El presidente asegura que no mintió ante los representantes de la soberanía nacional. Mantiene "en su totalidad" su versión sobre Luis Bárcenas del 1 de agosto, cuando la enorme presión política y social le obligó a comparecer en el Senado. Ya entonces, quedaron dudas sobre cuándo rompió la relación con su antiguo hombre de confianza, a tenor de los comprometedores mensajes de texto desvelados por El Mundo. Las declaraciones de cargos del PP ante el juez han vuelto a poner encima de la mesa los beneficios otorgados al extesorero tras la teórica ruptura.
Pero Mariano Rajoy, enérgico y visiblemente enfadado, quiso dar el enésimo golpe seco en la mesa. "No tengo nada que rectificar en mis manifestaciones porque nada ni nadie desmintió lo que yo dije", afirmó con solemnidad. Y nadie le desvió de esta tesis, a pesar de que Cayo Lara (IU) y Alfredo Pérez Rubalcaba (PSOE) utilizaron términos muy duros para intentar ponerle contra las cuerdas, hasta el punto de que el líder de la oposición volvió a pedirle que abandone sus responsabilidades de Gobierno.
La primera sesión de control al Gobierno recuperó el tono bronco, caldeado por los reproches de las distintas bancadas. El Grupo Popular quiso arropar a Rajoy con un largo aplauso que despertó las quejas del resto. Tanto Rubalcaba como Lara se centraron en sus vínculos con Bárcenas: "Cuando fui elegido presidente del Gobierno, el señor Bárcenas no estaba en el partido, no era tesorero y no tenía representación política", replicó, no sin recordar que se estaba expresando en los mismos términos que el pasado 1 de agosto.
Según Rajoy, Bárcenas fue obligado a dejar las finanzas del PP el 28 de julio de 2009 y el 19 de abril de 2009 también abandonó su acta de senador. En resumen, "causó baja" en la formación. En efecto, así ocurrieron los hechos y así queda recogido en las hemerotecas. La duda reside en las ventajas pactadas en secreto -presuntamente, en la reunión celebrada en su despacho de Génova, en la que también participó Javier Arenas- y que consistieron en que se le seguiría pagando un sueldo además de mantenerle despacho, coche oficial y secretaria, entre otras facilidades. Sobre esto, Rajoy no quiso dar detalles porque oficialmente ya no era cargo del PP, según se desprende de sus palabras.
Así, "no hace falta ser un lince" para darse cuenta de que, cuando accedió la Moncloa a finales de 2011, ya no existía relación laboral. "Estos son los hechos y nadie puede cambiarlos", dijo, para criticar la versión tergiversada, a su juicio, de la declaración de María Dolores de Cospedal ante la autoridad judicial. A Rubalcaba le instó a que se lea el auto "y diga la verdad" porque "el que miente es usted".
Dardo envenenado a Rubalcaba
Durante las últimas horas, el Gobierno había vendido la idea de que al líder socialista se le había "caído" el discurso sobre Bárcenas por el caso de los ERE. Ni más ni menos que Soraya Sáenz de Santamaría así lo dijo en una reunión con el Grupo Popular. Pero Rubalcaba fue muy duro -"Su historia es una patraña envuelta en una mentira que desemboca en un embuste", llegó a denunciar, citando a Churchill-, y Rajoy no dudó en lanzarle el dardo envenenado.
"La presunción de inocencia sólo sirve cuando le corresponde a usted", arrancó con ironía. "Yo no voy a hacer lo mismo que usted y no voy a entrar en el y tú más", para rematar: "Y fíjese si tendría posibilidad de hacerlo, y más en el día de hoy". Previamente, también le hizo un guiño parecido a Lara, habida cuenta de que IU mantiene al PSOE en el poder en Andalucía.
Las dos preguntas que recibió el presidente fueron sobre Bárcenas -al término, salió rápidamente el hemiciclo sin hacer declaraciones-. También la vicepresidenta fue abordada por la espinosa cuestión. Soraya Rodríguez le acusó de gobernar "a espaldas del Parlamento y a escondidas de los ciudadanos", lo que recibió réplica: "Les veo desorientados y asustados", aseveró Sáenz de Santamaría. "Propongan más y gesticulen menos", le dijo, en relación al plan contra la corrupción en el que trabaja el Gobierno y que, en breve, pasará al Consejo de Ministros para, a renglón seguido, ser negociado con los distintos grupos parlamentarios.