Mariano Rajoy desechó la teoría de que se ha centrado en exceso en resolver los problemas macroeconómicos y ha dejado de lado a la España real que busca desesperadamente empleo pero no lo encuentra. “No hay dos tableros, es el mismo”, afirmó en el Congreso, para solemnizar que “ni me acostumbro” a la cifra de parados -más de seis millones, según la EPA- “ni me resigno ante ellos”.
El Gobierno cree que ha recuperado la iniciativa después del Consejo de Ministros del pasado viernes 26 de abril, muy criticado en forma y fondo, en la que se anunció más paro durante toda la legislatura y unas recetas que no incluían ni nuevas reformas ni tampoco recorte del gasto público. En el gabinete caló la idea de que faltó mucha pedagogía y que no se explicó bien a los ciudadanos ni lo logrado hasta la fecha ni tampoco los indicadores positivos que empiezan a vislumbrarse. Este martes, el presidente hizo propósito de enmienda, aunque sin anuncio alguno.
España pudo ser Grecia pero consiguió evitarlo, proclamó. Puso un ejemplo: “El domingo 28 de abril se reunieron en Atenas para desbloquear el envío de su segundo rescate. No hace falta decir que el paquete de medidas que aprobaron no eran muy agradables”. De la situación descrita, prosiguió, “se ha salvado” el país.
En este contexto, defendió la subida de impuestos tan criticada, incluso dentro del propio PP. “La prioridad era reducir el déficit. Con la crisis de deuda soberana en ebullición, si se hubiera atisbado cualquier vacilación, ésta nos hubiera llevado al rescate”, radiografió en tono solemne el presidente. “Estaba en juego si España era fiable o no, si cumplía o no, si era capaz o no de controlar sus cuentas”, añadió, para lanzar un órdago soterrado: "Gracias a lo que algunos critican, España ya no siembra dudas".
El presidente fue optimista. Lo peor ha pasado y ya no volveremos a estar tan mal como en 2012, vino a decir. Hace un año, España estuvo a punto de perder “la soberanía económica”, pero ya “no tenemos las manos vacías y no generamos dudas”. Rajoy agradeció en constantes ocasiones a los españoles su tesón y esfuerzo: “Lo han comprendido y lo han aceptado”.
Si un mensaje quiso dejar meridianamente claro es que no habrá viraje en el rumbo; la hoja de ruta está fijada y se mantendrá. “Es preciso perseverar, que las medidas actúen y que los resultados lleguen”, aseveró. El mayor enemigo sería “improvisar” y volver a poner al país en la picota.
La primera parte de su intervención fue para sacar pecho por la flexibilización del objetivo de déficit público. La UE da a España dos años más para cumplir, y sitúa la meta para 2013 en el 6,3%. Presumió de evitar un “estrangulamiento” de la sociedad habida cuenta de que el ajuste será de 7.200 millones -tendría que haber sido de 24.000- frente a los 22.000 del año pasado. “Un alivio” porque lo contrario “hubiera sido insoportable”.
En este sentido, defendió sus previsiones “deliberadamente prudentes” y “realistas” pero también dejó claro que su intención es vencer este escenario. “Las previsiones ni son un instrumento para la propaganda del Gobierno ni deben publicitarse”, enfatizó, en relación a los desfases en las cifras de la época socialista.
“Lamento mucho desengañar a quienes generan alarma pero están pinchando en una nube”, afirmó. El presidente repitió una y otra vez que lo peor ya ha pasado y que pronto la calle empezará a notarlo: "Queda mucha tarea pero llegará la cosecha". “No nos pidan que tiremos por la ventana el esfuerzo. Lo que necesitan -los parados- es que salgamos cuanto antes del agujero. Hemos avanzado en muy poco tiempo y hemos superado lo peor. No haremos experimento y perseveremos”, destacó, no sin explicar que reducir el déficit ayer tendrá repercusiones en el empleo mañana.
“Las cosas están cambiando en España y están cambiando mucho”, insistió. Volvió a repetir eso de que ya no le preguntan por el rescate, cuando era la tónica habitual el año pasado. También se congratuló de una prima de riesgo por debajo de los 300 puntos. “No me pregunta nadie -por el rescate- porque a lo largo del año pasado los españoles han demostrado una férrea capacidad de mejora que han disipado todas las dudas, ya nadie duda de España”, argumentó.
Rajoy habló de que se están superando “obstáculos” y “no es una casualidad o fruto de ningún milagro”. “Nadie ha hecho un esfuerzo semejante en 2012, nada se debe a la buena suerte”, y hoy “estamos avanzando entre grandísimas dificultades”. En opinión del presidente, los cimientos se siguen fortalecimiento.
“Sin ningún asomo de triunfalismo”, precisó Rajoy en dos ocasiones. Pero, envolviéndose en la bandera “del sacrificio y el esfuerzo de los españoles”, aún lanzó un último mensaje optimista: “Tengo un mandato que cumplir y me he propuesto cumplirlo. Hemos salido de lo peor, hemos detenido la caída. Todos sabremos recorrer con firmeza el camino que nos falta”.
No habrá pacto de Estado
En la réplica, Rajoy recogió el testigo del líder de la oposición sobre la posibilidad de alcanzar un pacto de Estado en materia económica. Cantos de sirena, a su juicio, y pasó al ataque: “¿No se dan cuenta? No nos han apoyado en nada y tienen perfecto derecho a hacerlo, pero no les da autoridad moral para decirnos que tenemos que llegar a un acuerdo”.
En todo caso, el jefe del gabinete se mostró receptivo al diálogo. Aunque acotó la posibilidad de consensos a “pactos puntuales”. Dio detalles de por dónde podrían ir los tiros: la sostenibilidad de las pensiones -cuestión que en breve será remitida al pacto de Toledo-, el paquete de medidas contra la corrupción, las reformas local y de la administración o la ley de unidad de mercado. “Vamos a hablar de eso”, enfatizó, descartando tajante un gran acuerdo económico en el que se incluyan recetas socialistas.