El nacionalismo no está dispuesto a perder la batalla de los medios tras el impacto propagandístico de la cadena independentista. Los efectos del último patinazo de TV3 con el "informativo infantil" sobre el 11 de septiembre no sólo han puesto de relieve el control que ejerce la Generalidad y hasta qué insospechados ámbitos llega su influencia doctrinaria; sino que amenazan el "éxito" de la operación televisiva de la Diada.
Las primeras críticas al programa activaron las alarmas de CiU ante el sonoro tropezón. En TV3, tanto sus directivos como el propio "comité profesional" han defendido en bloque el escandaloso contenido. Y, en el plano político, el portavoz de la Generalidad, el convergente del ala dura Francesc Homs, ha contraatacado con el anuncio de un informe del Consejo Audiovisual de Cataluña (CAC) sobre las ofensas a Cataluña, lo que fuentes de la federación nacionalista justifican como "maniobra de distracción" para tapar el debate generado por la campaña de propaganda con la que se difunden las consignas soberanistas.
Desde la llegada de un nuevo presidente al CAC, Roger Loppacher, en julio del pasado año, la orden tajante dada a los funcionarios del organismo es: "¡A TV3, ni tocarla!". La televisión autonómica ha sido una constante fuente de quebraderos de cabeza incluso en el seno de la federación nacionalista. Los dirigentes de Unió critican abiertamente a TV3, a la que responsabilizan de la hegemonía del discurso soberanista y califican de brazo mediático de ERC. En la nueva etapa de la entidad, con sólo seis consejeros (tres de CiU, con voto de calidad del presidente, dos del PSC y uno del PP, todos ex diputados, ninguno vinculado al periodismo), el organismo ha intensificado su función de comité de actividades anticatalanas, alías del CAC tras el último reparto de licencias en alusión al comité parlamentario desde el que McCarthy desató en los años cincuenta la caza de brujas en Hollywood.
Una vez alterado definitivamente el mapa audiovisual de Cataluña a través de unos concursos que prácticamente han laminado la presencia de radios y televisiones ajenas a lo que denominan "sistema catalán de medios", el CAC tiene ahora ante sí el reto de elaborar una suerte de "memorial de agravios" revestido de aparente imparcialidad y voltear las críticas a un programa que, subrayan sus cada vez más numerosos defensores en Cataluña, hasta ha recibido un premio de Unicef. De hecho, la defensa a ultranza de TV3, incluido el Info K, es el último banderín de enganche de la causa nacionalista.
En el encargo del informe al CAC planea la sombra del David Madí , ex asesor áulico de Artur Mas y teóricamente dedicado a sus actividades privadas. No obstante, su nombre es ahora habitual en las quinielas de los equipos negociadores de Mas con Madrid. Sea como fuere, la instrucción ha quedado clara en el CAC, donde no se entra en matices sobre el peso de Homs o la influencia de Madi. El encargo indica que el tal informe debe parecer tan elaborado como el remitido a Rajoy y tan documentado como se que será el que ya se prepara sobre las posibilidades de permanecer en la UE en caso de independencia.
Pero lo más destacado del "proyecto" del CAC es que deberán constar nombres y apellidos de los periodistas y tertulianos habituales, artículos de todo aquel colaborador, director, becario y espontáneo considerado anticatalán, grabaciones de radio, cintas de televisión, noticias digitales y hasta blogs de dirigentes políticos retirados. La "idea" es hacer una presentación pública que incluya las señas de los más conspicuos críticos del catalanismo en todos sus ámbitos, los "sospechosos habituales" de siempre.