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Los dardos envenados de Guerra

Felipe González, Polanco o Zapatero son algunos de los blancos del exvicepresidente en sus memorias. Asegura que Garzón quiso cobrar en B del PSOE

"Crítica, autocrítica, reflexión y análisis político", así define Alfonso Guerra sus últimas memorias "Una página difícil de arrancar", editado por Planeta y que sale a la venta el 28 de mayo. En ellas analiza su vida desde 1991, cuando sale del gobierno, a la actualidad, aunque también menciona algunas anécdotas anteriores como una conversación inédita entre Adolfo Suárez y el general Tejero durante el 23-F.

En total, 642 páginas en las que desfilan anécdotas, como la llamada de Álvarez-Cascos para ofrecerle un cargo institucional durante la primera legislatura de Aznar, o múltiples dardos a sus compañeros de partido o su entorno mediático . Repasamos algunos de los disparos más jugosos contra la línea de flotación socialista.

A Felipe González

La biografía narra ,en su mayoría, acontecimientos que sucedieron después de 1991, cuando Guerra salió del gobierno. El exvicepresidente del ejecutivo considera que la "transformación" y "avance" de España se debe a Felipe González aunque critica duramente algunas de sus últimas acciones. Durante un viaje a Sidney, Txiki Benegas llamó a Guerra para comunicarle que el presidente del gobierno le ha ofrecido la cartera de "presidencia". A partir de esa conversación, el exvicepresidente descubrió "por primera vez" que se sintió engañado por González ya que los cambios no eran los que había acordado con él.

Guerra considera que durante los últimos años, González se rodeó de una corte de aduladores, entre los que cita a "Joaquín Almunia, Carlos Solchaga, José María Maravall, Joaquín Leguina y el periodista Javier Pradera". El que fue número 2 del PSOE afirma que "le rodeaban dificultando que pudiese escuchar otras voces" lo alejaron de Guerra y concluye "dudé si serían más tontos que malvados o a la inversa".

A Zapatero

Dos son las medidas principales que, según el político sevillano, han contribuido a hundir al PSOE en las elecciones; la reforma de los estatutos y la gestión de la crisis. Aunque el exvicepresidente también se muestra muy crítico con el "lobby feminista" que se hizo con el control del PSOE. Guerra asegura que estaba en contra de que en la reforma del aborto se permitiese a las adolescentes hacer la interrupción del embarazo sin el permiso paterno. Acudió a decírselo a la responsable del PSOE de esos temas quien le aseguró que ella también estaba en contra. El exvicesecretario general del PSOE dice que "dos destacadas mujeres del socialismo, María Teresa Fernández de la Vega y Leire Pajín, lo habían acordado con el presidente del Gobierno. A partir de ese momento nadie quería arriesgar la excomunión del socialismo bajo la acusación de machismo"

También se muestra muy crítico con la gestión de la crisis económica. Considera que la frase "bajar impuestos es de izquierdas" de Zapatero es un "lema disparatado y contradictorio con la sensibilidad socialista ante las necesidades de la población". Aunque la mayor parte de los dardos se los lleva Elena Salgado. La elección como ministra de economía fue "con criterios ajenos a la competencia y al conocimiento"

A lo largo de las páginas hay varias críticas a las reformas de los estatutos que se impulsaron durante la primera legislatura de Zapatero. Sobre la reforma del catalán, asegura que se "situaba en los límites extraconstitucionales. En esencia, aunque en otras palabras, era semejante al proyecto Ibarretxe. Mi posición fue que tuviese la misma repuesta que el documento nacido en el Parlamento Vasco". También lamenta que en Cataluña, el PSC haya pactado con la "burguesía del soberanismo de los ricos".

A Garzón

Cuando Felipe González le llamó para comunicarle que Garzón iría en las listas del PSOE como número 2 por Madrid, Guerra le dijo "Ése es un golpe que nos estallará en nuestra propia cara" y le vaticinó que en un año ya estaría en el grupo mixto. "No tuvimos suerte. Se marchó antes, sí, aunque no al Grupo Mixto del Congreso sino a la Audiencia Nacional a preparar la persecución del PSOE" asegura.

La llegada del magistrado a la política es protagonista de una de las anécdotas más controvertidas del libro. En él se asegura que Garzón quiso cobrar dinero negro del PSOE. El juez pidió un salario como compensación ,durante unos meses, por abandonar la Audiencia Nacional y mientras no era elegido. Guerra dice que le respondió "que sin duda el partido sería solidario abonándole las cantidades hasta ser proclamado diputado pero que lo haríamos en A, es decir, de manera legal y con firma del recibo por la cantidad real. No aceptó"

Sobre las investigaciones en torno a los GAL, Guerra dice que "el juez carecía de la imparcialidad constitucionalmente exigida" y lo justifica con su "manifiesta hostilidad" hacia Rafael Vera.

"Garzón ha incurrido repetidamente en la desconsideración de las normas porque lo que estaba haciendo -pensaba él- no puede ser contestado por ningún demócrata" asegura Guerra. Sobre la suspensión cautelar en sus funciones como magistrado, el autor considera que "eligieron erróneamente los asuntos a los que oponer objeciones y sanciones: el asunto de la corrupción de Gürtel y las peticiones de responsabilidad por la guerra civil". Por último, sentencia que "el juez en cuestión tiene una pasión incontenible por sí mismo y todas sus acciones se dirigen a cimentar unas imágenes que puedan servir a esa pasión egocéntrica".

Contra Polanco

Las relaciones con el grupo PRISA son tratados en varios pasajes del libro. El primer encontronazo lo sufrió cuando la cadena SER emitió una conversación interceptada entre Txiki Benegas y él. En ella se referían a González como "Dios" o "el number one". Guerra pidió explicaciones a la empresa editora. Ésta le dijo que había conseguido la grabación gracias a un radioaficionado jienense. Después de varios años, Guerra asegura que supo que se emitió para dañar a Benegas ya que ,al parecer, Polanco tenía informaciones que aseguraban que el destacado socialista vasco impulsaba un conglomerado mediático con el grupo Zeta, Telecinco y ONCE. El exvicepresidente compara estas escuchas emitidas con las de News of The World que han dañado al imperio de Rupert Murdoch y lamenta que, en este caso, los responsables no lo pagasen.

Las tensas relaciones con Polanco también se retratan en un encuentro en un restaurante entre el político sevillano y el empresario. El presidente de PRISA le aseguró que sabía que , pese a todo, Guerra siempre se había mostrado partidario de los intereses de su grupo mediático en el Consejo de Ministros y que no lo había traicionado. Guerra, sorprendido, le pregunto que cómo sabía lo que se decía en el Consejo de Ministros que son privados bajo juramento. Polanco le dijo que se lo filtraba Javier Solana "algo que me provocó mucha tristeza" dice el autor.

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