La nueva presidenta de la Junta de Andalucía estrenó la sala de prensa del palacio de la Moncloa haciendo un sonoro alegato contra la corrupción y en favor de la solidaridad nacional. Tras reunirse con Mariano Rajoy, en un clima de cordialidad, en ningún momento quiso sumarse a la estrategia de Alfredo Pérez Rubalcaba de romper relaciones con el Ejecutivo y el PP. Aunque, eso sí, no quiso reconocer que esto suponga un choque con el líder socialista: "No es incompatible", repitió varias veces.
La líder con más poder territorial del PSOE ofreció una imagen de concordia con el Gobierno central. Bajo la premisa de que ha hecho "bandera de la lucha contra la corrupción" en su tierra, defendió "la transparencia" como vacuna. En este sentido, aseguró que Rajoy ve "adecuado" e "idóneo" el pacto contra la corrupción que ahora promueve. Nada quiso decir, en todo caso, sobre el escándalo de los ERE más allá del "respeto y colaboración total a la Justicia".
También habló con el presidente de la situación que atraviesa España. Sobre el órdago secesionista de Artur Mas, insistió en la necesidad de "diálogo" para "perseverar la unidad de España". Si bien, tampoco se mojó sobre el federalismo que promulga Ferráz.
Mucho más contundente fue a la hora de valorar la propuesta de Alicia Sánchez-Camacho de limitar la solidaridad; una hoja de ruta este viernes arropada, ni más ni menos, que por la dirección nacional del PP. "La posición de Camacho y la mía son antagónicas", ofreció como rotundo titular. Y se explicó: "Quiebra la igualdad" y es "contraria a la Constitución" porque "rompe la solidaridad e igualdad entre ciudadanos". Una postura que no casa, en absoluto, con la que defiende el PSOE a nivel nacional ni tampoco el líder del PSC.