Tres serán los ejes del discurso de Mariano Rajoy en el Senado: economía, política y lucha contra la corrupción. Si, por primera vez, nombrará a Luis Bárcenas sólo lo sabe él; el resto, son meras elucubraciones de pasillo. Los diputados del PP, incluidos algunos altos cargos, admiten que nada saben a ciencia cierta de la forma y el fondo de la intervención. Aunque se impone la máxima de que "tiene que dar la cara" y decir claramente que "se confundió al confiar" en el extesorero. En Moncloa parten de la premisa de que, a pesar de la expectación, "esto no termina" con la comparecencia.
El jefe del Ejecutivo ha preparado los papeles con su núcleo duro. A pesar del clamor de la oposición para que se centre en exclusiva en Bárcenas y sus acusaciones en sede judicial de financiación irregular en el PP, hablará largo y tendido de economía. Bajo el epígrafe "recuperación y estabilidad", avanzará nuevas reformas y desgranará los indicadores que apuntan al fin de la larga recesión. Por ejemplo, defenderá el hecho de que España presenta hoy capacidad de financiación neta con el exterior, algo que no ocurría desde 1997. La prima de riesgo, alrededor de los 300 puntos frente al miedo real de colapso de hace justo un año, le ayudará en este mensaje. "Nadie nos va a marcar el camino. La economía sigue siendo hoy la mayor preocupación de los españoles, y Rajoy se debe a ellos", en voz de uno de sus asesores. Y por ello, también hablará de empleo, sacando a relucir la última y esperanzadora EPA.
En aras de la recuperación, el jefe del Ejecutivo entrará en su diagnóstico político -segundo de los ejes- para transmitir una idea muy clara al líder de la oposición: la crispación política sólo ayuda a retrasar la salida de la crisis porque genera desconfianza en el exterior. A Alfredo Pérez Rubalcaba le instará a regresar a los pactos, como el cosechado en materia europea. "Una fotografía de unidad", dicen en Moncloa. "Sería imperdonable que por los líos políticos se estropeara la recuperación", enfatizó ya este miércoles Esteban González Pons, que fracasó en su intento de que se adhirieran otras formaciones a la ley de transparencia. En todo caso, en el Gobierno reconocen que costará rebajar el clima con un PSOE que "sí o sí" pedirá la dimisión del presidente.
Por último, Rajoy desgranará y ampliará el paquete de medidas contra la corrupción que ya avanzó en el Debate sobre el estado de la Nación. Tal y como adelantó este diario, el Ejecutivo tiene previsto que en septiembre se empiecen a aprobar los nuevos controles para partidos políticos, sindicatos y patronal. Los trabajos de los distintos ministerios ya han concluido: el paquete normativo afecta a seis leyes, con medidas "preventivas, de transparencia, de control y represivas", según destacó Soraya Sáenz de Santamaría. Se baraja una comisión de investigación para dirimir si existió contabilidad B en las formaciones, que podría ser anunciada por este jueves.
Será entonces cuando el jefe del Ejecutivo se refiera al ataque directo de su otrora hombre de confianza. Será "contundente", afirman los suyos, y envolverá sus palabras en la solemnidad que dan las Cortes. Pero, auguran ministros y altos cargos, esa vehemencia no podrá ir "mucho más allá" de la demostrada, en su opinión, en el Comité Ejecutivo de febrero. De ahí que no pocos en el PP, e incluso en el Ejecutivo, ansíen otro tipo de gestos como que pida perdón. "No tiene más remedio que decir lo malo que ha sido Bárcenas", en voz de un diputado popular.
Por supuesto que Rajoy no piensa dimitir, dicen quienes tienen interlocución fluida con él, y -en principio- no se esperan cambios en su gabinete a corto plazo. Se habla de finales del año. En el PP, María Dolores de Cospedal sí ha abierto la puerta a cambios "generacionales" a la vuelta de las vacaciones. En el foco, Javier Arenas o Jaime Mayor Oreja. "El problema es que no dijimos la verdad desde el principio. Que no atajamos el problema, con seriedad, desde el inicio, y ahora nos encontramos con esto", es uno de los diagnósticos más extendidos en los círculos populares.
Llegados a este punto, en el PP –prácticamente en todas sus estructuras- se reconoce que los españoles creen más a Bárcenas que a Rajoy, que la estrategia ha sido la errónea, y que hay que dar explicaciones. Y de ahí que aguarden taciturnos a Rajoy, deseosos de poder decir el jueves "ha estado a la altura". Según Pons, "dará todas las explicaciones que se esperan". En realidad, el escepticismo cunde a micrófono cerrado, más aún a tenor de que el Grupo Popular no se ha reunido y los diputados se quejan de no tener ningún tipo de información. "¿Si creo que Rajoy se ha llevado dinero negro? Francamente, creo que no, pondría incluso la mano en el fuego. Pero ya no hablamos de eso. El problema es que hemos perdido una guerra ante la opinión pública, hemos perdido la confianza ciudadana, y tenemos que recuperarla", analizaba un histórico popular.