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Aznar, ante Rajoy: "Sinceramente, no tengo melancolía de poder"

Felipe González "está puesto en su justo punto", dice sobre su poco protagonismo en el libro. Se moja sobre ETA y los nacionalismos.

Cuenta que Mariano Rajoy no fue su primera opción, pero que creyó firmemente que sería el candidato perfecto para llevar las riendas del país. Que Jaime Mayor Oreja se tomó con deportividad no estar en su cuaderno azul, mientras que a Rodrigo Rato le costó más digerirlo. Que el fallecido Manuel Fraga le dio su plácet pero nunca llegó a saber si era sincero. Todos quienes son algo o lo fueron en el PP estuvieron arropando a un José María Aznar que admite que cuida mucho lo que dice, pero que pese a ello entró de lleno en la actualidad para rechazar "triunfalismos" en las elecciones catalanas, y pedir a los suyos que se extraigan las "lecciones" necesarias.

Nadie quiso perderse la presentación de sus memorias porque “para qué nos vamos a engañar, el morbo está servido”. No sólo para saber más allá de lo ya leído, sino por el reencuentro en sí de dos alas del PP encontradas últimamente por asuntos de perfil ideológico, como la lucha contra ETA o la defensa de la bandera de España ante la amenaza nacionalista. De nuevo, todos alrededor de Aznar, el aún “presidente” para muchos de sus correligionarios.

Rajoy, que anunció su asistencia al acto a última hora, escuchó al que un día fue su jefe desde la primera fila. En ocasiones esbozó una sonrisa, pero lejos de las carcajadas escuchadas. Solamente separado por el pasillo, su rival en el liderazgo del PP y hoy en el ostracismo político por su paso por la entidad financiera Bankia: Rodrigo Rato. “Por lo menos ha vuelto a la primera fila”, ironizó un alto cargo popular. No hubo foto de los tres. Mayor Oreja no pudo asistir por motivos médicos. El espectáculo comenzó tras la nube de cámaras, y en un formato para nada usual: a modo entrevista -pregunta, respuesta- por Carlos Herrera, y sin que Aznar supiera realmente por dónde iban a ir los tiros, y de ahí que dejara respuestas como que es "una persona con sentimientos".

El expresidente desveló que en ese famoso cuaderno de color azul solo había un apellido: Rajoy. “Lo único que yo tenía en la cabeza era ser fiel conmigo mismo, pensando únicamente en el interés general de España. No me llevaba otra cosa”, dijo a propósito de su elección. “Es complicado. Había mucha gente que no pensaba que fueran a respetar mi palabra, había personas que no querían que la respetaran y quienes no compartían mi criterio”.

Pero Aznar, el presidente de hierro, hizo imponer su palabra, y se retiró a su estilo tras dos legislaturas al frente del país. ¿Melancolía? “Sinceramente no tengo melancolía al poder. Yo podría haberme quedado y no me quedé. Si yo hubiera querido seguir mandando me hubiera quedado, y una mayoría amplia de mi partido estaba de acuerdo. Pero es que no quería. No tengo ninguna melancolía ni ningún deseo, sino muchas esperanza y agradezco mucho a mucha gente aquí presente”, fue su respuesta. 

Fue un breve repaso de su trayectoria política, de no más de 45 minutos, en el que a buen seguro alguno de los presentes aguantaron la respiración. “A ver qué dice”. Habló de capítulos complicados en su gestión, como la necesidad que tuvo en 1996 de pactar con los nacionalistas: “Por encima de anécdotas, aquellos acuerdos fueron muy positivos”, afirmó, haciendo copartícipes a Rato y Rajoy. E incidió: “No había nada que no fuera público. Todo fue totalmente transparente”.

Eso fue entonces, cuando CiU -afirmó- no era soberanista. Ahora, “sigo pensando que España no se va a romper. Y en el supuesto de que se fuera a romper, antes se rompería Cataluña”, hizo a modo de introducción. “Aquí no estaban vendiendo la visión de una Cataluña monolítica, única, que no admite contestación, y eso no es verdad”, apuntalando esta percepción con el dato de la “fragmentación política” surgida de los comicios del domingo.

El líder de FAES también dio un toque de atención al PP, a Rajoy allí presente: “No me gustan los análisis triunfalistas. Ha habido gente que se ha llevado un fracaso, pero todo el mundo tiene que sacar lecciones. Los nacionalistas en general son malos gobernantes, y cuando quieren gobernar los territorios que dicen son suyos generan grandes líos y problemas. Así sucedió con el PNV. Ahora es otro órdago, que en ningún caso se admite”.

El otro capítulo en el que se explayó fue en el de la “tregua trampa” de ETA a la que se tuvo que enfrentar. Quiso ser muy claro: “Una cosa es acercar presos como consecuencia de unos pactos políticos con ETA -como ocurrió con José Luis Rodríguez Zapatero- y otra cosa es que no hubiera ningún pacto sino que en un determinado momento se facilitaran las cosas o se diera satisfacción a la opinión pública, en ningún caso afectando a la política de dispersión”, aseveró. Una política de firmeza, sin concesiones, en el que “hay unas personas que son clave: las gentes del PP vasco. En los gobiernos que yo presidí hubiera sido muy difícil mantener nuestras políticas si las gentes del PP vasco no hubiesen pagado y aguantado el precio tan alto en vidas”.

Incluso aborda el espinoso asunto del principal de los cuatro atentados que sufrió por parte de la banda terrorista ETA: “Yo ya dije entonces que eran gajes del oficio, y lo repito ahora. Nunca pedí cuentas a nadie y no lo voy a hacer ahora. ETA intentó matarme cuatro veces y en condición de mi supervivencia me dio más fuerzas par plantarle cara”, recalcó, en relación a las dudas que se posaron sobre el Gobierno socialista en relación a la seguridad que debía tener el entonces jefe de la oposición.

Sobre Felipe González unas pocas líneas en el libro. “Está puesto en su justo punto”, ironizó, entre las carcajadas del auditorio. La pregunta que más podía temer Rajoy llegó justo al final: ¿Qué opinión le merece el Gobierno? “Excepto su mujer, la persona que más quería el éxito de Rajoy era yo. La única persona que no le iba a pedir nada era yo, y a eso me remito. El éxito de él será el éxito de España”, se limitó a decir. Finalizado el evento, la maldad en voz de alguien que ha sabido mantener en el poder popular: “¡Lo que se ha callado!”. Habrá que esperar a la segunda parte de sus memorias, que ya se están cocinando.

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