Esperanza Aguirre ha publicado este mismo lunes un artículo en su blog y en ABC en el que, bajo el título "Los socialistas españoles ante el dilema del nacionalismo", analiza la relación del Partido Socialista en particular y de las izquierdas en general con los diferentes nacionalismos de nuestro país.
Arranca la popular señalando que los socialistas han tenido desde la Transición "una actitud profundamente ambigua, cuando no de absoluta complacencia", con los nacionalistas.
Gracias a esa actitud, señala Aguirre, el PSOE ha logrado alcanzar o mantener el poder en no pocas ocasiones haciendo suyas no pocas de las reivindicaciones de los separatistas "incluso cuando esas reivindicaciones eran radicalmente contrarias al internacionalismo que inspiró a los fundadores del socialismo en España y en el resto de países del mundo".
¿Desde la Guerra Civil?
La que fuera presidenta de Madrid especula con que esa colaboración "quizá" se iniciase en la Guerra Civil, "por el afán de unir a todas las fuerzas contrarias a Franco", momento en el que socialistas y comunistas "dejaron de considerar a los nacionalistas como epígonos retrógrados del carlismo y empezaron a buscar pactos y colaboración con ellos".
Se trata, para Aguirre, de "alianzas contra natura" que pueden tener sentido "en situaciones anómalas, como lo son una guerra civil y una dictadura", pero que resultan muy difíciles de explicar "después de 35 años de régimen democrático".
Sí encuentra la popular una explicación por medio de un silogismo: "Si el franquismo ponía el acento en la unidad de España y el franquismo era intrínsecamente malo, estar contra todo lo que sea la unidad de España será intrínsecamente bueno". No obstante, "este silogismo –aclara- no tiene en cuenta que España no es un invento de Franco y sí que es una realidad histórica, cultural, afectiva, familiar, comercial y económica que tiene muchos siglos de existencia".
"Que levante la bandera de España"
Para Aguirre la actitud de la izquierda ha sido muy importante para "llegar a la situación que acaba de crear el desafío independentista de CiU". Un desafío ante el que el PSC nos da un ejemplo perfecto del callejón sin salida al que les ha llevado su ambigüedad: "Ya no saben qué hacer porque no quieren aparecer como separatistas pero tampoco quieren quedarse atrás".
¿La solución? Aguirre lo tiene claro: "Que alguno de sus líderes se deje de complejos, levante la bandera de España, reivindique la E de sus siglas, y ayude a todos sus militantes a redescubrirse como lo que tiene que ser: un partido nacional español, incompatible con los nacionalismos separatistas".
Una excelente idea que todavía puede ser mejor "si, además, se redescubre como un partido socialdemócrata como el laborista británico o el SPD alemán, ajeno a veleidades izquierdistas".
No se engaña Aguirre respecto a lo complicado de la tarea: "Levantar esa bandera es lo que hizo Rosa Díez en su momento y tuvo que irse", pero aún así apuesta porque, ahora que "la crisis de los socialistas es indisimulable", ha llegado el momento de que revisen, también, su posición frente al nacionalismo.