Rajoy: "Voy a cumplir el mandato que me dieron los españoles"
La guerra es total. Rajoy se reafirma en el cargo y dice que no cedió. Bárcenas, ante el juez, le acusa de ser pieza clave del escándalo.
Mariano Rajoy no tiene intención de dimitir. Bajo ningún concepto. "España es un país serio y yo quiero seguir contribuyendo a que esto siga siendo así", proclamó en una intervención muy meditada. Su intención es terminar la legislatura -esto es, no adelantar las elecciones generales- e, incluso, presentarse a la reelección. Tiene un programa de reformas y está decidido a acometerlo. Si algo quiso dejar claro, en una de las comparecencias que más expectación ha levantado a nivel nacional e internacional, es que Luis Bárcenas, que declaraba a la misma hora en la Audiencia Nacional cargado de documentos y terminó descargando toda su artillería, no le va a tumbar.
Para el presidente, España aún mantiene cierta soberanía nacional y no fue rescatada de forma total el año pasado porque existe "estabilidad". Una fortaleza política, suele decir, que reside en una histórica mayoría absoluta en las urnas del PP y que desembocó en un Gobierno, destaca, al que no le ha temblado la mano a la hora de tomar medidas. "España, en una situación muy difícil y compleja, está ya dando pasos en la buena dirección y el gran valor que tiene en este momento nuestro país, y yo la voy a defender, es la estabilidad", enfatizó Rajoy. Y sentenció: "Voy a cumplir el mandato que me dieron los españoles".
Las cartas están boca arriba, la guerra es total y encarnizada. Los miembros del Gobierno y la dirección del PP afirman que se enfrentan a un "chantaje ruin" de quien hasta no hace tanto era "don Luis", se paseaba por Génova13 como si fuera su casa y mantuvo una relación muy próxima con Rajoy, como certifican los mensajes de texto desvelados por El Mundo. Ante el juez Pablo Ruz ,el extesorero dijo que todo lo publicado es verdad; tanto la financiación ilegal como la implicación del líder. Desde Moncloa, el presidente prometió que nunca ha sucumbido a una coacción, ahora manifiesta, que en su día desmintió públicamente.
Rajoy tuvo que pasar el trago de reconocer como propios "los SMS", pero trató de usarlos a su favor. A su juicio, "certifican" que se plantó ante Bárcenas, a pesar de sus vínculos y de su historia común, codo a codo, durante años. "Sobre este asunto, quiero que quede muy claro: el Estado de Derecho no se somete al chantaje", repitió Rajoy una y otra vez. La prueba del algodón, argumentó, es que los fiscales, el juez y la policía judicial siguen siendo los mismos que antes que llegara a la Moncloa. "No se ha producido, ni se va a producir ningún tipo de sugerencia ni presión" a estas instituciones, añadió con rotundidad.
Mensaje al mundo: hay estabilidad
Llevaba escrito todo lo que quería decir a la opinión pública. Dos ideas fundamentales: no cedió al chantaje y mantendrá la estabilidad con él en el cargo. En el Ejecutivo preocupa que se transmita la idea a través de los medios internacionales de que en España existe una crisis institucional. En la comparecencia de Rajoy había multitud de periodistas de otros países, como ocurrió cuando se destaparon los papeles. "Esto nos preocupa mucho porque esos periódicos los leen después los inversores, y para España es fundamental que sigan viniendo inversiones", explica un alto cargo del Ejecutivo.
Este mismo lunes, Luis de Guindos -el principal interlocutor de Rajoy en las instituciones comunitarias- enfatizó que los mercados de deuda "descuentan que en España existe estabilidad política" y auguró que las dos subastas del Tesoro de esta semana "van a ir bien" a pesar de "todo el ruido".
El jefe del Ejecutivo tiró de esta teoría y defendió, en un mensaje también muy pensado hacia la Unión Euorpea, el programa de reformas "capital" que ayuda a esa "estabilidad política, que la hay". "Y yo, como presidente, no voy a consentir que ninguno de las dos sufra daño. El Gobierno, con el apoyo parlamentario que tiene, continuará la tarea sin pausas ni vacilaciones. Y que nadie piense que vamos a distraernos de nuestro propósito de transformar el país", pronunció sin abandonar la contundencia.
Rechaza contestar a "rumores"
Rajoy se mostró muy firme. Incluso parecía enfadado. Las circunstancias le han obligado a cambiar de estrategia, toda vez siempre había insistido en que las explicaciones estaban dadas. Ante quienes se quejan de su silencio, tachó de "sentido común" que un presidente "no puede estar saliendo cada día al paso de las insinuaciones y rumores que se vayan publicando". "¡No tiene ningún sentido!", exclamó, a pesar de verse forzado a proclamar su inocencia y reafirmarse en el cargo.
Todo lo que dijo en febrero, ante un Comité Ejecutivo convocado de forma extraordinaria, lo mantiene. "Nunca he recibido ni repartido dinero negro, ni en este partido ni en ninguna parte. Es falso todo lo que se ha dicho. Lo digo con toda serenidad", afirmó entonces. Su número dos en el partido lo reiteró en una comparecencia extraordinaria alrededor de las ocho de la tarde, una vez filtrada la declaración de Bárcenas ante el juez: "Son mentiras y calumnias", dijo. La contabilidad de Génova, afirmó, es única y está auditada por el Tribunal de Cuentas: "Cualquier otro papel que refleje una contabilidad distinta no lo es y su autor sabrá a qué responde y por qué la ha hecho", replicó una durísima María Dolores de Cospedal, que rechazó "coacciones y sobornos" de cualquier tipo.
Ante su partido y todos los españoles, Rajoy se reafirmó en su forma de responder a la crisis: "No se le puede pedir a un presidente que esté desmintiendo un día sí y otro también", continuó. Apuntaló la tesis de que Bárcenas no le va a marcar la agenda, a pesar de tener que responderle en presencia de Donald Tusk, su hómologo polaco. "Siempre que tenga algo que decir lo diré", fueron sus palabras.
Allá lo que haga el principal partido de la oposición, vino a afirmar. El PSOE "tendrá que valorar si sus decisiones le convienen o no al país", contestó sobre la petición de Alfredo Pérez Rubalcaba de que dimita. Lo único importante, insistió, es que existe "un Gobierno estable y que va a cumplir con su obligación".
El presidente intenta poner así un nuevo cortafuego contra Bárcenas. Mientras, el Gobierno intenta transmitir la idea de que trabaja con total normalidad -Soraya Sáenz de Santamaría atendió a los periodistas sonriente y, al término de la cumbre bilateral con representantes polacos, ministros saludaron como si nada a los informadores- pero la tensión y los nervios son evidentes. Como prueba, lo ocurrido con los periodistas durante la rueda de prensa de Rajoy. Incluso dentro del PP y el Gobierno se dicen conscientes de que esto no acabará hasta que el procedimiento judicial acabe. Pero Rajoy quiere que mantengan la cabeza fría y sigan a lo suyo; con las reformas.
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