en un lugar cualquiera: una San Sebastián, gobernada por Bildu, caldo de cultivo de un nuevo foco secesionista. España, replicó con contundencia, "ha de ser una realidad jurídica segura, indudable y previsible".

Frente a ello, en referencia a Artur Mas -al que tampoco mentó-, "no existe ningún título jurídico, histórico o político válido que habilite ignorarla, incumplirla, suspenderla y aplazarla". Todavía fue más claro, lo que se convirtió en un nuevo toque de atención a Rajoy: "El Estado de derecho no puede quedar en suspenso o ser aplicado por cálculo político, porque eso daña la democracia española y expone a sus instituciones a la sospecha".

Aznar parte de la base de que "algunos han decidido romper con España". En otras palabras, "tratan de romper con los principios de la democracia" y, con ello, "arrastra consigo a toda una sociedad, a la que pretenden convertir en lo que no son". Una situación ante la que pide despertar políticamente: "No podemos permanecer al margen", exclama. "Debemos afirmar la legitimidad de nuestra Constitución" y, yendo un paso más allá, "ejercer política expresada democráticamente".

Sin entrar en el debate de si fue más o menos duro que en su ya histórica entrevista en Antena3, lo cierto es que fue muy crítico en esencia: "Hay que poner fin al desfalco de soberanía nacional que se está llevando a cabo por parte del nacionalismo", sentencia. A cada frase fue más lapidario: "Hay que afirmar la realidad nacional de España ante las grotescas deformaciones históricas a las que la someten aquellos que rechazan una comunidad de ciudadanos libres e iguales". Esto es, "no necesitamos hacernos pasar por apátridas o por agentes sin arraigo", sino más bien al contrario "debemos actuar como españoles tranquilamente orgullosos de serlo".

Otra vez, Aznar advierte a Rajoy de la gravedad de la situación y le encomienda que se ponga manos a la obra. Pero el tiempo pasa y sus reclamaciones parecen acumularse en un cajón, amén de que la relación entre ambos está deteriorada. "La nación que defendemos nada tiene que ver con el proyecto nacionalista de involución", afirmó ya al final de su extensa intervención. Quienes buscan la secesión, en su opinión, también quieren acabar con la pluralidad: "No les molesta España, lo que les molesta es que España significa libertad", denunció ante un público entregado.

Ante un nacionalismo "reaccionario y destructivo", ante un ataque a la "libertad y el pluralismo", Aznar exige no mirar para otro lado y coger el toro por los cuernos. "Frente a un proceso inútil de centrifugación del Estado, hay que fortalecer las instituciones y ordenar la vida del Estado del modo que mejor convenga a la nación", fue su última recomendación. Y, por si no hubiese quedado suficientemente claro, aún concluye en relación a Rajoy: "Estamos en un momento decisivo de nuestra historia" y "nada está garantizado y todo dependerá de lo que estemos dispuestos a hacer" porque "es cierto que el silencio puede dañar a la verdad tanto como la mentira misma".

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