El presidente no se salió del guió: España "va a mejor" y "ya se están produciendo efectos" si bien todavía quedan "muchas cosas por hacer". Un discurso al uso, desgranado tanto en el Senado como en el Congreso, con el que Mariano Rajoy también se reafirma en sus previsiones después de que el Fondo Monetario Internacional augure la recuperación más lenta y frágil del mundo.
El jarro de agua fría del FMI no ha cambiado la opinión del presidente. Tampoco a pesar de las críticas de Alfredo Pérez Rubalcaba, muy duras en esta ocasión. El líder de la oposición acusó a Rajoy de "recortar derechos" y llevar acabo medidas "crueles" como "quitar la asistencia gratuita" a los inmigrantes irregulares o la “de cobrar por la farmacia hospitalaria” que se da a “enfermos crónicos para poder seguir viviendo”.
Rajoy no entró en el cuerpo a cuerpo y se mantuvo en su tesis: la política del Gobierno "no produce resultados milagrosos en un corto plazo", reconoció en una accidentada sesión de control. Si bien, a pesar de ello, los indicadores a su disposición empiezan a ser halagüeños: "Hay datos positivos en la economía española", sacó pecho. "Vamos a mejor", enfatizó.
Capítulo especial le dedicó al número de desempleados. Ya el martes, destacó que el dato de paro acumulado en lo que vamos de año es el mejor desde 1997. Ante Rubalcaba, trató de sacarle los colores echando mano de la hemeroteca: con José Luis Rodríguez Zapatero, rememoró, la tasa de paro "llegó a aumentar en 3,4 millones de personas". Siguió haciendo memoria: "Bajó el sueldo de los funcionarios" y "congeló las pensiones" amén de provocar "gravísimos desequilibrios". Consecuencia de todo ello, se justificó, ha tenido que tomar "decisiones" que, admite, han sido difíciles.